XVIII

63 74 112
                                    

Carolina


—Pues estoy nerviosa —nos reconoce Laura—. Nunca había hecho una presentación así...

—Nosotros tampoco —reconozco y miro a Alex—. Tú estás advertido...

Mi marido levanta las manos y nos muestra las palmas, haciéndonos reír a todos los que estamos ya en esta sala.

—Mi amigo va a portarse bien y no meter la pata en nada, ¿verdad? —le amenaza el propio George pasando por detrás de nuestros sitios mientras comprueba que todo esté bien.

—¿Cuándo en la vida...? Y repito, ¿cuándo en la vida he metido yo la pata? ¿Eh? Decidme. Porque es que uno tiene una fama que no tiene sentido... —se queja el dramaking de mi marido, volviendo a hacernos reír.

—Nunca, niño —respondo yo todavía riéndome. Acaricio su mejilla y le doy un beso en los labios—. Tú siempre eres prudente y jamás la lías.

—Eso suena a ironía y no comprendo por qué —insiste él.

Y cuando Alex tiene el día chistoso...

—Es una presentación importante y tienes que portarte bien —le pido ahora en bajo—. No puedes hacer cosas extrañas, ni locas... Y sobre todo, no puedes hacer spoilers ni decir cosas sobre el proyecto que no se puedan decir todavía.

Alex me ha escuchado con atención real, como si estuviera grabándose a fuego mis palabras.

—Si saben cómo soy, ¿por qué me dejan participar en estas cosas? —pregunta contrariado.

Laura nos ha escuchado y se ríe con la frustración de mi marido.

—Porque te adoramos aunque suelas meter la pata y luego nos cueste arreglar los líos que montas —le responde ella.

Alex la mira y le dibuja en el aire un corazón mientras le lanza un beso de agradecimiento. Una colleja impacta en su nuca y al girarse ve a su mejor amigo riéndose de pie detrás de él.

—Deja de ligar con mi mujer —le reprende—. Si es que por algo no me fiaba yo de ti desde el principio...

—Como que piensas que con caerte mal alguien o darle una colleja, evitarías que yo me fuera con otro —le contesta Laura, más atenta a su ordenador que a lo que su marido está diciendo en realidad—. Si yo quisiera, no tendrías nada que hacer, cariño...

Alex se ríe tanto con esa contestación que incluso se atraganta. George sonríe, vencido por la respuesta de su mujer, a la que acerca y hace cosquillas un instante como castigo. Algo se dicen al oído. Algo que mejor no quiero saber por cómo sonríen ambos después.

George sigue haciendo la ronda por entre las mesas para ver si todo está correcto en cada equipo. Quedan escasos minutos para que todo comience y contacten con nosotros. Al otro lado de nuestras pantallas estarán muchos fans de los libros de Laura y de las películas. Van a entrevistarnos primero los editores y presentadores, y luego darán paso a las preguntas que los que nos están viendo quieran hacernos. En pantalla estaremos Laura, Hèctor, Irene, Alex y yo. Laura está en un ordenador, Hèctor e Irene juntos en otro y mi marido y yo en el tercero que nos han habilitado en un rincón de esta hermosa biblioteca dela mansión. El resto de los habitantes de la casa está frente a nosotros, como si fueran nuestro público particular. Los niños también han querido asistir. Han prometido portarse bien pero, por si acaso, el resto de adultos que no participan en el evento van a estar bien atentos para que no hagan de las suyas.

Aunque creo que todos tienen más miedo a Alex que a los niños.

George acaba de revisar todo y se coloca frente a todos nosotros.

—Bien, todos estáis en línea y se os dará paso a la vez en cuanto la presentación comience. Ya sabéis cómo funciona el programa. Si tenéis dudas, voy a estar aquí cerca para echaros una mano. Solamente tenéis que darle al botón de off y así la cámara y el micro se silencian. Me acerco y os echo una mano. ¿Entendido? —todos asentimos pero George no queda conforme del todo—. Alex, ¿alguna duda de última hora?

Todos volvemos a reírnos. Hasta Alex se ríe aunque intente disimular.

—Juro solemnemente que no voy a estropear la presentación —dice enseñándonos la palma de su mano a modo de juramento. Pero cuando George asiente y parece que queda satisfecho, añade—: Intencionadamente...

George se gira hacia él con rapidez y cara de pocos amigos pero nos avisan por los auriculares que en unos segundos estamos dentro así que no hay tiempo. Le amenaza un segundo con el dedo mientras Alex sigue riéndose de su amigo. Doy un codazo a mi marido para que se comporte pero él decide que la respuesta que tiene que darme ante ese codazo es un pasional beso de varios segundos.

—Vaya, ¿os pillamos en mal momento? —escuchamos a través de nuestros auriculares.

George se lleva las manos a la cabeza, gesticulando exageradamente, provocando la risa de todos los presentes. Y es que los que van a presentar el evento han abierto la conexión justo cuando Alex me estaba besando de esa manera y no han tenido más remedio que comentarlo.

—Lo siento —se disculpa Alex—. Mi mejor amigo va a matarme porque me hizo prometer que no metería la pata pero es que... —y me mira con infinito amor—. ¿Quién se resistiría a besar a la perfecta Adriana Soto si pudiera?

Escuchamos a George decir en bajo yo me rindo mientras nuestros espectadores en la casa se ríen de él.

—Sigue siendo la perfecta Adriana Soto para ti, entendemos, ¿no? —aprovecha una de las presentadoras para hablar de ese famoso tuit que Alex publicó cuando anunciaron que seríamos nosotros los protagonistas.

Él me mira y me agarra por los hombros. Acaricia mi mejilla un segundo sin dejar de sonreír.

—No podría haber nadie mejor —responde sin tan siquiera mirar a cámara.

Tanto por los auriculares como en la sala en la que estamos se escuchan varios ohhh que nos hacen sonreír.

—Menudo comienzo de presentación que estamos teniendo —comenta otro presentador—. Laura, espero que no te moleste que te hayan robado los primeros segundos del evento.

Ella nos mira y sonríe.

—Ha sido un comienzo perfecto —responde nuestra amiga, provocando más ohhh a nuestro alrededor.

Si es que no nos la merecemos.

—¿Ves, George? Ella no está enfadada, así que esto no cuenta como metedura de pata —le dice Alex a su amigo sin cortar micrófono ni vídeo ni... Nada. George levanta su mano y le enseña el dedo anular, algo que nos sorprende tanto a todos que no podemos evitar reírnos y mi marido siente la necesidad irrefrenable de explicar lo que ha sucedido—. Vosotros no lo habréis visto en vuestras casas, pero George me ha hecho un gesto bastante poco educado con uno de sus dedos...

Hasta George se ríe ahora con todos nosotros. Es imposible que Alex sea de otra forma. Hay que acostumbrarse a que mete la pata incluso cuando intenta no hacerlo. Y George es su amigo. Por increíble que parezca, lo es. Eso significa que lo acepta con todos sus defectos, como Alex acepta los del propio George.

Y es bonito ver la amistad de dos personas tan diferentes.

Ahora sí, después del accidentado comienzo, el evento prosigue como debía ser desde un principio. Alex coge mi mano y la besa un instante, posándola sobre la mesa después sin soltarme.

No lo hagas nunca, Alex. Nunca sueltes mi mano.

Pase lo que pase.


Resist (with love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora