XXVII

69 12 46
                                    

Hèctor


Irene me ha llevado hasta nuestra habitación en absoluto silencio. Yo no he querido hablar tampoco. Temo que, sea lo que sea lo que ha hecho Lau para conseguir que esto suceda, lo estropee al decir cualquier cosa. Porque seamos sinceros, suelo estropear muchas cosas pronunciando a veces una sola palabra. O sin pronunciarla. Hay veces que sin decir ni una sola palabra ya lo echo todo a perder. No es la primera vez que me pasa. Pero con Irene no quiero que sea así. Necesito que con ella todo vaya bien. Porque la quiero. La quiero de verdad. Siento por ella algo tan intenso que temo dar un paso en falso y estropear todo lo que hemos conseguido hasta ahora.

Así que cuando entramos en el dormitorio y nos sentamos en la cama, sigo callado sin casi atreverme a respirar.

Seguro que en alguna ocasión he respirado demasiado fuerte y también eso ha causado desgracias.

—Bueno... —comienza a decirme—. Quiero contarte algo —y me mira—. Pero no puedes reaccionar ni hacer ni decir nada. Solamente escuchar.

—¿Respirar puedo? —pregunto.

En serio, a veces hasta por respirar he estropeado las cosas.

No he tenido buenas experiencias en el amor pero no es momento ahora de comentarlas.

—Hèctor... —se queja Irene por mi pregunta.

Iba en serio, pero...

—Vale, bien. No diré nada —le prometo.

Suspira y echa la vista al alto techo de la estancia, como si necesitara llenarse de valor.

Desde hace días temo que está con otro. Es que todo cuadra. Ya no hacemos el amor, no sabe cómo contármelo, cree que el proyecto de Fate puede peligrar... Y además está esto del confinamiento. Si está con otro y se está viendo obligada a convivir conmigo y no ver a la otra persona, puede que lo esté pasando peor.

Mi pobre Ire. Yo sólo quiero que ella sea feliz y puede que sea yo quien le está causando todo este sufrimiento.

Y eso me mata.

—A ver...

—Puedo irme a otro dormitorio si eso es lo que te incomoda.

Me mira con el ceño fruncido, como si no supiera de lo que estoy hablando.

—¿Cómo iba entonces a contarte lo que me pasa?

—Me refiero a dormir contigo —le explico—. Si sientes que le estás engañando por dormir juntos, puedo...

—¿Qué? —exclama con el timbre de voz cada vez más agudo.

—¿Qué? —pregunto yo.

—¿Cómo que qué? —insiste.

—¡No te entiendo!

—¡La que no estoy entendiendo soy yo! ¿De qué estás hablando?

—De lo tuyo con esa otra persona, ¿de qué iba a estar hablando?

—¡Qué otra persona!

—¡A la que extrañas estando aquí!

—¿Te refieres a Martín?

—Oh, dios mío... ¿Martín? ¿En serio?

Se me cae el mundo encima. Supuestamente Martín es, o era, su mejor amigo.

Así que era eso...

—Bueno, me habría gustado celebrar su cumpleaños con él... ¡Pero no sé qué tiene que ver él con que tú te vayas a dormir a otra habitación! —insiste.

Resist (with love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora