Capitulo 6.Kevin McQueenze

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Me siento egoísta, ignorante, insensible, siempre pensé que fui yo la que más sufrió con la muerte de mis padres pero estaba completamente equivocada, cuando murieron Jace solo tenía 9 años, él tubo al cadáver de sus padres frente de él y jamás vi que el ser un huérfano le quitara el brillo de sus ojos y la alegría que tanto lo caracterizaba, él sin duda fue el doble de fuerte, como todo niño de 9 años lloró, lloró y mucho pero sencillamente ¿Quién no lo haría? Pero a pesar de todo siempre me consoló cuando yo lloraba haciéndome reír, él era el motivo de mis sonrisas verdaderas en Nueva York y cuando él desapareció también lo hicieron mis sonrisas; pero aquí en Eastlouder vuelven a salir como las flores en primavera, 6 meses sin sonreír de verdad y este pueblo lo logra en un día.

Por otro lado está John, portándose como el hermano mayor que no es, él cargo con el peso de saber que ambos corríamos peligro, que William no nos dejaría en paz hasta conseguir lo que quiere, él vio a papá y mamá muertos, él me consoló a mí y consoló a Jace cuando posiblemente él estaba peor y aun así dice que yo fui más fuerte y de verdad que no lo comprendo.

Cuando Annie terminó de escribir en su diario lo guardó en su lugar y se dispuso a dirigirse al instituto. Los mellizos fueron juntos al instituto, aún llamaban la atención, eso sin duda alguna.

El director apareció frente a ellos con una gran sonrisa de satisfacción

—Aún no se ha metido en problemas señorita Johnson, un nuevo record —dijo el hombre con traje elegante y manteniendo su impecable sonrisa

—Jerry, tú, yo y todos sabemos que no va a pasar ni una semana sin tenerme en tú oficina

—Annie…—John la llamó con tono de “Cállate de una buena vez”

—Johnson, usted no abra la boca que es tan busca problemas como su hermana —John solo bajo la cabeza —Ahora vayan a clase no quiero que lleguen tarde

—Ten un buen día Jerry— se despidió Annie. El hombre se marchó controlando a los alumnos que hacían cosas indebidas en medio del pasillo.

— ¿Qué clase tienes? —preguntó John mirando su horario

—Química ¿Tú?

—Física, bueno hermanita, te veo al rato —dijo y le dio un beso sonoro en su mejilla y se dispuso a ir a su clase, Annie por su parte sintió su estómago rugir y fue a comprar algo de comer, miró la hora en su celular y sonrió, solo faltaban dos minutos para llegar no le preocupaba llegar tarde, era demasiado común en ella. Compró un paquete de galletas y un jugo y caminó lento hacía el aula de clases mientras comía, al llegar notó que un chico también lo hizo, el morocho la miró  con sus profundos ojos azules, no la conocía.

—Nueva ¿Eh?

—No exactamente

—Jamás te vi

—Eso es porque hace cuatro años que vivía en Nueva York, tú debes haber ingresado en ese tiempo—dijo con molestia

—Hace dos años— dijo encogiéndose de hombros —De igual manera no deberías llegar tarde a clases

—No me interesa llegar temprano o tarde, llego cuando me da la gana, si no puedo yo ¿Por qué tú sí?

—Porque es costumbre mía, el maestro no se enfadará

—Y conmigo no se sorprenderá así que ya puedes tocar

— ¿Y si no quiero?

—No veo problema de hacerlo yo— el chico de ojos mar tocó la puerta con sus nudillos y un nada sorprendido Sr.McCabe abrió la puerta

Secretos en familiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora