VI.- Anbu.

4.6K 555 548
                                    







La mañana siguiente se encontraba junto a Tobirama varios metros bajo tierra mientras se interrogaba a los cuatro infiltrados en la aldea.

La cárcel de Konoha era así, parecía un edificio de un sólo piso por fuera pero por dentro el lugar era enorme y profundo.

Habían recopilado información suficiente como para detener a los secuaces de aquellos hombres, los cuales venían en camino con ninjas de la confianza de Tobirama. Todos portaban aquellas máscaras blancas que Dios sabe de donde las había conseguido.

Una vez la situación estuvo más controlada, Madara pudo regresar a casa a descansar un poco después de haberse mantenido despierto toda la noche consiguiendo información de cuatro borrachos.

Más tarde tendría que pasar nuevamente a la torre Hokage para tratar con más seriedad el tema de ese equipo que implementarían en Konoha para mantener la seguridad estable. El albino le había pedido, o mejor dicho, le había ordenado antes de marcharse que debía llevar todas sus ideas bien fundamentadas para que las cosas no se les salieran de las manos con aquellas situaciones que debían ocurrir tras bambalinas, pues le había comentado que planeaba dejarlo a cargo de aquel escuadrón. ¿Por qué? No tenía la más mínima idea, pero viniendo de Tobirama, estaba seguro que planeaba vigilar más de cerca al clan Uchiha.

Al llegar a casa se despojó de sus sandalias, dejándolas en la entrada y permitiéndose estirar sus extremidades con libertad, incluso bostezando un poco. No iba a mentir, era malísimo tratando de controlar el sueño, pero estando cerca de alguien que podría atacarlo sin dudarlo lo había mantenido alerta toda la noche, además de que había estado ocupado en el trabajo de ser un interrogador de traidores.

Escuchó ruidos en el piso de arriba y segundos después pudo observar a Izuna mirándole desde el inicio de las escaleras, su mirada parecía buscar algún rastro de pelea en su cuerpo y al no encontrar nada, bajó las escaleras con lentitud.

—¿Todo bien, bubu? — preguntó mientras Madara caminaba con lentitud en dirección a la cocina. — ¿Cómo te fue?

Frunció el ceño, Izuna le decía "bubu" desde la cuna, quien sabe por qué, pero últimamente la utilizaba cuando quería saber detalles y además le resultaba extraña su preocupación por aquella misión en especial. Decidió callar y averiguarlo después.

— Si, no fue tan difícil después de todo. — le respondió, sirviéndose un vaso de agua. — Logré capturar a esos traidores y pudimos sacarles información valiosa. Ahora hay un grupo de confianza allá afuera interceptando a los involucrados.

Izuna asintió con lentitud, pareciendo más relajado que hace unos minutos.

— ¿Qué harán con ese equipo especial que planearon en la junta?

— Tobirama planea hacer otra sesión hoy para tratar ese tema, pero la situación no puede ser oficialmente aceptada a menos que Hashirama regrese y la apruebe. — le respondió encogiéndose de hombros, dando un sorbo a su vaso sintiéndose más aliviado; había tenido que gritarle a uno de esos hombres y la garganta le dolía. — Aún así tenemos que seguir operando, no podemos dejar que la aldea siga corriendo esta clase de riesgos y por culpa de esa típica bondad de Hashirama nos vayamos al carajo.

Izuna se rio en voz baja, provocando que Madara le mirará con una ceja alzada.

—¿Que es tan gracioso?

— Estás diciendo algo que sólo Tobirama diría. — le respondió su hermano menor, encogiéndose de hombros.

Madara sacudió la cabeza tratando de borrar la imagen suya con cabellos blancos y actitud de un perro rabioso.

DUPLAS [ HashiMada • TobiIzu. ] EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora