XXII.- El fin.

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Un mes más tarde las cosas estuvieron más tranquilas. Ese día Hashirama había vuelto a la torre Hokage luego de su secuestro por parte del líder del clan Uchiha, retomando el trabajo del papeleo y organizando la distribución del clan Uzumaki para la próxima semana. Madara e Izuna regresaron juntos a casa, con Tobirama siguiéndoles detrás pues le quedaba de paso para regresar a la cede ANBU.

Las cosas ya estaban claras después de casi un mes completo de haberse estado matando la cabeza por nada y haciendo cosas sin sentido alguno.


Y se podría decir que ahora todo estaba donde debía estar.



— ¿Entonces esto hará que me crezca el cabello? ¿Estás segura, Mito? — preguntó Madara hacia la pelirroja, quien le entregaba un envase de un shampoo casero que ella usaba para su cabello.

Su cabello aún no crecía demasiado, apenas le llegaba a los hombros, pero él extrañaba su larga melena. Así que aceptó la ayuda de Mito con su cabello.

Ella asintió, una mano sobre su vientre mientras yacía sentada en el jardín trasero de la casa en la que se había asentado hace unos días. — Yo lo uso también, así que despreocúpate.

Madara asintió, dejando la botella de lado mientras le servía más té a la pelirroja. — ¿Cómo va el embarazo? — preguntó mirándole con preocupación.

Mito sonrió, llevando la vista hacia su vientre, todavía plano. — Muy bien, Hashirama ha estado revisando casi todos los días que se encuentre todo en orden.

Madara resopló antes de hablar. — Me alegro que por fin se haya decidido por abrir ese estúpido hospital. — dijo un tanto molesto, mirando hacia una pareja que pajaritos que brincaban de un lado a otro. — Si no fuera por ti, Konoha seguiría sin personal médico.

Mito solo atinó a reír, enternecida por las preocupaciones del Uchiha. Estaba de un mes a penas, comprometida con alguien de su mismo clan y en espera de un bebé. Durante todo ese mes había tenido a los dos pares de hermanos acosándola con preguntas acerca de su estado, visitándola casi a diario para asegurarse de su bienestar.

Su bebé estaría en buenas manos.

El azabache simplemente la miró con los ojos entrecerrados, preocupándose por nada realmente.

Habían pasado muchas cosas, entre ellas el noviazgo formal de Izuna con Tobirama. No fue tan rápido como había esperado que fuera, pues Izuna le había puesto muchos peros al principio, pero luego de varias citas y una que otra locura por parte de Tobirama, cómo asaltarlo en el trabajo con un gato bicolor hasta infiltrarse en su casa para darle la sorpresa de decorarla con rosas por todo el lugar - cosa que enfureció a Madara porque él había sido quien terminó limpiando.- había aceptado volver con el Senju menor.
Ya era una costumbre para todos el verlos juntos por la aldea, o que ambos estén en la casa del otro varios días a la semana.

Cosa que hizo a Madara el querer mudarse.

Mientras tanto, él con Hashirama... bueno, ellos aún estaban en eso. Habían salido en citas varias veces durante ese mes, en el que se habían conocido aún más de lo que ya hacían, y ya se había acostumbrado a las muestras de afecto que el moreno solía darle cada que podía.

Ahora él se encontraba en una junta con el líder del clan Hyuga. Al parecer se estaban tratando temas sobre una posible alianza y el moreno estaba tan contento sobre Konoha creciendo cada vez más con personas que compartían su sueño de paz.

Realmente jamás pensó que las cosas funcionarían a fin de cuentas, Tobirama estaba con Izuna y él lo estaba intentando con Hashirama. Pero no todo había sido gracias a su estupidez, otras personas también habían ayudado, entre ellas; Mito Uzumaki.

DUPLAS [ HashiMada • TobiIzu. ] EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora