III.- El acuerdo y la misión especial.

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Izuna escuchó ruidos en su habitación mientras dormía, poniendo todos sus sentidos en alerta.

Se removió entre las sábanas con cuidado, tomando entre sus manos un kunai con el que acostumbraba a dormir desde pequeño ante la amenaza de una emboscada en sus refugios temporales.

Cuando sintió pasos aproximarse, no dudó en lanzar el kunai hacia el infiltrado en su habitación, mientras se incorporaba con rapidez sobre su futón y activaba su sharingan poniéndose en posición de batalla.

—¡Casi me das con eso! — escuchó un murmullo en su habitación, y gracias a la poca luz que se filtraba por la ventana y a su sharingan activado, pudo reconocer al primer Hokage sin su armadura.

Frunció el ceño, confundido. ¿Como rayos había entrado?

Más importante aún, ¿qué demonios estaba haciendo en su habitación?

Se cubrió rápidamente con su yukata, sonrojándose cuando recordó que solía dormir solamente con un pantalón de pijama y el torso descubierto.

Ambos eran hombres, pero aún así no le gustaba que nadie con quien no tuviera confianza le mirara. Esos no eran sus asuntos.

Hashirama espero en silencio a que terminara de vestirse, jugando con un bote pequeño de tinta que encontró en su escritorio.

—Hokage-Sama. — dijo en voz baja, haciendo una pequeña reverencia. ¿Madara ya estaría despierto?

Hashirama puso un dedo sobre sus labios, pidiéndole silencio y aumentando más su confusión.

— Vengo a darte una misión especial. — murmuró demasiado bajo, realmente demasiado bajo.

Eso le dio a entender que Madara no sabía que se encontraba ahí.

Asintió con lentitud, sintiendo el calor bajar por su rostro para dejar a sus mejillas volver a su color pálido de siempre.

—¿De qué trata? — preguntó en un murmullo, entendiendo la situación. Era confidencial, y aunque bien pudo citarle en la torre Hokage, suponía que su pronta ausencia lo había orillado a esto.

— Necesito que vigiles a Tobirama y a Madara, por favor. — pidió juntando sus manos, agachado su cabeza en dirección al suelo, Izuna se sintió incómodo. — Que no se maten entre ellos.

Izuna alzó una ceja, mirándole sin comprender realmente a qué se refería.

—¿Ha sucedido algo de lo que no esté enterado, Hokage-Sama? — preguntó mientras tomaba asiento en su futón, cruzando sus piernas sobre el suelo.

La luz del exterior aumentaba, y a la vez, disminuía el tiempo de Hashirama de dejarle su dichosa misión especial.

El moreno negó, caminando en dirección a la ventana y abriéndola de nuevo. Izuna hizo una nota mental de cerrar permanentemente esa ventana.

— Creo que son como un perro y un gato. — murmuró, su ceño frunciéndose con suavidad, su mirada puesta sobre el paisaje de afuera. — Temo que las cosas se salgan de control y terminen llegando a algo más grave.

Izuna asintió, entendiendo su punto. Él también temía un poco cuando el albino y su hermano mayor estaban en la misma habitación durante varios minutos.

Frunció los labios, recordando como su hermano simplemente le había dicho que tenía un lío en su cabeza respecto a su personalidad. Y aunque Izuna le creyó; sabia que era la verdad a medias.

Miró al moreno a unos metros de distancia. Él debería saber qué ocurría con Madara, eran mejores amigos a fin de cuentas.

— Hokage-sama. — murmuró poniéndose de pie, captando la atención de Hashirama.

DUPLAS [ HashiMada • TobiIzu. ] EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora