XIV.- Corte.

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El silencio en la habitación fue lo suficientemente incómodo como para desear esconderse bajo tierra.

Hashirama curaba de la herida de su hermano, mientras que Madara y Obito yacían sentados en uno de los sillones que Tobirama mantenía en su habitación, con la cabeza gacha.

Obito no sabía porque se sentía castigado, mientras que Madara no sabía cómo disculparse apropiadamente, además de que tampoco conocía un modo de pegar su cabello nuevamente a donde debería estar.

Tobirama le había cortado más de la mitad de su cabello, y pasó de tenerlo largo y abundante hasta la cintura a tenerlo un centímetro sobre su hombro. El daño era irreparable, tendría que cortar la otra mitad que había quedado larga y se había negado a que alguien lo tocara cuando llegó a la casa de los Senju. No estaba preparado para ser calvo.

Estaba en shock, nunca había imaginado que perdería su cabello también. ¿Era el momento de convertirse en Drácula?

Izuna estaba ahí también, con un aura oscura rodeándole mientras ayudaba a Hashirama a limpiar la herida de Tobirama.

Ni Hashirama ni Izuna habían dicho nada cuando los vieron llegar a la torre Hokage, no habían alcanzado a entrar cuando se los encontraron caminando rumbo a sus respectivos hogares. Así que lo más sensato fue ir directamente a la casa de ellos a curar la herida de Tobirama.

No era un corte profundo, ni tampoco había lastimado algún órgano vital. Pero sangraba demasiado y era lo suficiente para hacerlo sentir culpable.

— Obito-kun.— habló Izuna saliendo del baño, luego de terminar de enjuagarse la sangre que había ensuciado sus manos. — Vamos, te llevaré a casa.

Obito se puso de pie rápidamente, asintiendo con la cabeza con los nervios a flor de piel. Esperaba que le gritara por... ¿por qué debería? No lo sabía, pero esperaba recibir un regaño por haber estado involucrado en un problema que incluía a dos de sus superiores.

— Yo lo llevaré a casa. — habló Madara, poniéndose de pie. Obito se hubiera burlado de lo cómico que lucia su maestro con el cabello tan desigual, sino fuera porque Izuna tenía activado el Sharingan y miraba amenazante a su hermano mayor.

— Tú te quedas. — dijo con frialdad, apuntándole con su dedo índice. — Ya has causado demasiados problemas. — dijo entre dientes, sosteniendo a Obito de un hombro y caminando en dirección a la puerta de la habitación. — Confió en ti para encargarte de la situación. — eso último se lo dijo a Hashirama, quien solamente asintió sin decir nada.

Madara solamente obedeció porque sabía que había cruzado la raya y que ponerse a pelear con alguien más ahora no tenía sentido.

Luego de unos minutos en los que Madara contemplaba lo que alguna vez fue parte de su cabeza y Tobirama miraba al techo tratando de evitar la mirada de su hermano mayor, la herida del Albino ya se encontraba bien.

— Aún necesitarás estarte limpiando constantemente. — dijo Hashirama, su cara tan seria mientras se ponía de pie.

Tobirama asintió, sentándose con lentitud en su cama y mirando hacia cualquier dirección, menos a las dos personas restantes en su habitación.

— Solo quiero decir. — comenzó Hashirama, alejándose de su hermano y caminando hacia el centro de la habitación. — Que estoy muy decepcionado de ustedes.

Ninguno dijo nada, tratando de no mirar directamente hacia Hashirama. Era un hecho conocido que el moreno era espeluznante cuando se enojaba y ninguno estaba en condiciones de pelear ahora, primeramente porque Madara estaba al borde de un colapso mental y Tobirama sabía que la había cagado olímpicamente.

DUPLAS [ HashiMada • TobiIzu. ] EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora