XVII.- En marcha; el plan de Obito.

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El despertar del día siguiente estuvo lleno de arrepentimientos.

Jamás en su miserable existencia, ni por asomo, había pensado que terminaría traicionando a Madara y su confianza.

Mucho menos por algo tan estúpido como ceder ante sus deseos.

Maldijo mientras se levantaba de la cama del senju, buscando con la mirada su ropa, poniéndose de pie una vez la encontró y vistiéndose con rapidez, mirando a Tobirama removerse entre las sábanas. Le dolía el cuerpo, pero eso no evitó que se moviera rápidamente dentro de la habitación buscando sus sandalias para salir de ahí lo más pronto posible.

Una vez terminó de tratar de acomodarse sus ropas, miró por última vez al albino durmiendo sobre su cama y el estómago se le revolvió. Carajo, la había cagado olímpicamente.

Los errores del pasado no se comparaban con lo que hizo la noche anterior.

Salió inmediatamente de la habitación luego de que Tobirama palmeara aún con los ojos cerrados su costado en la cama, al parecer buscándole ahí. Temía encontrarse con Hashirama o con Mito a estas horas, incluso con algún sirviente de la princesa, pero afortunadamente no había nadie despierto que presenciara el peor error de toda su vida.

El sol, que a penas iba haciendo su aparición en el horizonte fue la última advertencia antes de empezar a correr sobre los tejados de las casas del clan Senju, buscando llegar antes de que alguien le viera todo alterado y desaliñado a primera hora de la mañana. No sabría qué excusa poner.

Le tomó varios minutos, pero llegó a casa y entró por la ventana de su habitación, justo como Hashirama había entrado antes de que iniciarán todos los problemas y le encargará la misión de vigilar a sus hermanos. Maldición, como deseaba volver a ese día y fingir tener algún retraso para rechazar la misión.

Una vez en su habitación se permitió relajarse, dejándose caer sobre el suelo mientras intentaba regular su respiración, sintiéndose más culpable conforme pasaban los segundos.

No tenía palabras para describirse a sí mismo, era la peor escoria en el planeta, si había algo peor que la basura y la mierda, estaba seguro que eso sería él. No merecía perdón de nadie.

Aunque la culpa no había sido totalmente suya, caía más peso sobre él porque era su hermano. Maldición, se supone que los hermanos se cuidan la espalda y se protegían, no que se robaban los novios.

Se congeló en su lugar cuando escuchó ruidos fuera de su habitación. Seguramente Madara ya había despertado y se comenzaba a alistar para ir a sus misiones como ANBU luego de dos días de descanso (realmente nunca descansó, pues se la había pasado fuera en la cede todo un día y otro lo había dedicado especialmente al clan.) para ser enviado nuevamente a misiones fuera de la aldea, ya sea lejos o cerca.

Sabia que las misiones a veces podían ser tan simples como cuidar del despacho del Hokage o la entrada de la aldea hasta ir y asesinar a mercenarios que significaban una amenaza a Konoha.

Se preguntó si Tobirama le contaría de su noche juntos a su hermano, y si no era así, ¿que excusa le daría a su desaparición? Madara también había desaparecido luego de la comida, incluso Hashirama lo había estado buscando junto a él e Inojime para luego tomar caminos separados y encontrarlo más fácilmente, pero dentro de la platica sobre un recorrido a Konoha el senju albino había aparecido y había arruinado dos de sus planes; el recorrido y la búsqueda de Madara.

No es como si le hubiera desagradado el resultado final, simplemente se arrepentía horrores sobre eso.

Tenía que decirle a Madara, sin importar que eso significara perder toda su confianza; prefería ser honesto con él y que lo odiara a que alguien más se lo dijera y lo odiara aún más.

DUPLAS [ HashiMada • TobiIzu. ] EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora