2020 parecía ser un año muy caótico, algo surreal y lleno de drama. Se estaba viviendo en carne propia un preludio del fin del mundo.
Con tantas noticias bombardeando su cabeza, Jadon pensó que un poco de romance podía servir para acercarse a su ama...
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En esa semana, en las redes sociales se habló sobre el reconocimiento a los médicos y al personal de limpieza durante la pandemia. Algo que siempre debía reconocerse, pues se había estado alabando mucho a los futbolistas, que, de paso sea dicho, en tiempos difíciles como los que se vivían en ese momento, no eran necesarios. Algunas personas expresaban sus molestias por la falta de recursos en los hospitales y su inconformidad por hacer que un futbolista ganara más económicamente que el personal médico o científico. Incluso por la inversión que se les daba a cosas no imprescindibles. Nazli y Jadon confiaban en que la experiencia vivida en cada país, sirviera para corregir los errores que a lo largo de la historia se habían cometido.
En Internet se hablaba sobre el uso de la tecnología en los hospitales, por ejemplo, el uso de robots que ayudaban contra el coronavirus. Algo sumamente interesante en un momento en el que resultaba peligroso estar en contacto con los nuestros.
Así mismo, era noticia el fin del confinamiento en Wuhan, China, después de 76 días de asilamiento obligatorio. Aunque alrededor del mundo aún se siguiera combatiendo el virus. En Latinoamérica, las muertes se habían duplicado al cabo de una semana, lo que significaba que la pandemia se estaba acelerando en esa región. En España se afirmaba que se iba a intentar recuperar la normalidad laboral la semana próxima. No obstante, por lo visto en Wuhan, era obvio que no se podía hablar de un rápido regreso a las calles. Solo quedaba esperar por las indicaciones de los especialistas.
—Buenos días. —Haland saludó a Nazli en cuanto la vio abrir los ojos. La había estado contemplando con cariño desde hacía unos minutos. Admitía que la encontraba hermosa y que despertar a su lado había sido lo más maravilloso que había vivido a lo largo del confinamiento.
—Buenos días... —respondió sintiéndose extremadamente feliz. Jadon la trataba bien, pero, sobre todo, la respetaba. Con cualquier otro hombre, habría terminado desnuda sobre la cama.
—¿Dormiste bien?
—Sí, dormí muy bien. ¿Qué hora es?
—Son las diez de la mañana.
—Dormí mucho... —Sonrió.
—Fue una larga noche... ¿Quieres desayunar? —propuso mientras se ponía de pie.
Ella asintió y vio cómo el fotógrafo salía de la habitación para dirigirse a la cocina. Verlo así, recién levantado, con el cabello alborotado y ese brillo de felicidad en los ojos, le derretía el corazón.
Cuando ambos estuvieron frente a la mesa comenzaron a hablar sobre los posibles planes que tendrían cuando finalmente pudieran salir a las calles.
—¿Has visto que en Wuhan se ha terminado el confinamiento? ¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando termine esto? Se dice que pronto podremos salir —inquirió con curiosidad mientras tomaba un sorbo de café que, con mucho cariño, Jadon le había preparado. También le ofreció una tostada con mermelada y le entregó una ración de fruta troceada.