Nazli Lebel recordó cuando su padre le enseñó a hacer aviones de papel, ella era pequeña, quizá tenía diez años. Le habló sobre los dobleces y la importancia de hacerlo bien, para que el avión pudiera mantenerse por más tiempo en el aire. También le habló de la importancia de saber lanzarlos. Con todo, ella se sentía una experta, estaba convencida de necesitar solo uno.—Papá —dijo con cierto enfado estrujando la hoja que tenía en las manos—, esto es tan complicado.
—Ten paciencia, observa cómo se hace. Estoy seguro de que sabrás hacerlo.
Observó a su padre hacer los dobleces con mucho cuidado y precisión. Lo vio tan enfocado, tanto que incluso llegó a pensar que los aviones de papel no iban a servirle para nada en el futuro. Pensaba que no tenía sentido aprender a hacerlos.
—¡Te lo dije, Naz! Mira esa obra de arte que has hecho. —La felicitó cuando logró hacer un avión, al cabo de una decena de intentos.
Nazli se sintió triunfal y supo que la paciencia y la perseverancia, eran la clave para cumplir cualquier meta que se propusiera. Incluso sin saberlo, su padre le había dado la lección más importante de su vida.
Las noticias sobre el virus no eran nada buenas, día a día aumentaba el número de contagios y decesos. La humanidad estaba nerviosa por los días venideros y el pavor pronto empezó a notarse en las redes sociales. Las noticias sobre las compras excesivas, bajo el impulso del pánico y las medidas tomadas en cada país, eran estremecedoras. A Lebel le gustaba mantenerse informada y procuraba estar al tanto de lo que ocurría.
También se percató de lo creativas que podían llegar a ser las personas en tiempos de pandemia y recordó que el aburrimiento era la cuna de grandes ideas. «Todos, siempre debemos estar haciendo algo, es nuestra naturaleza. Por más que pasemos días enteros, inmersos en el descanso, la pereza, viendo televisión o en las redes sociales, llega un momento en el que llegamos a aburrirnos tanto, que la creatividad sale a flote. Quizá eso le ocurrió a Jadon», pensó mientras observaba los dobleces del avión que le había enviado. Después, sonrió y se dirigió a la ducha. Al día siguiente, contactó a su amiga.
—Creo que era mi destino... —le reveló. Sabía que debía contarle lo que había ocurrido.
—¿A qué te refieres? —inquirió Didiane.
—Jadon volvió a enviarme una carta porque me vio leyendo el libro de mi ex...
—¿Le has dicho que te lo regaló tu ex? ¿Por qué elegiste su libro? —se anticipó a decir con asombro.
—No, no se lo he dicho... aún —susurró esto último—. Necesitaba distraerme y Shakespeare me pareció ideal. No lo hice por Marty, lo hice por la literatura. —Se excusó con convencimiento.
—Bien, bien... después de todo ha surgido algo bueno. Y ¿es guapo? —quiso saber, esbozando quizá, una sonrisa pícara.
—Sí, bastante. Me extraña no haberlo visto antes, tengo vagos recuerdos... creo que solo habíamos pasado uno al lado del otro. Esto del confinamiento me ha hecho reparar más en lo que hay a mi alrededor.
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Aviones de papel
عاطفية2020 parecía ser un año muy caótico, algo surreal y lleno de drama. Se estaba viviendo en carne propia un preludio del fin del mundo. Con tantas noticias bombardeando su cabeza, Jadon pensó que un poco de romance podía servir para acercarse a su ama...