Aviones de papel

8

Pensando en Marty, Nazli escribió:

¿Qué tal, Jadon?

El romance trágico existe en casi todas las relaciones. El romance ideal solo existe en la literatura y el cine. En las circunstancias en las que estamos, considero que a William no le resultaría complicado pensar en un romance Shakesperiano. Quiero decir, muchas cosas le servirían de inspiración. A estas alturas del confinamiento alguien ya debe estar escribiendo una historia así, pero no lo sabemos. Ahora que lo pienso, creo que el verdadero amor surge de una tragedia. Es decir, después de que te rompen el corazón, tus posibilidades de encontrar a tu verdadero amor, aumentan. No sé, solo estoy divagando. Quizá estamos destinados a sufrir hasta encontrar al indicado. ¿No lo crees?

Esa misma noche, salió al balcón. Las luces no estaban encendidas en el departamento de su vecino, pero aprovechó la oportunidad para enviarle el avión. Tomó un extremo de la cuerda y jaló de ella hasta que la hoja de papel estuvo al otro lado de la calle.

Ahí, en compañía del brillo de las estrellas, suspiró pensando en la conversación que había tenido con el médico. Estaba segura de que era algo que debía contarle a Didiane. Necesitaba que alguien la ayudara a pensar con claridad.

—Debo ser egoísta ¿no? —se dijo cuando estuvo de vuelta a su habitación—. Estoy pensando en el amor cuando muchos allí afuera, la están pasando mal...

Se recostó sobre la cama, con la mirada fija hacia el techo y pensó en lo mucho que le habría gustado que todo terminara. A veces creía que era parte de una historia, parecía de película, pero así eran las guerras, uno no sabía cuándo iban a terminar o qué iba a venir después. Las muertes aumentaban cada día, ni hablar del incremento de las personas infectadas. Ella había visto que, en las redes sociales, se especulaba sobre una guerra biológica entre los países del primer mundo, una forma de manipular la economía. Fuera eso o no, había llegado al punto de afectar a todos. La verdadera historia se sabría, quizá al cabo de uno o dos años después.

—Espero que el vecino que se llevaron esta mañana, esté bien —susurró regocijándose en las sábanas.

A la mañana siguiente, salió al balcón para continuar con su lectura y se sorprendió al ver que su avión seguía sobre la cuerda.

«Quizá ha pasado una mala noche y aún no se levanta», pensó con desconcierto, sin apartar la mirada de su edificio, en espera de percibir algún movimiento, un sonido o alguna luz. «Ya lo conoces, es algo extraño... Si por lo menos tuviera su número telefónico», caviló.

Pasados unos minutos, empezó a desesperarse. Cogió el libro en el que apenas pudo leer algunas páginas y volvió al interior. Observó los aviones, pensó en Marty, en la conversación del día anterior, en la ruptura, en Jadon, en su historia, en Shakespeare y con decisión, llamó a Didiane. Los recuerdos y las dudas pudieron con ella.