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El tiempo que Jadon permaneció afuera le hizo pensar en Nazli. Haberse ido de ese modo no había sido lo más correcto y aunque sí debía salir a tomar fotografías, comprendía que había cometido un error al dejarse llevar por sus emociones. «Es tu novia, decidió estar contigo porque te quiere», se dijo en segunda persona. Convencido de eso, se apresuró a editar las fotos para enviarlas a la empresa que lo había contratado. Cuando lo tuvo listo, le envió un mensaje de texto.

"Te extraño, Leb. Perdón por lo de esta mañana".

Nazli leyó el mensaje al cabo de unos minutos, y salió al balcón enviándole un avión, después le pidió que saliera para tomarlo.


Hola, cariño —cuando él leyó la palabra "cariño", se estremeció y elevó la vista hacia ella para contemplarla seguido de un prolongado suspiro.

Te elegí a ti y te lo reitero, no tienes que preocuparte por Marty. No creí que tuviera que decírtelo porque te lo demostré, pero veo que es necesario. Jadon, me gustas mucho. Te lo digo en serio, tú me haces feliz y me haces sentir como nunca antes en la vida me había sentido. Me elevas hasta las nubes y te estoy agradecida por ello. Tú y yo tenemos algo especial, conseguimos crear un amor inigualable, completamente diferente a cualquier otro durante el confinamiento. Me alegra haberte conocido, me alegra que estés conmigo. Y ¿sabes?, me agrada que me demuestres que estás celoso, porque eso significa que te gusto, y mucho. Te has ganado mi corazón, aunque a veces actúes como un tonto. Lo atribuyo al enamoramiento, ¿no, chico romántico? En este punto quizá podría darte un beso, pero... no quiero alarmar más a los vecinos con nuestras idas y venidas. Estaríamos dando un mal ejemplo. Confío en que pronto podremos salir para caminar de tu mano y no sé, quizá hasta acompañarte a fotografiar algo...

Te quiero, Jad.

Con cariño, tu novia.


Cuando terminó de leer lo que le había escrito, quiso salir corriendo, llamar a su puerta y darle ese beso que quería. Pero tenía razón, existía la posibilidad de que los vecinos comenzaran a alarmarse. Después de todo, estaban a días de finalizar el confinamiento, podía esperar.

—Te quiero —le dijo desde el otro lado del balcón y con las manos en modo de oración, le agradeció—. Gracias por la carta.

—Te quiero —repitió lanzándole un beso al aire.

El resto de la tarde conversaron por videollamada. Él le habló sobre lo que había visto en la ciudad durante su recorrido, sobre lo complicado que era trabajar en esos días, sobre todo por la carga emocional, pues no era nada bueno salir a fotografiar, por desgracia, a las personas que habían muerto o las que no tenían hogares, incluso capturar esos rostros faltos de alegría, confinados en casa. Ni hablar del personal de salud o de limpieza porque muy probablemente tenían familia y todos los días debían salir a trabajar como superhéroes. Aunque la verdad, no tuvieran poderes. Todos ellos se exponían a la enfermedad, corrían el riesgo de infectar a sus familias.

«Es una pesadilla», pensó cuando tuvo que fotografiar lo que le pedían.

También hablaron sobre sus posibles planes y sobre cómo era su vida antes de la pandemia. Jadon no dijo mucho al respecto y Nazli prefirió no remover su pasado pues ya le había contado eventos muy trágicos. Solo supo que después de la muerte de su familia, había perdido el contacto con el que iba a ser su cuñado. Por lo que sabía, Jadon había estado solo por largo tiempo. Claro, tenía amigos, compañeros de trabajo y familia lejana, pero no era lo mismo que tener a alguien cercano en quien confiar.

Él había aprendido a vivir con el dolor y eso a ella le estremecía. Pensaba en todos los momentos en los que debió haberse sentido afligido y deseó haberlo encontrado antes.

Aviones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora