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Emily tuvo que esperar un rato antes de aparecer en la Torre Stark. Tomó el elevador y subió hasta el último piso, las puertas se abrieron. Vio a Natasha y a Barton riéndose. Hulk estaba sentado en el piso con el entrecejo fruncido, jugueteando con una piedra, como si fuera un niño pequeño. Thor y Gyda estaban frente a Loki, el rubio no se veía muy contento.
—Padre se encargará de ti —comentó Thor esposando al ojiverde, quien puso los ojos en blanco.
—Como digas —murmuró y volteó a ver a Gyda quien lo observaba aliviada, pero a la vez aún estaba preocupada de lo que Odín pudiera hacerle. Igualmente le daba algo de miedo volver a Asgard, luego de haberse auto exiliado.
Emily sonrió al ver a Tony, quien se había quitado el traje de Iron Man y estaba hablando con Steve. El rubio desvió su mirada hacia ella e hizo un gesto con la cabeza. Tony se giró para verla, Emily dejó escapar el aire que estaba reteniendo, sus ojos se llenaron de lágrimas y le temblaron los labios. Rápidamente, cruzó la habitación y se lanzó a los brazos de su novio, lo abrazó y comenzó a llorar. No seas tan chillona, pensó, pero no podía evitarlo.
—Tranquila —susurró él acariciándole el cabello—. Ya todo está bien.
—No... vuelvas... a hacer... eso —sollozó sin despegarse de él. Tony la estrechó con más fuerza y sonrió, aliviado, sintió algo extraño en su interior. Dio gracias de tener a alguien que se preocupara tanto por él, no le era familiar aquella sensación.
Tony se apartó un poco y la tomó de la cara para limpiarle las lágrimas. Entonces frunció el ceño y pasó sus pulgares por las heridas de la castaña, las cuales había intentado cubrir con su magia, pero no fue suficiente.
—¿Qué te sucedió? —Emily se las ingenió para decir que se las había hecho durante el ataque al helicarrier. Tony la miró con la boca entreabierta y luego apretó los dientes—. Lo lamento, es mi culpa...
—Tony, no, no lo es —aseguró—. Yo tomé la decisión de estar ahí para ayudar a Fury. —Él asintió, sonrió ligeramente y le dio un pequeño beso en los labios. Emily cerró los ojos y rodeó las muñecas de Tony con sus manos.
Unos minutos después, agentes de S.H.I.E.L.D. entraron en la habitación para llevarse a Loki. Thor y Gyda se opusieron a que el dios o el Teseracto se quedaran en la Tierra, así que lo único que entregaron a los agentes de S.H.I.E.L.D. fue el cetro de Loki.
—¿Volverás a Asgard? —Preguntó Emily, Gyda asintió.
—Quiero asegurarme de que mi padre no sea tan severo con Loki —dijo encogiéndose de hombros—. Deberías venir, tal vez mi madre pueda ayudarte, incluso Loki.
—No lo sé, no estoy lista para decirle la verdad a Tony —murmuró, Gyda puso su mano sobre el hombro de la castaña.
—Algún día tendrás que hacerlo —comentó—. No dejaba de preguntar si conocíamos a la misteriosa mujer que nos ayudó.
