Capítulo 8: Londres a caído

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Había pasado como una hora desde que salimos del Hellicarrier cuando por fin llegamos a Londres. El panorama era desolador: el cielo estaba rodeado de nubes oscuras que apenas permitían el ingreso de luz. Los edificios en llamas, otros más derrumbados. Las calles estaban arruinadas y por donde quiera se veían personas muertas o restos humanos. Y las fuerzas del Exterminatore seguían atacando.

-¡Por Dios!- dije horrorizada por tanta mortandad. Casi se me salían las lágrimas de la rabia que me daba.

-¡Ese infeliz hijo de puta!- dijo Abelardo.

-¡Nos tienen en la mira!- dijo la computadora de Abelardo.

Miré a los lados y vi que unas 2 naves alienígenas venían hacia nosotros. Abelardo se volteó y les lanzó 2 rayos a las naves, destruyéndolas. Eso pareció llamar la atención de las otras naves, las cuales empezaron a venir hacia nosotros.

-¡Vienen contra nosotros!- dije.

-¡Excelente! Dejaran de atacar a las personas- dijo Abelardo empezando a dispararles distintos rayos.

Mew también empezó a cargar esferas de energía y a lanzarlas contra el ejército del Exterminatore, pero eran demasiados. Entonces unas compuertas de los brazos de metal de Abelardo se abrieron y lanzaron una cantidad impresionante de misiles que tumbaron decenas de naves.

Pero aun así quedo un número impresionante de estas, los cuales empezaron a atacarnos con disparos de láser. Los ataques iban a llegar hacia Abelardo y yo, pero un escudo los desvió, aunque provocó un poco de turbulencia.

-¿Qué acaba de pasar?- pregunté.

-Los escudos de mi traje nos protegieron. Estos escudos resisten casi cualquier cosa. No debo abusar de ellos sino se va a sobrecalentar el aparato- dijo Abelardo mientras contraatacaba.

Al vernos acorralados, Mew y Abelardo se separaron a gran velocidad. Una gran cantidad de naves nos seguían. Abelardo continuaba disparándoles láseres de la mano mientras esquivaba como podía sus ataques. Por más naves que caían siempre había otra más que la reemplazaba.

-Esas cosas parecen un enjambre- dijo Abelardo mientras le disparaba rayos de sus manos.

-¿Por qué no bajas y haces que se estrellen en un edificio?- sugerí.

-No, puede que aun haya gente dentro de los edificios, tenemos que acabar con ellos desde el aire- dije.

Entonces recibimos un duro golpe desde abajo que nos lanzó volando y nos mantuvo girando por varios minutos hasta que Abelardo logró estabilizarnos.

-¿¡Pero que fue eso!?- pregunté.

-Nos golpeó el ataque de un ataque de un tanque alienígena- dijo la computadora.

Los Vengadores de la Justicia: Regreso de EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora