Es un día agotador. Han transcurrido dos meses desde que el crucero Allure of the Seas zarpó desde Singapur con destino a Tokio, Japón y no he parado de trabajar. Al menos logré conseguir este empleo gracias a mi inglés avanzado otorgado por un instituto americano en el que estudie por dos años. Pero ahora, terminando de organizar el evento de final de recorrido mi cabeza desea explotar y terminar con mi vida lo antes posible para descansar el resto de la existencia del planeta.
—Azami, ¿todo está listo con el chef?
—Sí. Tendremos el buffet listo a las 19:00.
—Genial.
Odiaba organizar eventos, pero me pagaban un buen salario a fin de mes así que solo podía quejarme por un rato. Conocí a Azami cuando este crucero lanzó puestos de trabajo por internet, y aunque mentí un poco en mi currículum sobre mi expertiz en el rubro, había desempeñado un buen trabajo durante este año trabajando aquí. Nos hicimos buenas amigas y me alegraba no ser la única chica asiática en el barco, además de Jimin y Yeonjun que formaban parte del equipo de meseros, pues la mayoría de los turistas eran europeos o americanos que querían conocer países de Asia, culturas diferentes y nuevos paisajes.
Apenas tengo 22 años y ya puedo decir que he recorrido diez países y gran parte del mar asiático, aunque claro, no puedo recorrer tanto como los turistas en los puntos de desembarco porque soy una empleada y tengo que dedicarme a otras cosas. Jamás había navegado, solo cuando era niña y salía de viaje con mis padres a Busan y le pagaban a los pescadores por un recorrido corto en el mar. Creí que no aguantaría ni un día debido a los mareos, pero agradezco que me acostumbré rápido y además, no se siente demasiado. Es como estar en un hotel de lujo, pero sobre el mar.
El Allure of the Seas es un crucero maravilloso de la empresa Royal Caribbean International; con piscinas, minigolf, jardines con espacios públicos bordeados de vegetación y excelentes restaurantes, jacuzzis y simuladores de surf, zona para niños y discoteques con diferentes temas, sin mencionar la vista al mar que te embarga de una sensación de paz e inmensidad. Me siento honrada de trabajar aquí y espero poder trabajar por mucho tiempo más pues cuando ya nos liberamos del trabajo podemos hacer uso de las instalaciones por un período determinado de tiempo, para "evitar el estrés", según la gerencia.
Termino de colocar un par de luces en el enorme salón de eventos donde los pasajeros esperan pasar un buen rato antes de terminar el viaje y arribar en Tokio, observando que todo esté en orden e impecable. A pesar de mi corta edad, he logrado escalar hasta la jefatura de la organización luego de un par de meses trabajando aquí y demostrar mis capacidades. Mis padres al principio no me apoyaron demasiado pues no les gustaba la idea de alejarme de ellos siendo tan joven y dejarlos solos la mayor parte del año, pero luego de notar lo bien que me iba no reclamaron más, e incluso alardeaban de mi trabajo con sus amigos y compañeros de trabajo.
—¡Noona! —me grita Yeonjun entrando al salón cargado de unas bandejas llenas de aperitivos —El chef Bonnet te envía estos. Aun faltan más pero Jimin hyung los trae en un carrito.
—Bien, déjalos sobre esa mesa del fondo.
—Sip —se inclina levemente obedeciendo mi orden y camina dando pasos largos hasta la mesa que le indiqué.
—Guapo ¿no? —susurra Azami a mi lado —Es imposible que tenga 20 años...
—Ni lo sueñes, sucia. Para ti es un niño.
—Oye, apenas estoy en la flor de la vida con mis 26 años... —me río de manera estruendosa y ella me golpea con diversión y un poco de enfado —¿Quieres que le diga al gerente que estás ofendiendo a una de sus empleadas?
—¡No, por favor ten piedad! —ruego de manera fingida y aprieta mis mejillas con una sonrisa divertida.
—¿Qué hacen? Hay cosas que hacer —reclama Jimin entrando con el carrito lleno de comida y botellas de vino, pero conservando esa sonrisa típica de él.
—Claro, como digas —reclamo —Ya hicimos todo nuestro trabajo, Jimin-ssi —señalo esta vez y niega con la cabeza arrastrando el carrito hasta la mesa del fondo, sin dejar de sonreír.
—Ayúdame entonces, Heesook.
—No, gracias —respondo con una sonrisa fingida y me mira descontento.
—¡Heesook! ¡Ven aquí, malvada! —salgo del salón ignorando sus quejas con una sonrisa y bailando para burlarme aún más de él.
Estoy agotadísima pero ya tengo un panorama para esta hora; tomo el ascensor hasta llegar a la última plataforma y camino hasta llegar a la punta. El atardecer esta llegando y no hay nada mejor que verlo desde el océano, por lo que saco mi teléfono y comienzo a tomar fotografías creyendo que soy genial en ello. Se las envío a mis padres agradeciendo la buena señal WiFi del crucero y apoyo mis brazos en la baranda para tomar aire y recibir la brisa en mi rostro y mi cabello. Escucho un sonido de cámara cerca de mí y volteo con rapidez, notando a un chico de cabello oscuro, un poco largo y ondulado con una cámara profesional apuntando en mi dirección.
—¿Qué haces? —pregunto molesta y avergonzada.
—Lo lamento, te veías bonita con el cielo anaranjado de fondo y no pude evitar tomar una fotografía.
—No es excusa suficiente. Al menos debiste pedir mi autorización...
El joven comenzó a acercarse a mí ignorando mi descontento con la situación y revisando la foto que había tomado con una sonrisa orgullosa. Se podía ver a leguas que era un mujeriego por la forma en la que caminaba y me miraba, deseando que cayera a sus pies.
—¿Quieres ver? —pregunta con diversión en la mirada. Apuesto a que juega con las chicas del mismo modo en el que intenta conmigo ahora. De todos modos asiento, pretendiendo ignorar que esa sonrisa hizo que temblaran mis piernas un poco. Solo un poco. Después de todo, soy yo quien aparece en la foto. Me acerco para ver la pantalla de la cámara y sí, era una foto bonita, mucho mejor de las que puedo sacar con mi teléfono y el cielo anaranjado hacía un buen contraste con mi silueta oscura —¿Ves? Podrías darme tu número de teléfono y te la envío si gustas —dice, removiendo su cabello hacia atrás con una mano y apoyando su lengua en una mejilla de manera seductora.
—Vaya, ¿ese es tu truco? —bufo mirándolo de pies a cabeza.
—¿Qué? —pregunta con una sonrisa de desconcierto.
—Para conquistar chicas.
—No intento conquistarte, intento hacerte un favor, preciosa... —murmura con tono orgulloso y engreído —Jamás tendrías una foto de este nivel.
—¿Y tú qué sabes? Ni siquiera me conoces.
—Porque nadie tiene este talento —insiste de manera socarrona señalando la foto. Que idiota.
Entorno los ojos y niego para demostrarle lo estúpido que acaba de oírse, pero no logro quitar esa sonrisa molesta de su boca. Le doy la espalda y comienzo a caminar lejos de él; no es el primer chico que se me acerca en estos meses y de seguro deben estar acumulados por tanto tiempo sin sexo.
—Más te vale que borres esa foto.
—¡No lo haré! —dice desafiándome en tono burlón.
—¡Más te vale que lo hagas, niño bonito!
—¡Puedes buscarme cuando quieras, preciosa! ¡Mi nombre es Jeon Jungkook!
Que tonto, debería replantearse esa manera tan boba de conquistar mujeres pues con esa apariencia podría hacer que cualquiera caiga a sus pies, menos Choi Heesook, por supuesto.
No caigo en esas tonterías...
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☘ Aᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏs ☘ || Jᴇᴏɴ Jᴜɴɢᴋᴏᴏᴋ
Fanfiction¿Un crucero de lujo más un chico guapo para descansar la vista? La perfección, ¿verdad? Ya quisiera, pero es todo lo contrario. El maravilloso viaje en el "Allure of the Seas" y mi trabajo preciado se ven interrumpidos y destruidos por él. Jodido J...