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Doy el discurso bajo la mirada atenta de todos los empleados -y de Jungkook, que sonríe desde una esquina sin entender nada de mi inglés- y quedo bastante conforme con sus expresiones luego de contestar varias de sus preguntas sin titubear. No miro a ninguno a los ojos, sólo fijo un punto en la pared blanca detrás de todos ellos y me limito a leer la hoja en mi mano.

–Si alguien ha presentado síntomas de resfrío les pido que se acerquen a la enfermería para poder tomar las medidas de aislamiento necesarias y no exponer al resto. Aún no sabemos mucho sobre este virus pero al ser tan contagioso les pido su máxima cooperación. Cualquier duda, ya tienen mi correo electrónico y contestaré lo antes posible. Muchas gracias.

Salgo del salón con los pasos de Azami, Jimin, Yeonjun y Jungkook a la siga, con mis piernas temblando e intentando escapar de allí antes que me pregunten cosas en el pasillo. Siento como si la adrenalina que tenía al hablar frente a más de cien empleados hubiese decaído en mi sistema hasta el punto de desaparecer por completo. Por supuesto que sé que eso no es posible, pero agradezco que al menos tener un pic altísimo de esa hormona me haya ayudado a mantener una postura firme y que plasmara seguridad frente a ellos, aunque ahora era todo lo contrario. ¿Me habrá bajado el azúcar?

—¡Sookie, ¿por qué vas tan rápido?! —pregunta Jimin intentando alcanzarme.

—No quiero hablar ahora.

—¿Quieres que te acompañemos? —Azami me habla con un tono preocupado, pero intentando ocultarlo. Le sonrío de vuelta y respondo.

—No, gracias...

—¿Ni yo? —pregunta Jungkook señalándose con el dedo.

—Tú menos, Jeon —Jimin resopla para burlarse y Jeon lo mira de vuelta con molestia —Quiero descansar un poco antes de que esto colapse aún más.

—De acuerdo —contestan todos, a excepción del pelinegro con la preocupación tallada en su rostro.

Les doy la espalda y camino hasta las escaleras para subir hasta mi cuarto y darme un baño de burbujas bastante merecido. Jamás hubiese imaginado ser responsable de algo así, ni siquiera cuando el señor Halpert me ofreció ascender desde su secretaria a la organización de todo. No quería decepcionar a nadie ni mucho menos dejar una mala impresión de mí y de mi trabajo. Apenas tengo 22 años, joder.

Deslizo mi tarjeta por la puerta y entro desesperada por ese baño, pero antes de poder cerrarla encuentro una resistencia para hacerlo. Me giro rápido y veo los brazos de Jungkook apoyados en la puerta evitando su cierre.

—¿Tú no entiendes con palabras, verdad?

—Ahí dentro es el único lugar en el que puedo coquetear contigo, ¿recuerdas?

—Entonces con menos razón entrarás —espeto, e intento volver a cerrar sin éxito.

—Sólo bromeo. No volveré a coquetearte —entorno los ojos y me cruzo de brazos, sin creerle ni una pizca de sus palabras —Al menos por hoy no.

—No vas a rendirte, ¿eh?

Comienza a entrar lentamente a mi habitación, dando pasos cautelosos y temerosos, mirándome con esos ojos de cachorro que no van con él ni con el resto de su cuerpo tonificado. Mi baño de burbujas tendrá que esperar, pues aunque intente sacarlo a la fuerza de aquí sería sólo desperdiciar energía, que precisamente ahora no me sobra.

Le doy la espalda y me quito la chaqueta para lanzarla a la silla junto a la cama. Toda mi vida he odiado usar tacones, pero en este trabajo es parte del uniforme y aunque son bajos los cambiaría por un par de zapatillas cómodas y aptas para caminar y estar de pie por horas. Los lanzo lejos también y me quedo descalza, sintiendo el frío piso de madera en ellos.

☘ Aᴛʀᴀᴘᴀᴅᴏs ☘ || Jᴇᴏɴ JᴜɴɢᴋᴏᴏᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora