Prólogo

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Hace unos meses de que te fuiste... Ha sido muy difícil sabes, sigo en esta habitación esperando a que entres, que me dediques una de tus sonrisas y me mires con tu mirada enternecida. Te extraño y me haces mucha falta, no fuí buena contigo, me dejé llevar por la rebeldía y el egoísmo, ahora me arrepiento y sé que es demasiado tarde, debí hacer esto antes, debí abrazarte más fuerte, dejar que tú aroma y calidez me envolvieran, mientras tus manos consentían a mi cabello, a mi rostro. Siempre buscaste lo mejor para mí.
Muchas cosas han cambiado, he dejado de morderme las uñas, mi piel ya no tiene marcas, he buscado salir de mi zona de confort, Vale ha comenzado a comer mejor, está emocionada por su primer día de clases en la preparatoria. Papá aún te deja un lugar en la mesa, en San Valentín ha llevado tulipanes a tu recinto, tus favoritos ¿Recuerdas?, Él te escriba cartas muy seguido, de él he aprendido a escribirte porque mientras lo hago espero en algún momento volver a sentir tu abrazo al envolverme en estas palabras... Quisiera soñarte, poder verte en uno de mis sueños con toda nitidez, hablarte. Quiero volver a reír contigo mamá, llorar, disfrutar, hacerlo todo menos discutir, me duele no haber sido buena contigo, me duele haber perdido el tiempo, nunca pude pedirte perdón.

Te extraño y sueño con el momento de volver a escuchar tu voz, volverte a ver en movimiento.
Extraño todo de ti, te extraño. Extraño tu voz, la extraño. Nos extraño. Me extraño contigo a mi lado. Me extraño contigo en el mundo.

Limpio mis lágrimas y cierro el cuaderno. Miró la fotografía de mamá sobre mi escritorio y siento un gran vacío en mi pecho. Todo ese amor, toda esa calidez que no valore y ahora no tengo.

—Sí por mí fuera te iría a buscar hasta las nubes, mamá— susurro pasando mis dedos sobre la fotografía —Me pregunto cómo me habías visto al decirte todo lo que soy...— suspiro.

Miro la hora, 7:32 pm, aún tengo oportunidad de ir a Misi. Estar ahí me hace salir un poco de la burbuja en la que últimamente he vivido. Trabajar en mí es lo que mamá querría.
Tomó mis cosas y bajo con cautela, lo que menos quiero es que Valentina y mi papá se preocupen de mis salidas a estas horas. Valentina en la sala en una llamada grupal con sus amigos de secundaria mientras que papá teje a su lado, ninguno se dió cuenta de mi escape. Logré salir sin ser vista y sé que pueden preocuparse por mí pero desde lo ocurrido con mamá busco mi espacio personal, tiempo a solas, lo que me ha llevado tal vez a alejarme de mi familia, de mis amigos, de mis pasiones orillandome más a mis temores, a la tristeza. Así que he tomado estas salidas al estudio como escape, como una "salvación".

—Hola Ben— saludo, al guardia encargado del cuidado de la escuela por la noche.

—Señorita Garzón, ¿De nuevo por acá? Si la descubren quedaré sin trabajo— dice preocupado, sí mi cómplice.

—Tranquilo, soy cautelosa, soy como un ninja sigiloso— rio. Él suspira.

—Usted y la otra señorita me meterán en problemas, entre ya— me da acceso y yo entro, me cuidado en cada pasillo, a veces profesores se quedan a practicar o a preparar sus clases y Ben no se da cuenta. Por las cámaras no me preocupo, sé que Ben se encarga de eso.
Entro a uno de los grandes salones de baile, saco mi móvil consiguiendo vincularlo a los parlantes del salón, bajo el volumen y busca la canción; lo que hago aquí es sacar nuevas coreografias, sé que la próxima semana que vuelva esperarán lo mejor de mí, no entraré oxidada.
"One Last Time" comienza a reproducirse, lo sé, no es un ritmo al que estoy acostumbrada a usar pero quiero adentrarme un poco más a la danza contemporánea, movimientos distintos, cuadricularme a unos específicos o reglados. No me limito a una sola técnica, lo que me lleva a disfrutar y desenvolverme más. Practiqué paso a paso un par de veces, pero comenzó a desconcentrarme la música clásica del aula de a lado.

El Arte de La Luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora