Emilio
Cuando llegamos a la cocina decidí que tendríamos que preparar algo que lleve cebolla, he mejorado mi habilidad de cortar una, no puedo perder la oportunidad de mostrárselo a Joaco y no sé si podré hacerlo otro día, así que aprovecharé hoy para hacerlo, en verdad espero que lo note, aunque con nuestra conversación anterior podría entender que no lo haga.
-Has mejorado en eso- dice señalando con la cabeza la tabla en la corto con orgullo una cebolla de manera perfecta.
-Sí, diecinueve años después ya se cortar cebolla- río terminando de cortarla, me giro para llegar al lavabo para lavar mis manos, pero al mismo tiempo Joaco iba pasando atrás de mi, así que quedamos frente a frente demasiado cerca, tanto que mi nariz roza la suya, él parpadea rápido mientras aclara su garganta y se aleja de mi.
-Perdón- me doy la vuelta tomando el sartén frente a mi, mientras dejo caer los pedazos de cebolla que suenan al hacer contacto con el aceite caliente, lo levanto un poco separándolo del fuego para que no se queme mientras me giro a ver a Joaquín que se sentó en la encimera detrás de mi.
-Apuesto a que eres el más listo en la plataforma- pensé que estaría enojado o algo así, pero es como si lo que acaba de pasar hace un momento para él no hubiera sido real, como no quiero volver incómodo el momento decido dejarlo pasar como Joaco y siento un gran alivio de que podamos seguir hablando tranquilos.
-Claro que lo soy- enfoco mi atención en el sartén moviendo constantemente su contenido.
-Sabes me volví muy bueno en computación y mi jefe quería que volviera a la escuela, me certificara en ello como especialista en tecnología- dejo caer en el sartén la carne que Joaco ya sazonó y lo mezclo.
-Déjame adivinar, no quieres hacerlo- dice mientras destapa una botella de vino y me mira como divertido de conocerme tanto.
-Me gusta mi trabajo- no puedo dejar de sonreír con su comentario, al recordar lo bien que con él no puedo poner barreras o fingir cosas que no son, puede leerme con solo verme a los ojos como nadie lo ha hecho y no hará jamás, solo el chico de hermosos ojos miel frente a mi.
-Pero podría gustarte más el nuevo, no sé porque no vas a la universidad y obtienes el certificado, no lo entiendo- termina de abrir la botella y deja el corcho a su lado.
-Ahí esta- me mira con el ceño fruncido sin entender de que le hablo así que continúo -el chico que no deja jamás de alentarme- dejó el sartén en su lugar y me recargo en el lavadero para verlo de frente con una sonrisa llena de las emociones que Joaco me hace sentir.
-Pues no lo has visto mucho últimamente- levanta una ceja divertido para después mirarme extrañado, como si se diera cuenta que lo que dijo implica muchas cosas más allá de lo que estamos hablando ahorita.
-Pero aquí está- respondo sin pensar causando que me mire serio, siento que la cague y lo único que se me ocurre hacer para arreglar las cosas es acercarme y servir las copas con el vino que se quedo en su mano después de abrirlo, me quedo una y le extiendo la otra que toma dudoso -pues salud por él- se queda serio un momento pero después me sonríe, chocamos nuestras copas y damos un trago, genial pude arruinar mi error.
Terminamos de preparar la comida y salimos a comer en la mesa del jardín como solíamos hacer cuando éramos jóvenes y él nos acompañaba a Tom y a mí.
-¿A veces te sientes solo?- pregunta de repente cuando terminamos de comer, mientras terminamos la botella de vino.
-¿Me preguntas si estoy soltero?- mi tono de voz sale juguetón sin caer en un coqueteo cínico, es algo más sutil.
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Una parte de mi
RomanceEmilio y Joaquín se enamoraron cuando eran jóvenes, por circunstancias de la vida sus caminos se separaron por muchos años, hasta que la muerte de una persona importante en la vida de ambos los reúne una vez más ¿quedarán rastros del amor que una ve...