¿Eres feliz?

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Emilio

-Deme un segundo por favor- le hablo a la dulce señora frente a mi que esperaba le pagara los objetos que deje sobre la mesa, asiente con educación mientras me giro y camino hacia aquel chico que mira algo en sus manos, no me percato de que es, hasta que estoy a unos pasos de él, ácido amoníaco, leo en la etiqueta de aquella botella que toma con fuerza, mientras toma otra del estante.

-Hola trabajas aquí- el delgado chico de ropas negras y cabello lacio del mismo color me mira con cierto temor en sus ojos mientras se encoge de hombros.

-No señor, busco unas cosas para mis tíos- bajó la mirada antes de hablar llevándola de nuevo al estante frente a él y manteniéndola ahí hasta que hablo llamando su atención de vuelta a mi.

-Eres idéntico a un viejo amigo mío- lo miro tratando de encontrar más parecidos con Manuel aparte de sus facciones.

-Dicen que me parezco a mi padre- su voz suena como monótona, sin emoción alguna dentro de él, sus ojos se ven apagados y me pregunto si su vida esta siendo una mierda como lo fue la mía a su edad.

-¿Sí? ¿Manuel Marcos?- pregunto sintiendo una extraña sensación en el pecho.

Cuando sus ojos se encuentran con los míos no sé leer su expresión es como una mezcla entre sorpresa e inquietud por saber más de él.

-¿Lo conocía?- pregunta levantando una ceja y cierta incertidumbre se refleja en su voz.

-Si, lo....- antes de poder seguir hablando de mi primo soy interrumpido por la voz de un hombre que suena molesto mientras entra al local.

-Maldita sea Arthur ¿cuántas veces tengo que decirte que....?- la pregunta queda en el aire cuando John desvía la vista del chico para enfocarla en mí -Que sorpresa- termina diciendo en su lugar.

-El regreso del hijo pródigo- Mariel habla su característico tono de cinismo y burla que aprendió perfectamente de nuestro padre.

-Mejor aléjate de esa porquerías- le digo al chico frente a mi que me mira confundido, hago una mueca de asco pretendiendo dar media vuelta y seguir con lo que estaba haciendo antes -gusto en verte- le doy una media sonrisa y un asentimiento de cabeza antes de girarme por completo.

-¿Cuánto tiempo ha pasado Emilio?- pregunta John imitando el tono de burla que mi padre usaba siempre, ahora al parecer se impregnó en ellos.

-¿Cómo diecinueve años?- pregunta Mariel viéndome con asco.

Termino de pagar, agradezco a la mujer y tomo mis cosas para salir de ahí, pero siguen estorbando la entrada del lugar, cuando me acerco se plantan frente a mi de forma retadora, pero Arthur mira a John con el ceño fruncido y se hace a un lado para dejarme pasar.

-Gracias- lo miro con compasión y le sonrío de lado, él solo me mira sin hablar y sigo mi camino.

-¿Sabes quién es Arthur?- pregunta Mariel a mis espaldas con cierto sarcasmo y algo en su voz me dice que como si quisieran que el chico piense lo peor de mi.

-Es Emilio Marcos- responde John, puedo adivinar que le han dicho lo peor de mi, pero no me importa así que solo suelto un suspiro y sigo mi camino como si no hubiera escuchado nada.

Cuando llego a la casa de Tom lo último que esperaba encontrar era a Joaquín guardando cosas en una caja, no se si no se ha percatado de mi presencia, lo miro desde la mesa de la cocina mientras él esta en la sala tomando cosas de la pequeña vitrina que se encuentra ahí, dejo las cosas que llevo cargando y lo miro sorprendido mientras me acerco a él.

Me recargo en el marco de la entrada que separa un área de otra y es entonces que me mira dejando de hacer lo que hacía, no me había dado cuenta cuanto ha cambiado su forma de vestir, en realidad no tanto de cuando éramos más jóvenes pero nunca me imagine que lo vería con un pantalón de seda negro con delgadas líneas blancas arremangado al final, dejando ver sus lindos tobillos, acompañado de una camisa negra que tiene abiertos los primeros botones, y unos botines blancos que resaltan sobre tanta oscuridad en lo demás de su ropa.

Una parte de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora