Joaquin
Después de ese encuentro con mi pasado, llegue un poco sensible a casa de mis padres, aquella donde crecí y compartí muchos momentos con personas importantes para mi, incluido él, decidí ir al jardín para sentarme en la hamaca que cuelga del gran árbol que está en una esquina del gran patio donde jugaba de pequeño, necesito estar completamente solo y libre de interrupciones para solo enfocarme en el contenido de lo que Tom quería decirme antes de morir.
Con cuidado abro aquel sobre para leer la carta que dejo para mi, sintiendo mi corazón latir con fuerza dentro de mi pecho ante las últimas palabras que me dirigió aquel hombre que fue como una imagen paterna más para mi durante mucho tiempo, su apoyo en los momentos más difíciles de mi vida fue fundamental para que no me dejara caer.
Joaco:
¿Recuerdas la plaga que hubo en el jardín el año pasado?
El cardo es una hierba obstinada no la puedes arrancar o podarla, tienes que sacarla desde la raíz, mientras cavaba pensaba en ti y en Emilio, tienen heridas que nuca sanaron, han vivido con ellas y ya ni las notan.
El dolor tiene raíces profundas y la única manera de sacarlo es perdonar, a él y a ti mismo....
Mientras dejo que las palabras de Tom lleguen hasta lo más profundo de mi corazón, me es inevitable dejarme llevar por mis recuerdos, específicamente por el día que conocí al padre de Emilio, bueno si es que se le puede decir así, en realidad no fue muy agradable ese momento, sabía que era una mala persona, pero nunca lo había visto de frente, hasta ese día.
Flashback
Emilio y yo ya teníamos unas semanas siendo pareja, nuestras citas siempre eran divertidas, esa no fue la excepción, al menos no al principio.
-¿No te aburres aquí?- pregunta Emilio sin mirarme mientras arregla el motor del coche de Tom dentro del granero, por mi parte lo miro sentado a su lado en la mesa donde tiene las herramientas que le paso cuando me pide.
-¿Cuándo me dejarás ensuciarme las manos?- pregunto divertido haciendo que me mire.
-¿Te las quieres ensuciar?- habla entre pequeñas risas que me hacen sonreír.
-Por supuesto- contesto seguro de mi mismo, pero cuando pone sus manos a la altura de mi cara mientras se acerca un poco me hago para atrás, mi ropa es blanca y no se verá bien con manchas en ella.
-¿Qué? ¿así de sucias?- empieza a mover sus dedos mientras se acerca más a mi.
-No, Emilio, no, vas a ensuciarme- hay cierto tono de advertencia en mi voz pero lo acompaño con una sonrisa divertida mientras me levanto para caminar lejos de él.
-Te comerá el monstruo del pantano- hace una voz divertida mientras grito y corro lejos de él rodeando el auto, me sigue sin dejar de hacer ruidos que nos hacen reír al mismo tiempo.
-No por favor, vas a ensuciarme- hablo entre risas cuando veo que está demasiado cerca, estarme riendo no me ayuda a correr.
-No- grito cuando siento que Emilio me toma por detrás rodeando mi cintura con sus brazos, pero las risas opacan cualquier rastro de mi voz, dejo de reír cuando me doy cuenta que es mi risa lo único que se escucha, preocupado giro un poco mi rostro para mirarlo y lo encuentro viendo fijamente hacia la entrada del granero justamente frente a nosotros.
-Tienes que irte, tienes que salir de aquí- me dice mientras me toma de los hombros y me empuja fuera del granero con su voz llena de pánico.
-¿Qué?- pregunto sin entender muy bien que sucede, pero me preocupa su cara y sus ojos que reflejan auténtico miedo.
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Una parte de mi
DragosteEmilio y Joaquín se enamoraron cuando eran jóvenes, por circunstancias de la vida sus caminos se separaron por muchos años, hasta que la muerte de una persona importante en la vida de ambos los reúne una vez más ¿quedarán rastros del amor que una ve...