Dejarte ir

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Emilio

Me llevaron a uno de los cuartos donde te llevan cuando un policía te va a hacer preguntas a esperar, después de tomar mi declaración y encargarse del cuerpo sin vida de mi querido primo, no sé cuanto tiempo paso, pero no sentí que fuera mucho cuando aquel hombre que en su momento me salvo de la soledad apareció por la puerta con la cara llena de confusión y miedo acompañados de compasión, una extraña mezcla de emociones que de alguna forma son adecuadas para la situación. 

-Manu iba a triunfar, iba a ser padre, hubiera sido uno bueno- suspiro fuerte apartando la vista de Tom recordando el momento de la muerte de mi primo -es la única familia que tuve- no podía dejar de ver el suelo mientras lloraba y hablaba sintiendo que no podía mirarlo a los ojos, ni siquiera estaba muy consciente de lo que estaba pasando, una parte de mi se mantenía en la realidad mientras otra anhelaba que fuera solo un pésimo sueño o una mala jugada de mi mente pero no era así. 

-Mírame hijo- escuche a Tom ya sentado frente a mi del otro lado de la mesa plateada, pero mi mirada seguía clavada en el piso del lugar como si algo la tuviera pegada -dije que me miraras- su voz fue más seria y dura para hacerme reaccionar, lo logro y voltee lentamente mi rostro hacia él.

-El fiscal no te quiere a ti- negó con la cabeza sin dejar de verme con esa mirada de compasión que tenía cuando llego a verme, pero solo eso, ya no había rastros de confusión ni miedo -quiere a Toby- aparto la mirada dirigiéndola a la mesa sintiendo demasiado odio y rencor al escuchar su nombre -si les ayudas, te ayudarán...- iba a seguir hablando pero lo interrumpí.

-Yo lo maté Tom, merezco estar aquí- susurre sin dejar de llorar viendo en el reflejo de la mesa los ojos de mi primo sin vida por culpa de la bala que salió de mi pelea con Toby.

-Si tenías un arma cargada y- suspiró -vas a cumplir sentencia por eso pero hijo hay un motivo para que estés aquí, tienes una vida que vivir- levante la vista al escuchar su voz quebrarse para encontrarme con sus ojos llorosos fijos en mi, no lo soporte y los cerré apretándolos con fuerza -vas a dar pelea y no te rendirás -puso sus manos sobre las mías que estaban esposadas sobre la mesa, apreté los labios y asentí llorando con más fuerza -porque no importa lo que creas- apretó mis manos un poco haciendo que tome valor de abrir los ojos para mirarlo -no eres como tu padre, Emilio no eres como esos muchachos- su voz se entre corto de nuevo, así que apreté sus manos tratando de darle la fuerza que está necesitando -eres bueno y tú eres mi hijo- dijo en un hilo de voz dejando salir por fin esas lágrimas que estuvo reteniendo desde hace rato.

Me incline sobre nuestras manos recargando mi frente en ellas permitiéndome llorar con más fuerza al escucharlo -¿me oíste?- pregunto sin dejar de llorar ni soltarme, asentí mientras me levantaba para sentarme recto de nuevo -si señor- asintió Tom con una sonrisa que me transmitió el amor paternal que no había sentido en todos estos años de vida, hasta que él me trato como si fuera mi verdadero papá.

Después Tom salió para que un policía entrara a hacerme más preguntas, ahora solamente sobre Toby Marcos, las contesté todas, dije todo lo que había visto en ese lugar a lo largo de mi vida ahí y les di la dirección exacta de donde podían encontrarlo, después supe que el FBI llego a las pocas horas y los atraparon a todos.

Fue entonces que hubo un juicio donde tuve que ser testigo de lo sucedido ese día, además de las acusaciones a parte que tenía aquel hombre que dice ser mi padre.

-¿Ve a alguno de esos individuos presentes en la sala?- me preguntó el juez después de leer las acusaciones totales en contra de Toby y su grupo.

-Si- dije firme.

-¿Podría señalar a John Marcos?- lo hice, estaban todos sentados uno a lado del otro frente a mi detrás de la mesa de enjuiciados -¿podría señalar a Mariel Marcos?- lo hice -¿podría señalar a Tobias Cobi Marcos?- mire a mi padre frente a mi, dejo salir un suspiro mirándome con autosuficiencia, como si yo fuera poca cosa , lo señale sin dudar, ganado una sonrisa burlona más de su parte.

Una parte de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora