Capítulo 12. Mal sueño.

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Dormía plácidamente cuando sentí un gran peso sobre mí. Se trataba de Danny, estaba empapado completamente, fue entonces cuando me di cuenta que llovía, mi cuerpo se tensó al sentir el frio y me limité a mirar su rostro. Su semblante era aterrador, eran los ojos más oscuros que alguna vez había visto en mi vida.

-¿Sabes por qué estoy aquí, McLoud?- Habló con lentitud.

No podía moverme, no podía hablar. Era como si mi cuerpo estuviera totalmente paralizado.

-Ya no te necesito más- Dijo ahora muy cerca de mi colocando ambas manos alrededor de mi cuello.- Es hora de deshacerme de ti...

Entonces presionó con fuerza, intente moverme pero fue imposible. Abrí la boca para dejar pasar el aire pero cada vez el espacio era menos, miré sus ojos. Eran los de un loco.

Desperté de golpe y con la respiración entrecortada mi mano se dirigió a mi cuello, el golpe de la lluvia contra el tejado era lo único que se escuchaba además de mi respiración. Todavía estaba oscuro.

-¿Tuviste un mal sueño?- Escuché la voz ronca de Quentin, aun sus ojos continuaban cerrados.

-Si...- Respondí recostándome de nuevo, con la mirada fija ahora en el techo.

Sentí alivio por un momento de que se tratara solo de un mal sueño, pero despertar en esta realidad tampoco me alegraba del todo. Mi vida ahora era un mal sueño, una pesadilla. Y todavía no había llegado lo peor.

Logré conciliar el sueño de nuevo. Desperté cuando los rayos del sol se posaron en mi rostro. Me revolví entre las sábanas y noté que Quentin no estaba.

Por alguna razón me alarmé.

Caminé hasta la puerta y la abrí con cautela, no se hallaba nadie en el pasillo y tampoco se escuchaba algún ruido. Avancé por el pequeño pasillo y bajé las escaleras con lentitud, entonces me encontré con Quentin que tomaba el desayuno mientras leía el periódico.

Alzó la mirada cuando estaba a los pies de la escalera.

-Buenos días...- Sonrió volviendo a su lectura.

Me senté frente a él cabizbaja. El sonido de las agujas del reloj de pared llamó mi atención y me percaté de la hora.

-No sabía que eras de madrugar- Solté sonriendo levemente.

Dio un sorbo a su taza de café y sonrió.

-A estas horas todo es más tranquilo...- Suspiró y bajó el periódico.- ¿Tienes hambre?

Sentía solo una punzada en el estómago, solo para recordarme que era necesario que comiera algo. No sabía si mi cuerpo ya estaba acostumbrándose a la falta de comida. Asentí.

-Solo hay esto...

Me acercó una caja de cereales, el cartón de la leche, un tazón y la cuchara. Lo miré casi con una pizca de nostalgia pues era lo que usualmente mi madre me servía de desayuno cuando era niña.

-Y si quedas con hambre, puedes tomar una fruta- Dijo sin más mostrándome el tazón con manzanas.

De nuevo era bueno conmigo.

-Gracias.

Me serví y comencé a comer, por alguna razón ambos nos miramos en silencio. Aunque sentía que realmente no me miraba, tenía la sensación de que pensaba en otra cosa mientras lo hacía.

No me hacía sentir incomoda el peso de su mirada por muy extraño que fuese. Sin embargo, mis ojos ahora estaban posados en la fotografía del niño y la niña con los globos que había visto al llegar.

Weapon (Arma) - Pausada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora