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–Dobla a la izquierda después del semáforo y entra por la puerta de atrás, por donde está el guardia.

Siguiendo las instrucciones de Niall, Harry aparco detrás del coche de Shawn. Antes de apagar el motor miró el reloj que brillaba en el salpicadero. Eran las nueve y treinta y cinco. Todavía faltaban treinta y cinco minutos para que comenzara el programa.

Sin desatarse el cinturón de seguridad, se volvió hacia Niall y apoyó un brazo en su asiento. Las luces de la calle iluminaban su perfil y añadían un halo dorado a su sedoso cabello. Después de lo bien que habían ido las cosas en el restaurante, Niall se mostraba dé pronto callado y reservado.

–¿Te has divertido durante la cena?– le preguntó Harry.

Niall sonrió y acarició con aire ausente una de las rosas que descansaba en su regazo.

–Sí, claro– contestó con sinceridad.

El alivio deshizo entonces la tensión y la inseguridad que habían ido acumulándose en el pecho de Harry.

–Me alegro, porque yo también.

No había habido fingimientos en aquella velada. Lo supiera Niall o no, Harry le había dado mucho más de lo que había ofrecido a otros hombres, en especial a un doncel, desde hacía ocho largos años: le había permitido vislumbrar al verdadero hombre que se escondía tras su millonario exterior. Y había sido magnífico poder ser él mismo y disfrutar de la compañía de un chico bello y divertido.

Un golpe en la ventanilla de Niall hizo que esta se sobresaltara en su asiento. Se llevó la mano al corazón, miró hacia la derecha y vio allí al guarda de seguridad. Harry le bajó unos centímetros la ventanilla.

–¿Estás bien, Niall?– preguntó el vigilante.

–Sí, gracias Josh– le aseguró Niall –Te presento a Harry Styles.

Josh miró a Harry con atención y tras decidir que no representaba ninguna amenaza, volvió a ocupar su puesto en la puerta trasera del edificio.

Harry cerró la ventanilla nuevamente y Niall dejó escapar un largo suspiro.

–Quizá deberíamos subir– comentó.

–No, todavía no– susurró él, y rozó sus hombros con las yemas de los dedos, descubriendo con placer que la piel de Niall era tan suave como parecía.

–Josh podría...

–Josh no va a volver a molestarnos– le aseguró –Y no puede vernos, Niall. Los cristales de las ventanas son ahumados y todavía no tienes que empezar el programa.

Niall lo miró de soslayo.

–¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Estaba nervioso, Harry lo comprendía. Y por mucho que lo deseara, quería hacer las cosas bien.

–Pues la verdad es que sí.

Se inclinó hacia él y le desató el cinturón de seguridad para que pudiera marcharse en el caso de que así lo decidiera. Niall permaneció sentado, pero a juzgar por la rapidez de su respiración y por la forma en la que los pezones erguidos presionaban bajo la tela de la camisa, estaba muy afectado por su proximidad.

Harry prolongó el contacto de su mano contra la cadera de Niall y acarició su cintura con el pulgar. –Entonces, ¿Crees que esto podría ser considerado como el final de nuestra cita?

Niall asintió. –Sí.

Su voz se había tornado grave y ronca. Lo excitaba. Le hacía desearlo más de lo que ya lo deseaba. –¿Cómo te gustaría que terminara nuestra cita? ¿Con un beso o en la cama?

𝑣𝑜𝑐𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑑𝑢𝑐𝑡𝑜𝑟𝑎𝑠 ;𝑛𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora