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–¿Por qué te sientes en deuda con los McVie?

–Porque me aceptaron completamente y se convirtieron en la familia que nunca había tenido.

Aunque su respuesta había sido directa, Niall detectaba una gran emoción detrás de sus palabras. La deuda que había contraído con los McVie era una deuda de gratitud, basada en el hecho de haber recibido de ellos la aceptación incondicional que le había negado su propia madre. Una parte de él comprendía aquella necesidad de aceptación, que era algo que él misma había luchado por encontrar, una sensación de pertenencia que todavía estaba buscando. Había conquistado la libertad y la independencia, pero todavía no se sentía satisfecho.

Siempre había creído que la completa satisfacción la obtendría con el éxito, por eso le sorprendió la punzada de envidia que experimentó hacia Harry por su estrecha relación con los McVie.

Harry tomó un pedazo de lubina y continuó explicándole:

–Tenía veinte años cuando conocí a Audrey en la Universidad de Chicago. Empezamos a salir y cuando conocí a sus padres, te juro que estaba más nervioso de lo que lo había estado en toda mi vida. Pero a pesar de todos mis miedos a que no me consideraran digno de su hija, a pesar de las enormes diferencias de nuestro pasado, fueron muy cariñosos conmigo. Y cuando John McVie descubrió que estaba haciendo la especialidad en Económicas y que sabía cómo invertir en Bolsa, bueno, digamos que eso facilitó nuestra relación.

Niall rio suavemente.

–Puedo imaginármelo. En ese momento ya vio a su futuro nieto haciéndose cargo de su firma de inversiones.

–Sí, supongo que sí. Cuando terminé la carrera, le pedí a Audrey que se casara conmigo y ella aceptó. Su padre aceptó nuestro matrimonio ofreciéndome un trabajo en su empresa. Por primera vez en mi vida, lo tenía todo. Un trabajo que adoraba, estabilidad y lazos familiares. Me imaginaba estableciéndome con Audrey, creando mi propia familia y dándoles a mis hijos todo aquello que me había faltado en mi infancia. Todavía quiero hacerlo algún día.

Niall terminó de comer mientras continuaba girando en su cabeza el último comentario de Harry, haciéndole considerar sus propios objetivos, que jamás habían incluido la posibilidad de formar una familia. Al menos no de momento.

Niall temía tener que renunciar a todo aquello por lo que había trabajado tan duramente para convertirse en padre y esposo.

Una vez terminaron los platos, Harry volvió a llenar las copas de champán.

–Después de que Audrey muriera, me entregué por completo a mi trabajo. El trabajo se convirtió en mi vida y antes de que me diera cuenta, tenía tanto dinero que no sabía qué hacer con él– sacudió la cabeza, como si estuviera realmente sorprendido por ello –Y después, hace unos pocos años, John se retiró y me ofreció el puesto de director ejecutivo y la posibilidad de ser socio de la firma.

Niall hundió el tenedor en la tarta de manzana que les habían servido durante la conversación. –Es evidente que te ganaste el respeto de John.

–Me gusta creerlo. Pero durante estos últimos años, he estado tan dedicado a mi trabajo que realmente no era consciente de todo lo que me estaba perdiendo de la vida hasta que una noche encendí la radio y te oí en Calor en las Ondas.

-¿Y qué te estabas perdiendo?

–La diversión. La necesidad de estar con un doncel, porque realmente disfrute de su compañía– bajó la mirada hacia sus labios y descendió lentamente por sus hombros desnudos –La verdadera química sexual– susurró –Esa clase de química que me mantiene despierto hasta tarde por las noches y me llena de anticipación durante el día.

𝑣𝑜𝑐𝑒𝑠 𝑠𝑒𝑑𝑢𝑐𝑡𝑜𝑟𝑎𝑠 ;𝑛𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora