CAPITULO VII.- SI ME LO PIDES

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Felicia no podía más de los nervios... ellas estaban allí, en esa habitación, aisladas de las miradas de la gente. Maite Zaldúa ¡Maldita mujer! Tenía la oportunidad perfecta para envolver a su hija en su inmundicia.

Se levantó con el pretexto de ir al tocador, y recorrió el largo pasillo que llevaba al ala de invitados, con su semblante sereno para no llamar la atención. La servidumbre le cedía el paso, después de todo era la madre de la futura marquesa de los Pontones, todo iba bien, estaba contenta de poder arruinar su momento a solas., hasta que intentó traspasar la línea invisible que la guardia de la duquesa había trazado a dos metros de la puerta donde sabía las encontraría.

_ Lo sentimos madame. No puede pasar. Son los dominios de la Duquesa Díaz de Vargas_ La detuvo un guardia que ostentaba varias condecoraciones en la solapa de su uniforme.

A leguas se notaba que era el hombre de confianza de la Duquesa. Ya lo había visto obedecer órdenes de esa mujer, y mover al resto de uniformados.

_ No puede prohibirme el paso_ Respondió Felicia_ Mi hija está allí, necesito hablar con ella.

_Mil perdones_ murmuró el guardia con amabilidad_ Mi trabajo es que se cumpla el protocolo de seguridad de la Duquesa. No puedo dejar pasar a nadie, salvo que la Duquesa me lo indique.

_ Estos no son los dominios de la Duquesa....

_ Lo son, madame. Puede consultar con el marqués si así lo desea._ Respondió el guardia, mientras otro uniformado daba un paso amenazante hacia Felicia.

Felicia masculló una maldición entre dientes y miró la puerta con rabia., después miró al guardia despectivamente. Y se marchó de allí, con una sensación de derrota.

.....

Mientras tanto en la habitación de la duquesa.

_ Eres lo más hermoso que han visto mis ojos_ susurró Maite mientras besaba su barbilla, así como había besado centímetro a centímetro el resto de su piel.

El cuerpo aletargado de Camino la llenaba de amor. Los suspiros de satisfacción que emitía en cada beso, la estremecían de placer.

La amó tanto, con calma, sin miedos. Y fue glorioso. Cada minuto que pasó haciéndole el amor, valió tanto la pena, y de igual manera la llenaba de nostalgia por el tiempo perdido.

Maite acostada sobre la cama, Camino encima de ella. Abrazadas, piel contra piel.

_ ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?_ Preguntó Maite, con una risita orgullosa al más reciente suspiro de satisfacción de Camino.

_ ¡En las nubes!_ Respondió con la voz llena de júbilo_ ¿Tú no?

Maite le respondió con un ramillete de sonrisas, todas ellas cargadas de un profundo significado.

_ Tenemos que bajar_ Dijo Camino, reacia a moverse de entre sus brazos_ Ya nos hemos tardado demasiado. Ildefonso debe estar preguntándose porque nos tardamos tanto.

Maite se movió inquieta al escuchar ese nombre. Camino le dio un espléndido beso y después se levantó en busca de sus ropas.

_ ¿Sabe lo que hubo entre nosotras?_ Preguntó Maite mientras la imitaba.

_ Hay momentos en que parece reprocharme algo. No lo sé_ Respondió Camino_ Y si acaso lo sabe, es demasiado orgulloso como para hablar de ello. Entre él y yo solo hay un matrimonio de puertas afuera. Él sabe que no lo amo, y creo que él tampoco a mí.

_ No me importa la naturaleza de ese matrimonio_ Protestó Maite. Prefería no saber del tema.

Ambas terminaron de vestirse mutuamente. Y después otra sesión de besos.

EL DÍA QUE MAITE VOLVIÓ A ACACIAS  fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora