CAPITULO IX.- PIEDRAS EN EL CAMINO

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Con andar indiferente Maite se acercó a un rosal, y aspiró el perfume de una solitaria rosa roja. Felicia no perdía detalle de sus movimientos, estaba en alerta. Ella estaba segura que en cuanto su hija cruzara la puerta, la duquesa se le iría directo a la yugular.

Sin embargo Maite se tomó su tiempo con una serenidad envidiable. Ya no sabía que pensar de esa mujer.

... Y cuando Felicia respiró de alivio y bajó la guardia, Maite liberó la rosa de su agarre y se acercó a ella con una mirada que haría temblar al mismísimo satán.

_ Espero que este tema quede zanjado, aquí y ahora_ Comenzó Maite sin andarse con rodeos_ Esta es la última vez que le levanta la mano. Es la última vez que le toca un pelo.

_ No será porque usted lo pide, se lo aseguro. No crea que yo disfruto cuando mi hija sufre de algún modo.

_Sufrirá si no le permite tomar sus propias decisiones. De manera que eso hará de ahora en adelante.

_ Me va a perdonar, duquesa. No se lo tome a mal. Mi hija acatará las decisiones que tome su marido, porque es una mujer casada. Y yo soy su madre. Nada va a cambiar eso_ Respondió Felicia, tomando valor a cada paso.

_ Lo del marido ya lo veremos. En lo de que usted es su madre, tiene razón, eso no va a cambiar_ Respondió Maite_ Pero dejará de ser un impedimento para que Camino de a su vida el rumbo que desee. Y ella desea estar conmigo.

_ Quién se cree usted para dictar la manera en que debo educar a mi hija.

_ El tiempo para educarla ya pasó, Doña Felicia_ Respondió Maite con intolerancia_ Es momento de observar y aconsejar. Y yo no esperaría que el consejo sea bien recibido ¿Quién soy? Soy la persona que su hija ama.

_ Eso está por verse...

_ Ya no soy la misma persona que usted hizo echar de acacias. Soy rival de cuidado_ Advirtió Maite sin sutileza _ soy la duquesa Díaz de Vargas, no olvide eso.

_ Sabrá Dios los favores que tuvo que hacer para obtener tan importante distinción. Porque usted y el resto de acacias sabemos que no tiene parentesco alguno con la corona española_ Felicia buscaba la manera de herir a esa mujer, a esa mujer que estaba dispuesta a destrozar a la familia que tanto trabajo le había costado mantener.

_No voy a dar explicaciones. Lo único que tiene que saber ya lo sabe, y tiene que ver con su hija. Camino es todo lo que me interesa de Acacias 38 ¿Y sabe qué? Esta vez voy a ganar _ Respondió Maite con esa arrogancia que Felicia detestó siempre.

_ No pierda su tiempo_ Masculló Felicia_ Ni me haga perder el mío. No tengo ninguna intención de que esta charla se extienda. Camino se queda en donde está, donde debe, al lado de su marido.

Maite la miró durante un minuto que a Felicia se le hizo un tiempo interminable, sin ninguna expresión... eso asustaría a cualquiera, y Felicia no fue la excepción.

_Creo que estás consciente de lo afortunada que eres al ser la madre de la mujer que amo_ Habló Maite finalmente_ Porque es lo único que me detiene de tomar represalias contra ti. Me tienes de los cojones... lo sabes y te gusta tener esa sensación de poder. Pero eso no durará mucho tiempo, Felicia. Llegará el día en que los escrúpulos me rebasen, y tendré que confiar que el amor que nos une a Camino y a mí estará por encima de todo, incluso de ti.

Fue tan impasible al decir eso, que Felicia por fin la tomó en serio, sintió una especie de odio respetuoso hacia ella. Y en el fondo Maite tenía razón. Si se atrevía a hablarle así a la Duquesa era porque sabía que al ser la madre de Camino, jamás se atrevería a actuar contra ella como lo haría si se tratase de cualquier otra persona., Camino jamás permitiría que alguien le hiciera daño, aunque a veces no estuviera de acuerdo con su proceder.

EL DÍA QUE MAITE VOLVIÓ A ACACIAS  fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora