CAPITULO XVII.- TERCER GRADO

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_ Traje a mi hija aquí, porque consideré que era el lugar más seguro. Si la llevaba a casa sería fácil para Ildefonso acceder a ella, en la casa del marqués por igual _ Inició Felicia.

_ Ya lo sé, doña Felicia. Y le agradezco en el alma que haya confiado en mí para protegerla.

_ De cualquier manera, no quiero que piense que esto es definitivo. No se ha salido con la suya.

_ Doña Felicia, no quiero que piense que me he salido con la mía. Camino no es un capricho, de verdad que la amo _ comenzó Maite, tratando por todos los medios ser tolerante con la madre de su mujer.

Felicia no respondió de inmediato, se distrajo mirando con reprobación la vestimenta de Maite.

_ ¿Me escucha Doña Felicia? _ dijo Maite y Felicia volvió al tema.

_ Sería una vida difícil para todos, duquesa. Porque no estamos hablando de salir a la calle vestida así. Estamos hablando de salir a la calle con mi hija y pretender que por su título la gente acepte su estilo de vida sin recurrir a las habladurías.

_ Seremos muy discretas_ dijo Maite_ Nadie tiene porque sospechar de lo nuestro. Solo sabrán que somos las mejores amigas y que nos queremos como tal.

_ Podría empezar por dejar de vestirse así. De qué sirve que se contenga en público si su vestido grita a los cuatro vientos sus preferencias. Una mujer no viste de pantalón, vive con otra mujer y la mira con deseo cuando va por la calle.

Maite guardó silencio, porque Felicia tenía razón.

_ No tiene por qué ser así.

_ Lo será, es inevitable.

_ Dejaré este vestido en casa_ dijo Maite_ Y me pondré el que es aceptado por la sociedad. Miraré a Camino como la miraría a usted si eso la tranquiliza. Estoy dispuesta a someterme a ciertos lineamientos de la sociedad. Lo que sea necesario para estar con ella.

_ Tengo miedo, Maite. Miedo de que usted la deje y ella se quede sin nada, sin el respeto, sin el respaldo de usted. No quiero que mi hija sufra si... esto... no funciona.

Maite sacó una hoja del acuerdo que pretendía que firmara Ildefonso y se lo entregó a Doña Felicia.

_ Existe este apartado del acuerdo que Don Ildefonso debe firmar, doña Felicia. Son párrafos diseñados para darle seguridad a usted. Quiero que usted esté en paz conmigo. Si yo muero, ella será heredera de la mitad de mis bienes.

_ Y qué pasará si se le acaba el amor_ Maite la miró, incrédula _ la posibilidad existe, duquesa. Ahora todo es amor, sonrisas, besos... y otras cosas. Pero que va a pasar el día que despierte y se dé cuenta que ya ha tenido todo lo que quiere de ella. Qué tal que un día descubre que mi hija ronca o tiene hábitos desagradables por la mañana y que no es tan fascinante como pensaba.

_ Eso no sucederá...

_ Esa respuesta no me satisface, Maite_ masculló Felicia _ Va a suceder, porque es la ley de la vida. Y no importa si se trata de una unión normal entre una pareja normal. Cuando pasa la etapa del romance, todo tiende a volverse un desastre. Y pasa toda la vida, lo puedo jurar cuando usted quiera.

Maite pensó en la posibilidad de que algo de Camino no le gustara, pensó algún hábito que no le gustara de ella... pero no encontró ninguno.

_Si yo la abandono o ella a mí, estoy obligada a cuidar económicamente de ella hasta que ella lo decida, con el cuarenta por ciento de mis ingresos mensuales para ser precisas. Todo está allí_ Dijo Maite_ pero eso no sucederá, Doña Felicia. Voy a envejecer junto a ella, es mi deseo.

EL DÍA QUE MAITE VOLVIÓ A ACACIAS  fanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora