Estaban listas para recibir a Ildefonso. No hubo tiempo de cambiar el escenario de encuentro, tenía que ser allí mismo, en el salón donde acababan de entregarse la una a la otra sin guardarse un beso ni una caricia.
Encendieron las luces para borrar la huella de romanticismo que imperaba minutos antes, la chimenea seguía encendida. Ambas vestidas y con el pelo recogido, se sentaron en el sofá de dos plazas, relativamente lejos una de la otra. Fingiendo platicar del temporal que azotaba afuera.
Ildefonso pasó, escoltado por el fiel jefe de la guardia de la duquesa, el capitán Almada. Julia entró con ellos con rostro de preocupación, se mantuvo dos pasos detrás para poner al tanto a la duquesa con un movimiento de cabeza.
Ildefonso se paró frente a ellas mientras giraba su sombrero con las manos, en parte para guardar la compostura. No habló, se limitó a observar.
Allí estaban todas las señales que había ignorado en el pasado, lo había ignorado a propósito porque Camino era la mujer que le convenía como esposa. Había fingido no darse cuenta del enamoramiento que su prometida sentía por su maestra de pintura. Jamás pensó que había pasado de ser un simple enamoramiento.
Bastó mirar con detenimiento el rostro arrebolado de las dos mujeres, había en ambos pares de ojos un brillo de éxtasis que era imposible de ocultar. La naturaleza se encargó de poner al descubierto el escenario sensual del salón cuando un estruendo hizo parpadear las lámparas suspendidas en el techo y las velas ocultas en lugares estratégicos mostraron su tenue luminosidad. La chimenea encendida y la alfombra tan cerca de ella, la mirada de culpabilidad de su esposa.
Toda la verdad sospechada le explotó en las narices. Camino le engañaba con la duquesa, eran amantes... le estaban viendo la cara. Y las muy traidoras pretendían hacerlo legal. Quitarlo de en medio con un convenio que lo obligaba a entregarle a su esposa a esa mujer, a perder sus derechos como marido, pretendían con ese convenio que él tuviera que solicitar permiso para poder hablar con Camino, ni hablar de la condición de no poder estar a solas con ella., siempre con carabina.
La duquesa se levantó, ella lo sabía, sabía que Ildefonso acababa de comprobar lo que tanto quería mantener en secreto para ganar tiempo. Se enteró antes de firmar los convenios, su plan había fallado miserablemente.
Julia se pasó la mano por el rostro con impotencia, se sentía tan culpable de no haber podido con la misión.
... Y Camino no sabía lo que estaba pasando, solo sabía que su marido ya venía cabreado desde que entró a la estancia. Se preguntaba con pavor si él las había descubierto, si alguien le había ido con el chisme.
Ildefonso tomó el jarrón de flores que tenía a la mano y lo arrojó dentro de la chimenea con furia incontenible, haciendo sobresaltar a las tres mujeres.
El capitán Almada entró de inmediato, fusil en mano. La duquesa le indicó con un movimiento de manos que bajara el arma. El jefe de guardia bajó el fusil, pero se mantuvo cerca.
_ Ildefonso_ Balbuceó Camino mientras intentaba acercarse a él, pero Maite la detuvo sujetando su brazo con suavidad.
_ No lo puedo creer, me resistía a creerlo ¡Zorra!_ masculló Ildefonso mientras miraba la manera en que la duquesa trataba de tomar su lugar como protectora de Camino. Eso lo enfureció aún más e intentó acercarse a Camino con intención evidente de hacerle daño.
El capitán Almada se interpuso de inmediato, el golpe de realidad que le dio a Ildefonso la presencia del uniformado no pasó desapercibida cuando dio dos pasos atrás.
_ Ildefonso será mejor que te calmes_ Dijo la duquesa_ No voy a permitir...
_ ¿Desde cuándo? _ Exigió saber_ ¡¿Desde cuándo me engañas con ésta mujer?!
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EL DÍA QUE MAITE VOLVIÓ A ACACIAS fanfic
Fanfiction...Dicen que un viejo amor nunca se olvida. Después de algunos años, Maite regresa al mismo lugar donde fue desterrada por el delito de amar. ¿Llegó de visita? ¿Para quedarse? O para recuperar la otra mitad de su alma.