Capítulo 18

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Thomas Bale

Después de darle una de las camisas más largas que encontré, esperé afuera de mi habitación a que se cambiara. No quería hacerlo pero no voy a arriesgarme a mandarme más cagadas por hoy.

Por gran parte de la noche lo había olvidado pero ahora que estoy en mi casa sigo con la sensación de que tenía que hacer algo importante. ¿Qué era?

Unos pocos minutos después, Emma salió por la puerta vestida con una de mis camisas favoritas. Sin ninguna duda a ella le queda mejor que a mí. Le llegaba hasta casi la mitad del muslo y la tenía completamente abrochada menos los primeros dos botones.

-¿Ya terminaste de repasarme completa? –se paró en frente de mí cruzando sus pequeños brazos en su pecho.

-Creo que tenemos la confianza suficiente, por eso tengo que preguntarte mi duda existencial desde el día que te conocí.

Yo seguía apoyado en la pared de al lado de mi habitación, lo que le dije la puso alerta pero aún así asintió para que siga hablando.

-¿Es tu tamaño normal? ¿No creces más que esto? –señalé su cuerpo, le sacaba poco más de una cabeza.

Intenté permanecer lo más serio posible pero en cuanto Emma largó la primer carcajada, tuve que unirme. Era una pregunta en serio, su cuerpo era tan pequeño que parecía que podía romperse en cualquier momento. Como ese día que quería empujarme fuera de su departamento, ya pasaba a ser adorable.

-Mi tamaño es totalmente normal, gracias por preocuparte. –dijo con ironía, lo cual volvió a hacerme reír y la seguí mientras caminaba por el pasillo.


Volvimos a la zona de la casa donde estábamos hace unos minutos, la sala. Esta vez Emma pudo sentarse de piernas cruzadas, por dentro rogaba que la suerte esté de mi lado y no se le vea nada. No es que no quiera verla, bueno, ustedes entienden a lo que me refiero. Ambos nos sentamos de costado, para así podernos ver a la cara y ella apoyó un brazo sobre la cabecera para así dejar caer su cabeza en su mano.

-Salimos varias veces pero todavía siento que no te conozco. –Emma fue la primera en romper el silencio, parecía inspeccionar cada rasgo de mi cara con cuidado.

-Bueno, tampoco sos muy fácil de descifrar. –ambos sonreímos.

Nos miramos en silencio durante unos segundos pero no fue raro, me hubiera gustado quedarme en ese momento mucho más tiempo. Mirando los ojos cafés de Emma, tan profundos como ella. ¿Existirá alguien que la conozca o llegue a saber que hay en su mente todo el tiempo? Dudo que sea posible, es tan cerrada a sí misma y se le nota.

-Podemos conocernos mejor. –sugerí e hizo como si se lo pensara.

-¿Haciendo preguntas? ¿Tu color favorito, Thomas? –habló como si fuera una niña, era tierno y tonto.

-No, se me ocurrió algo.

-Te escucho. –se puso derecha, poniendo atención.

-Voy a decirte algo, por ejemplo cosas que te gusten y tenes que decir tres cosas. Nada de pensarlo, solo respuestas.

Un "mmm" salió de sus labios como si no le convenciera totalmente, se me acaban las ideas con ella.

-¿Y qué pasa si lo pienso?

-¿Queres saberlo? –guiñé un ojo y ella negó riendo.

-Mejor no, gracias.

-¿Arranco? –esperé a que ella asienta –Tres cosas que te hagan feliz.

Pase lo que paseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora