Capítulo 37

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Thomas Bale

Levanté la vista de las hojas que tenía encima de mi escritorio solo en el momento en que escuché que llamaban a mi puerta. Inconscientemente revisé la hora en mi reloj de mano, eran pasadas la una y media de la tarde.

-Pase. -grité sin moverme de mi lugar, para que la persona del otro lado me escuche bien.  

No seguí mirando hacia la puerta, sino que proseguí con lo que estaba haciendo antes hasta que escuché la voz de una de mis secretarias.

-Señor Bale, está la señorita...

-Lo sé, déjala pasar. Gracias.

La rubia asintió varias veces para después salir de mi oficina. Debería preguntarle su nombre, teniendo en cuenta que lleva varios meses trabajando para mí y parece que me tiene miedo. Tal vez así dejaría de tartamudear cada vez que me habla, es fastidioso. En cuanto escuché nuevamente la puerta abrirse, acomodé mis papeles a mi izquierda para poder verla mejor. Sus zapatos resonaban en cada paso que daba, la reconocería en cualquier lado.

-Podes tomar asiento, Crystal.

Señalé con una de mis manos a la silla que tenía en frente. De mala gana hizo lo que le pedí, acomodando su bolso en la segunda silla que tenía a su lado.

-No tengo mucho tiempo, Thomas. Así que vamos al grano. ¿Para qué me llamaste?

Sonreí con superioridad ante su mal humor más que evidente. Es como yo, odia no tener el control de la situación.

-¿Ni siquiera vas a preguntarme como fue mi día? -la molesté.

Crystal soltó un suspiro con molestia y negó varias veces con su cabeza hasta que por fin me miró.

-Si me llamaste para alguna de tus idioteces, es la última vez que vengo.

-Como podes ver, estoy teniendo un buen día. -seguí hablando, sin hacer caso a lo que me dijo antes.

En frente de mí, ella no parecía para nada feliz. Rodó sus ojos y después se levantó de un tirón de su silla, tomando su bolso a la vez. Aunque no llegó si quiera a llevar su silla hacia atrás cuando hablé.

-Siéntate, todavía ni siquiera te dije para que quería que vengas.

Mi voz seguía divertida, hoy quería fastidiarla.

-Como sabrás estoy muy ocupada, para tonterías llama a tu novia. -soltó enojada.

Estoy bastante seguro de que mi sonrisa se esfumó con su comentario, lo que hizo que ella solté una risa sarcástica e intente echar su silla hacia atrás para retirarse.

-Te dije que te sientes. -esta vez mi voz era más dura que las otras veces.

Crystal parpadeó un par de veces al escucharme, como si no pudiera creer que le esté hablando así. De todas formas, se acercó a mí, apoyando ambas manos encima de mi escritorio para quedar flexionada sobre mí.

-¿Quién mierda te crees que sos? -me miraba con odio.

Esta vez volví a sonreír.

-Tu nuevo socio.

Ella levantó sus cejas divertida y se rio con amargura.

-¿No es un poco pronto?

No hice caso a su comentario y abrí el cajón que tenía a mi derecha con facilidad. Ni siquiera me hizo falta rebuscar demasiado ya que tenía la carpeta amarilla encima de todo, esperando a que la necesite. La tiré encima del escritorio, a solo unos pocos centímetros de dónde Crystal tenía sus brazos. Lógicamente, su mirada fue hacia la carpeta.

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