Capítulo 2

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*Editado*

Llego a la dirección indicada en menos tiempo del que esperaba, tanto que estoy segura que van a llegarme multas en la semana por exceder el límite de velocidad, pero no me importa.

Estaciono mi auto frente a una gran casa de dos pisos llena de gente entrando o saliendo de ella, pensando que nunca creí que escuchar música desde hace cinco cuadras iba a aliviarme.

Repaso con mi mirada a cada persona buscando encontrar la cara de mi hermana, pero por más que no aparece por ningún lado, me percato de que absolutamente todas las personas parecen estar borrachas a más no poder.

Al ingresar a la casa, me golpea una ola de calor que me da ganas de vomitar, definitivamente no extraño las fiestas. Sin embargo, me recompongo rápidamente y empiezo a repasar con la mirada cada habitación por la que paso, desde la sala en donde hay chicas bailando encima de las mesas hasta la cocina que parece el lugar para tener sexo en público.

Supongo que mi cara debe de especificar que no estoy de humor para que me molesten, ya que noto gente que se para a mirarme, pero nadie se me acerca; lo que agradezco.

Una vez que termino de revisar absolutamente cada habitación de la planta baja y sigo sin encontrar a mi hermana, el pánico se hace presente ya que lo más seguro es que en el piso de arriba estén las habitaciones.

Como alguien le haya tocado un solo pelo...

Tomo una buena bocanada de aire, intentando apartar mis pensamientos negativos y sin perder un segundo más, me dirijo hacia las escaleras, las cuales está repletas de gente. Paso con cuidado de no empujar a nadie, lo único que me falta para completar la noche es terminar teniendo problemas con algún borracho que tiene algo que demostrar.

Después de lo que se siente una eternidad y también después de que una chica me haya tirado un vaso completo de lo que huele como ron encima de mi campera, por fin llego a la segunda planta.

Ni siquiera me molesto en intentar sacar la mancha, simplemente me saco el abrigo y lo sostengo en mis manos mientras me dirijo hacia la primera puerta cerrada.

Intento abrirla sin molestarme en tocar y mi corazón se dispara cuando noto que está cerrada con traba. El pánico me carcome y comienzo a golpear con mis puños.

-¡Julia! –llamo a mi hermana menor.

Logro escuchar ruidos del otro lado y golpeo con más fuerza cuando me gritan que la habitación está ocupada.

-¡Julia, salí de ahí! –insisto.

No tardo en escuchar pasos del otro lado, lo que me alivia, aunque no dejo de tocar como loca.

La puerta se abre y me encuentro con un chico de unos diecisiete del otro lado, completamente desnudo si no fuera por su ropa interior que se nota que se la puso apurado.

-¿Se puede saber qué...?

No lo escucho, simplemente lo hago a un lado y entro a la habitación.

Siento un peso menos en el pecho cuando veo a la chica en la cama, si bien es castaña y eso hace que por un momento dude, no es ella.

Menos mal.

-¿Qué mierda? –pregunta ella desde la cama, tapándose con una sábana y no tardo en volver hacia la puerta.

No me molesto en disculparme, no digo nada, solo sigo revisando el resto de las habitaciones.

Una detrás de otra. Entro en las que están abiertas y toco en las que están cerradas, pero Julia no se encuentra dentro de ninguna de ellas.

Pase lo que paseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora