Bien está lo que bien acaba

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Ambos pasamos las cuatro próximas semanas impacientes. Los demás no sabían nada, no se lo habíamos contado, pero nos veían más contentos de lo normal, sobre todo a Loki. Creo que Frigga ya sospechaba algo.

Por la mañana alguien llamó a la puerta. Loki entró y se sentó en el borde de mi cama.

- ¿Probamos otra vez? - asentí. Los dos teníamos los ojos brillantes de emoción y esperanza.

Volvió a poner su mano sobre mi vientre, concentrándose mucho. Unos segundos después sonrió, aún con los ojos cerrados.

- Va, Loki - me quejé sin poder esperar más - ¿Sientes algo?

Abrió los ojos y me besó feliz. No sabía si era un beso de felicidad o un alma por otra alma (quien entendió, entendió).

- Sí - dijo al fin.

La alegría que sentía era tan grade que podría haber estado sin dormir una semana por la adrenalina, pero me contuve y abracé a Loki muy feliz, y él correspondió el abrazo.

- Ahora no sé cómo decírselo a Odín y a Frigga - confesó -. Lo digo porque ni siquiera somos pareja.

- Ah, ¿no? Y yo pensaba que ya estábamos preparados incluso para ir al altar - sonrió -. No creo que les parezca mal, sobre todo porque el más rebelde de sus no hijos (o al menos uno), el que según todos no tiene corazón, va a ser padre.

- Puede que tengas razón - reconoció.

Le cogí la mano tratando de no apretarla, porque mi adrenalina me daba fuerza para cualquier cosa, y estaba nerviosa.

Esto se está convirtiendo en algo un poco... ¿Típico? Quiero decir, los finales felices y todo eso. 

Una historia de lokosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora