El Mago

Capitulo 2

Bosque Dean, Gales año 524 d.C

Pareciera como si el cielo estuviese a punto de caerse a pedazos. Tan solo se ve el resplandor de los relámpagos y el sonido ensordecedor de estos mismos como si una batalla estuviera siendo librada en lo alto del cielo el cual ya está completamente oscurecido. Rayos y destellos apareciendo por todos lados hasta que de pronto, a las afueras del bosque Dean, uno de estos rayos cae haciendo retumbar la tierra cuya fragilidad es fácilmente sobrepasada hasta que sucumbe a la intensidad del impacto, abriéndose hasta formar un cráter.

Un resplandor intensamente cegador aparece entre la cortina de polvo y rocas que se alzan al aire ante el inesperado choque y de entre ésta aparece Metatrón quien avanza abriéndose paso entre el caos, al tiempo que adopta la apariencia de un joven humano de no más de dieciocho años, dejando atrás sus facciones angelicales. Su cuerpo mantiene una forma construida a pesar de todo, sus ojos adoptan un color avellanado y su cabello ligeramente desordenado en color castaño muy claro resalta sobre su piel blanca. A pesar de haber tomado aspecto humano, su belleza se mantiene. Lleva vestimentas humanas de acuerdo a la época, hechas a partir de la piel correosa del buey y sandalias tan rústicas como se esperaría en el año en que se encuentra.

Al salir por completo del cráter donde se encuentra, dirige una mirada alrededor del área donde ahora se encuentra. A pesar de la oscuridad parcial, se alcanza a divisar fácilmente la vegetación que lo rodea. Se trata de un bosque bellamente próspero y fértil a rebosar de los más admirables robles, hayas, tilos, fresnos y abedules hasta donde alcanza la vista. Se percata entonces que hay una villa ahí cerca y de inmediato se dirige hacia ella sin pensarselo dos veces.

El camino de gravilla suelta es difícil de pisar, rocoso y un poco inclinado, tan solo iluminado por la luz de la luna llena que se alza hermosa y serena sobre el cielo nocturno, la única compañera silenciosa. A lo lejos se logra ver la escasa iluminación de un par de antorchas acomodadas estratégicamente a ambos lados de la entrada de la villa. Cerca se encuentra un vigilante quien pese a tener un deber importante en ese momento parece mucho más dormido que despierto, su cabeza inclinándose hacia un lado y otro en un lento vaivén.

Metatrón se detiene apenas unos pocos segundos, reparando en que llamaría la atención si entraba a esas avanzadas horas de la noche, por lo que sin mucho problema desaparece su cuerpo ante los ojos humanos y pasa a un lado del guardia sin ser detectado. Es así como continúa su camino en dirección a las pequeñas y toscas chozas que dan cobijo a sus habitantes, construidas a partir de troncos y ramaje.

Alrededor de quince chozas se encuentran esparcidas a todo lo largo y ancho de la villa por lo que, sin perder demasiado tiempo, se dirige a la primera de ellas, la más cercana. Al entrar se encuentra con una pareja y un pequeño niño recién nacido completamente dormidos sobre un bulto de pieles de animales que los mantienen cálidos. La chimenea encendida crepita mientras es alimentada por el fuego que consume la leña en su interior.

Tal vez porque la noche es fría, al tener una figura humana puede sentir los cambios de temperatura como cualquier otro individuo mortal, lo cual es un tanto extraño para él.

De inmediato se dirige a la siguiente choza donde de igual forma y a juzgar por su expresión, no encuentra lo que está buscando. Y así continúa por el resto de chozas hasta que llega a la que representa el final de su recorrido por la villa y de la cual se logra observar por entre los orificios de los troncos que conforman las paredes, la luz encendida en su interior. Al acercarse, se encuentra con un camino de piedra a modo de guía que llega hasta la puerta de la vivienda. La puerta es igual de rústica y al parecer por su apariencia, muy pesada también, hecha de madera de roble toscamente tallada y elaborada.