El Mago

capítulo 18

Con el rostro apenas un poco alterado en un gesto de confusión la mirada de Rafael recorre al aparente humano frente a él quien acaba de hablarle con tanta familiaridad y desesperación.

-¿Quién eres?- pregunta tras no conseguir reconocer la apariencia humana de Sefield.

-Soy Metatron- responde Sefield antes de desviar su atención hacia el resto de sus compañeros quienes siguen intentando controlar a Bahamut, la bestia lucha con todas sus fuerzas tratando de aniquilarlos con toda la severidad de sus poderosos ataques.

Mientras el encuentro se lleva a cabo tan cerca de ellos, Rafael se toma un instante para analizar los daños en el cuerpo de Elice, notando la cantidad exorbitante de sangre que sale del débil y demacrado cuerpo de la joven chica.

-Haré lo que pueda- responde finalmente a las plegarias de Sefield aunque sin prometer demasiado.

A unos cuantos metros de ellos se encuentra Azrael hincada con el cabello largo y blanco cayendo sobre su rostro como una suave cortina de seda a la espera de el momento preciso para reclamar el alma de Elice. Ambos seres divinos observan al ángel de la muerte con precaución esperando que no haga ningún movimiento.

-Te la encargo hermano- dice Sefield por último antes de ponerse en pie para dirigirse al repugnante ser despiadado que sigue atormentando con su presencia inmunda.

Apenas se aleja se da un intercambio entre Azrael y Rafael, ambos se observan en silencio unos pocos segundos contemplando la posición.

-No la dejaras morir ¿verdad? que aburrido- pregunta Azrael tras un breve instante, sus palabras llevaban un tono más bien comprensivo, su lenguaje corporal expresa resignación mientras hace un ademán con su mano.

La cabellera larga y blanca como la nieve ondea en el aire en el momento en que Azrael se pone en pie para seguir a Sefield. Deja caer su mano derecha y de la nada una reluciente y hermosa guadaña negra se forma en su puño. Al hacer esto una brecha parecida a la corriente de aire cambiando de dirección drásticamente recorre el lugar haciendo que de pronto las miradas de los mortales presentes se adapten y es entonces que son capaces de ver lo que antes parecía invisible ante sus ojos mundanos. Frente a ellos aparecen las figuras de Azrael y Rafael como un espejismo.

-Por favor nadie los toque- advierte Sefield -y a mí tampoco.

Al tiempo que expresa ésta última frase su cuerpo entra en transformación adoptando la figura angelical que le corresponde y la cual ya todos habían visto antes en la montaña.

Abasi apenas puede alzar la mirada lo suficiente para comprender lo que está ocurriendo, se encuentra más allá del límite de sus fuerzas resistiendo por pura voluntad, a su lado Alec y Vincent están en iguales o peores circunstancias que él.

Las enormes y bellas alas de Sefield terminan por aparecer con una leve sacudida y antes de que sus pies lleguen a tocar el suelo por completo el ser celestial se echa hacia adelante avanzando con la velocidad aplastante de un rayo dejando una nube de tierra y césped arrancado. A pesar del tamaño de sus alas el movimiento de éstas es tan rápido que ni siquiera es perceptible ante miradas humanas, una única pluma se desprende por la magnitud de su acción y queda suspendida en el aire, antes de que esa pluma llegue a tocar superficie sólida Sefield ya ha llegado a su objetivo.

Bahamut apenas logra comprender lo que ocurre cuando siente el puño de Sefield estamparse contra su rostro. El golpe es tan severo y veloz que termina destrozando la mitad de la cara del seguidor de Satanás. Sangre, piel, dientes y saliva salen disparados pero antes de que el cuerpo imponente del mastodonte sea lanzado por la fuerza del impacto aparece a su espalda Azrael cortando el cuerpo grueso y macizo en dos. Bahamut no es capaz de hacer siquiera un solo sonido antes de caer muerto en pedazos.