CAPÍTULO 18

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Los días pasaban más rápido, mi madre había dejado de llevarme a todos lados porque Sebastián siempre me venia a buscar y salíamos con Ellie. De cierta forma me sentía un poco mal por usarlo de esta forma. Pero el se había ofrecido, además siempre había alguna chica con la que se encontraba y se perdían un rato mientras nos dejaba a Ellie a mi a solas. No quería saber que hacia y tampoco se lo preguntaría. Solo procuramos unir una sola historia en caso de que mi mamá nos preguntara en la cena.

Mi relación con Ellie crecía cada día más y eso me animaba más a independizarme, habían días que me ofrecía a quedarme en su casa, después de todo sus padres la habían aceptado y ella le había contado que estábamos juntas. Pero que mi madre no quería que nos juntemos más.

Aun así ellos sabían que yo ignoraba esa orden.

Estaba en la oficina donde hacía mi proyecto, era mi última semana ahí. Al fin ya estaba apunto de graduarme. Me encontraba terminando mi tesis cuando entró mi supervisora. Su nombre era Camila, apenas tenía veinticinco años y ya tenía un cargo tan grande. Era alta, esbelta, linda sonrisa, era bastante hermosa y para finalizar, era lesbiana. Y se encargaba de acosarme cada vez que podía. Siempre procuraba no durar mucho tiempo a solas con ella, me ponía nerviosa y lo peor era que ella de percataba de eso.

—Hola hermosa Julie, no había tenido tiempo para venir a ver a mi favorita. ¿Cómo estas? —Pregunto Camila sonriente.
—Hola señorita Camila, muy bien gracias —dije tímida —¿ y usted, como esta?—pregunte dejando de mirar la computadora.
—Te he dicho que dejes de usar el usted conmigo Jul— dijo Camila colocando sus manos en mi escritorio. Me estaba provocando, tenía los tres primeros botones de su blusa desabotonada.
—Lo siento, es la costumbre de educación Camila — dije mirándola fijamente— ¿Puedo hacer algo por ti? —Pregunte  y ella me miro levantando una ceja— digo, porque estas aquí, supongo que necesitas que haga algo— hable rápido y ella empezó a reír.
—Tranquila querida Jul— dijo Camila sonriéndome — solo pasaba para decirte que dentro de un rato vayas a mi oficina — dijo detenidamente tocándose el cabello— para firmar los papeles de finalización de proyecto y esas cositas.
—Uuumm vale esta bien—dije algo insegura— termino de arreglar mi trabajo y en seguida voy.
—Lo se querida— me guiño el ojo— no tardes mucho— dijo y se retiró de mi oficina.

No me gustaba para nada esta mujer. Sabia que traía algo entre manos, tenía mala fama entre los pasantes que venían hacer sus proyectos y más cuando sabe que alguna mujeres tiene los mismos gustos que ella. Y si llamo a mi mamá y le digo. Podría usar toda esta locura de mi madre en contra ella—pensé. Y si luego rechaza mi proyecto. No podía arriesgarme de esa forma.

Negaba pensándolo, tenía que buscar la manera de que esa mujer se alejara de mi. Tenía un collar largo con un anillo con el que siempre jugaba era de mi abuela que me lo regaló una vez. Lo mire pensativa — según todos aquí yo estoy soltera, pero y si digo que volví con mi ex pareja — pensé. Podría funcionar.

Termine mi trabajo y agarre la carpeta con los documentos para que Camila me los firma y ya yo sería una mujer para irme y no regresas más a este lugar. Mis tacones resonaban por el pasillo, arreglaba mi cabello nerviosa, mientras algunos compañeros de pasantía lanzaban miradas curiosas a mi dirección. Normalmente uno siempre iba acompañado a la oficina de Camila. Pero esta vez iba sola, y era porque así lo había decidido ella esta vez.

Nerviosa toque la puerta de su oficina con mis documentos en mano. Se escuchaban varias voces dentro de ella así que decidí esperar antes de tocar nuevamente. —Quizás debería volver más tarde. No, no, no, debo salir de una vez de esto para poder irme —pensaba inquieta. Me movía de un lado a otro esperando a que alguien saliera.
Iba a tocar de nuevo cuando la puerta se abrió y salió Carlos un administrativo de recursos humanos. Cuando me vio sonrió  viéndome de arriba abajo. Le dediqué una mirada nerviosa y puse un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Bueno Camila, veo que tienes trabajo por hacer así que te dejo —le dio un beso en la mejilla y luego me observo — señorita Julie, un gusto verla. —dijo sonriente y se marchó. Era un hombre  bastante escalofriante.
—Ven querida, pasa, no muerdo —dijo Camila divertida y yo reí  nerviosa. Pase a su oficina y me senté. — Veo que trajiste los documentos.
—Si, pensé que debía traerlos —declaré  un poco inquieta.
—¿Por qué tan nerviosa Jul? No te hare nada— dijo Camila con una sonrisa tierna.
—Perdón, es que estoy un poco ansiosa por terminar para poder graduarme —le dije y pareció creerme porque me sorprendió tomando a través de la mesa.
—Los nervios son comunes en estas situaciones querida, así que no tienes porque disculparte— dijo Camila y me acaricio la mano. Y yo le retiré nerviosa. — disculpa no quería incomodarte Jul.
—No pasa nada — dije nerviosa. — Aquí tiene los documentos, faltan algunos que son los que usted dijo que me entregaría.

Estaba bastante nerviosa e incomoda en esa oficina. Si otra persona estuviera en mi lugar quizás se sentirían atraídos por ella. Pero yo no, lo único que sentía era incomodidad y ganas de salir corriendo de esa oficina. Camila miraba los documentos y firmaba algunos y colocaba sus sellos. Giro su silla y busco una carpeta en sus archiveros para sacar otros documentos y hacer lo mismo.

—Listo querida aquí tienes tus documentos ya firmamos — dijo Camila entregándome  la carpeta— Julie, puedo preguntarte algo.
—Si seño… Camila —dije rápidamente y ella sonrió.
—¿Te gustan las mujeres? — me pregunto viéndome con curiosidad.
—Eh, señorita Camila ¿Por qué me hace esa pregunta? — dije nerviosa y una bastante notable porque Camila  se había puesto de pie y caminado hasta mi lado y se sentó frente a mi en su escritorio.

—Sucede que me atraes mucho Julie —me confesó Camila— pero no siento que a ti también te gustan las mujeres pero a veces siento que no ¿estoy en lo correcto? — pregunto con cierta curiosidad.

No sabía que responder, estaba hecha un manojo de nervios en ese momento. Esta mujer no me agrada, no me gusta para nada. Podría ser la mismísima Jennifer López pero no me gustaba para nada.
—Señorita Camila yo.. —iba a decirle que no pero el celular sonó  y ella se levantó para atender. Suspire aliviada y me levante de la silla.
—Buenas tardes — hablaba en un tono serio— Si, con ella habla. Me disculpa un momento — dijo y me miró — Quizás luego podamos terminar esta conversación Julie, si quieres claro — me dijo atrevidamente.
—Con permiso señorita Camila— dije dándome me día vuelta para retirarme de ahí.

Cuando salí de la oficina pude respirar con normalidad. Esta mujer me ponía muy nerviosa y no sabía la razón. Camine rápido a mi cubilo tome mis cosas y me dispuse a salir de ahí. Ya había terminado, mañana solo tenía que venir para retirar mi tesis que ellos me lo iban encuadernar por el buen trabajo que hice.

Esa tarde vería a Ellie en el centro comercial el Sambil, estaba cerca de cada uno para poder vernos un rato. Les escribí por mensaje preguntando dónde estaban y me dijeron que estaban viendo las carteleras de cines. Al parecer querían ver una película, después de todo era viernes y mañana descansaban todos excepto yo. Que debía ir a la oficina a buscar mi tesis.
Fui directo al cine y ahí estaban ellos riendo y peleando porque querían ver. Me acerqué lentamente esperando que no me vieran y abrace a Ellie por la espalda. Ella se asustó y los muchachos empezaron a reír.

—Casi me da un infarto Julie —me regañó Ellie y se dio la vuelta para darme un beso y abrazarme.
—No coman delante de los pobres chicas — Se quejó Ana. Y fui abrazarla y darle un beso en la mejilla.
—Tranquila que para ti también hay amor Anie —Dije haciéndola reír y termine saludando a los demás.

Nos habíamos decidido por una película de terror. Donde la mayor parte del tiempo la mayoría gritaba y a mi me daba risa. Admito que una que otra parte me asusto. Pero vamos es divertido reír de estas cosas. Ellie moría del susto a mi lado, no para de abrazarme y yo no paraba de darle besos para que se calmara.

—Aquí estoy pequeña, solo es una película —le decía para tranquilizarla.
—Ahora no dormiré en toda la noche —confesó Ellie.
—Podrás llamarme y hablaremos toda la noche —le prometí y le di un beso en la nariz, a lo que ella sonrió.
—¿Lo prometes? — dijo dulcemente. Y levante mi dedo meñique para cerrar mi promesa.
—Lo prometo nena— dije sonriendo y la besé despacio. No era una película de amor para estar besándose, pero no me daba importancia.

Mi primer y único amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora