CAPÍTULO 34

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Habían pasado dos días y no sabía nada de Ellie por su parte, no me respondía los mensajes y las llamadas me las colgaba. Carmen me había dejado un mensaje diciéndome que Ellie tenía EPOC, lo que significa, la enfermedad de obstrucción pulmonar crónica.  Carmen me había explicado un poco sobre la causa de la enfermedad.

Suele ser una larga exposición a irritantes que dañan los pulmones y las vías respiratorias. El humo del cigarrillo es la causa principal. La pipa, el cigarro y otros tipos de humo de tabaco. Es lo que me había dicho ella la causa.
¿Tenia cura?.
No.
No tenía ni la más posible cura en el mundo. Solo atrasar el proceso y esperar que sucede.

No paraba de pensar y darle mil vueltas a las cosas. Mi papá  había venido varias veces a mi habitación, para ver como me sentía respecto a la noticia. Le respondía que bien, pero el sabía que era mentira, me abrazaba durante un rato y luego se marchaba. Después de todo aún estábamos de vacaciones y apenas comenzaría el mes de agosto.
Les a ocurrido que no tienen ganas de vivir si esa persona especial no esta a tu lado. Si sabes cómo se siente, entonces me entenderás el porque siento ganas de morir ahora.

No había comido nada desde el día anterior y no paraban de tocar la puerta para que saliera. Pero mis ánimos estaban por el suelo. La única forma de hacerme salir, será que se caiga la casa.

—Espero estés visible — dijo Jackson entrando a la habitación. Me senté en la cama y me vi.

—En lo que cabe estoy visible —dije sin ánimos —¿Qué haces aquí Jack?.

—¿Puedo? — Dijo señalando memo cama y asentí para que el se sentará — primero, buenos días señorita cascarrabias, segundo, estoy aquí porque estoy preocupado por  ti. —Decía dulcemente tomándome las manos. — no  te he visto en dos días y me angustie.

—Pues ya viste que sigo viva y que soy un asco  de persona en esto momento, así que, sino te molesta, seguirá consumiéndome en mi miseria— dije acostándome boca a bajo.

—Se que es un mal día, tu papá me ha contado y lo siento mucho por Ellie —dijo sincero— pero no puedes estar aquí consumiendo te en tu miseria, así como tu has dicho. Tienes dieciocho años Jul, el mundo apenas está empezando para nosotros y hay muchas probabilidades en la vida. Así que te diré que no solo te centres en una sola.

Porque el siempre tenía las palabras indicadas para decirme. Jackson siempre ha estado ahí para mi, sino se fuera ido aún seguiríamos juntos, de eso no tengo dudas. Pero se fue y ahora tengo a Ellie en mi vida. No sé por cuanto tiempo pero quiero estar con ella y apoyarla en todo este proceso. El cual no debe ser fácil.

—Tienes razón, gracias Jack— dije tomándolo de la mano y haciéndolo venir hacia mi para abrazarlo. — no se que haría sin ti.

—Consumirte en tu miseria —repitió y solté una risa. Nos separamos y él quedó a centímetros de mi rostro. Me acaricio la mejilla y ladeo una sonrisa. — Deberías arreglarte y bajar a comer.

—Si, si eso haré — dije nerviosa por estar tan cerca de él. Jackson se percató y me besó la frente.

—Moriría por besarte, pero se que eso costaría nuestra amistad — confesó levantándose de la cama y abriendo la puerta. — No te tardes Guzmán.

Me quedé atónita durante un segundo pensando en que Jack quería besarme. Seguro lo decía para molestarme. Me levanté de la cama busque una ropa cómoda, tome un conjunto deportivo  y entre a ducharme. Luego de terminar de arreglarme, decidí  dejar mi  cabello suelto y baje. Mi estómago rugía del hambre  y cuando llegué a la sala olía muy bien.

Mire ni reloj y eran las doce del medio día. ¿Tanto había dormido?. Entre a la cocina y ahí estaban las chicas Ana, Elena y Jennifer. Riendo de quien sabe que cosa. No se habían percatado de que había entrado a la cocina.

—Buenas tardes chicas — las saludé. Ellas voltearon rápidamente y Jennifer salió corriendo abrazarme.

—No sabes lo preocupadas que estábamos Jul— dijo separándose de mí — y lo mal que también nos sentimos por Ellie. Debe estar súper triste estando sola en ese hospital.

—Si, lo se niñas. Y si quieren marcharse las entiendo — les dije mirándolas — les diría que me iría con ustedes, pero Ellie no me quiere ni ver en pinturas.

—Esta muy molesta Jul, pero tu has tomado una buena decisión en llamar a Carmen— dijo Ana, intentando darme ánimos.

—Lo se, intenta decirle eso a ella — dije sin ánimos. Caminando hacia la nevera para agarrar algo para comer.

—Bueno nosotras ya tomamos una decisión Jul, Marcos nos llevará y Pedro también se irá porque sus padres se lo llevarán a New York para ingresarlo en la universidad — Dijo Elena. Sonreí por él y asentí.

—Esta bien chicas, solo les pediré algo — Dije  bebiendo un poco de jugo que había tomado. — Mantengan me informada de como esta Ellie, por favor.

Las chicas se habían ido con Marcos y Pedro. Ahora solo quedábamos Alejandro Sebastián, mis primos y mis hermanos. Ellos trataban de distraerme para no torturar mi mente pensando en todas las posibilidades que habían para que Ellie superara la enfermedad. Los días pasaban lentos, era una tortura constante.

No dejaba  de ver el celular  a la espera de alguna noticia de Carmen o las chicas. Me decían los mismo cada día. —Ella dice que se siente bien, pero cada día adelgaza más, le cuesta  respirar más. Le han hecho varias pruebas y están probando el tratamiento pero nada hace que mejore— me decía Carmen esa mañana que hable con ella.

Una semana, una jodida semana y no paraba de caminar en mi habitación, había decidido que me iría pero no sabía si estaba bien irme así, Ellie no quería verme. Le dejaba mil mensajes cada día pero todos los dejaba en visto. Estaba agotada, me sentía estresada, sentía que no podía con esto. Sentí que me maree y me senté en la cama.

Intente respirar despacio para calmarme pero sentí náuseas y corrí  al baño para vomitar. Escuche la puerta de la habitación abriéndose pero no podía ver quién era porque yo solo sentía como se me retorcía el estómago mientras expulsaba todo de el. Sentía una manos recoger mi cabello bien y acariciarme la espalda.

—No puedes seguir así Julie — me reprendió Sebastián, mientras me sujetaba el cabello. —Se que estas preocupada y eso te está afectado demasiado.

Me levante del suelo con la ayuda de Sebas, me lavé la boca y me mire al espejo. Él tenía razón, mi aspecto no era ni la cuarta parte de  lo que yo era normalmente. Moje mi rostro y volví  a verme. Mi mandíbula se tensó, vi  el reflejo  de Sebas detrás  de mi por el espejo, me giré y lo abracé. Lloré desconsoladamente.

—Odio verte así Jul, por favor no te consumas tu misma — me murmuraba mientras me tenia entre sus brazos— debes ser fuerte, Ellie no esta muerta, esta viva Jul y  mientras lo este tu deberías darle fuerzas.

—Ella no me quiere ver ni en pintura Sebas, ella me dijo que no quería que estuviera ahí para verla morir —mi voz se quebraba al hablar — Ellie no quiere que este a su lado —solloce mientras lo abrazaba.

—Estoy seguro que solo lo decía para que no te torturaras, pero aún así lo haces.


ELLIE

Llevaba una semana internada en el hospital donde trabajaba mi madre, una semana llena de exámenes, tomografías, radiografías y miles de pruebas de laboratorio. El primer día fue horrible, mi madre me abrazó llorando al verme, me decía que estaba muy delgada que solo había pasado un mes desde la última vez que me había visto.

Dure un buen rato intentado calmarla hasta que llego mi papá y nos abrazó. La última vez que vi a mi padre llorar fue en el velorio de mi hermano menor, perder a un hijo no debe ser fácil y perder a dos, no lo quiero imaginar. Solo espero que sean fuertes. Jul no paraba de mandarme mensajes e intentar llamarme, no podía soportar ver a Julie, no quería que me viera de esta manera.

El tercer día, las chicas junto a Pedro y su hermano vieron a verme, rompí a llorar cuando las vi, me abrazaron y me repetían a cada rato que debía ser fuerte porque había un mundo que debía escucharme cantar. Eso hacía que me conmoviera más.

Pedro se había despedido de mi porque se iba del país, no paro de darme besos en la mejilla y decirme lo especial y maravillosa que era. Adoraba a ese chico, fue mi primer amigo al entrar al liceo y el mejor que he tenido.  —Te llamaré todos los días, espero y me respondas señorita. No olvides que te adoro. — Esas habían sido sus rutinas palabras para mi antes de irse.


Ahora estaba aquí una semana después, postrada en esta cama sin ánimos ni de levantarme. Me sentía demasiado agotada, mis tobillos los tenía hinchados, cada vez me costaba respirar por lo que debía tener un broncodilatador  para poder respirar mejorar cada vez que me costara hacerlo. Y la bendita tos que no paraba de una vez.

Mi mamá había entrado para chequear me como lo hacía diariamente, revisaba mis signos vitales, los monitores y mi respiración. Sentía una punzada en el pecho pero no era tan molesta, hasta que empezó aumentar cada vez más. Y comencé a quejarme.

—Mamá, mamá me duele, duele demasiado — me quejaba agarrándome el pecho. Comencé a respirar rápidamente agitada. Sentía que no podía respirar. — Mamá, ma.. ma.

El monitor comenzaba a sonar rápidamente y mi mamá había entrado en shock, estaba paralizada. Como pude presione el botón de emergencia de la camilla y entraron dos enfermeras y un doctor más.


—Doctora, espere afuera por favor —le dijo el doctor, ella asintió como pudo.

Sentía que mis sentidos se apagaban lentamente y veía todo como ocurría despacio. Solo escuchaba como gritaban las enfermeras y el doctor daba órdenes.

—Doctor, doctor,  esta teniendo un paro respiratorio, la perdemos— repetía la enfermera.

—Tengan listo la  reanimación, coloquen una dosis del antibiótico  —hablaba el doctor mientras revisaba mis signos para ver mi reacción.

Todo se volvió oscuro por un momento, me sentía confundida. Que había ocurrido. Abrí  mis ojos y sentía una presión en mi pecho, no estaba respirando. Me asusté y abrí mi boca para respirar. Las enfermeras aún seguían ahí y el doctor estaba quitando las cosas de reanimación. No tenía ni idea de como se llamaban.


Había muerto.

Mire desorientada la habitación, el doctor me coloco una mascarilla de oxígeno para poder respirar bien o mejor dicho, poder hacerlo. Donde esta mi mamá, intentaba hablar y el doctor me negaba.

—Tómalo con calma Ellie, ya tus padres vendrán en un minuto ¿de acuerdo? — Dijo y asentí —ahora intenta respirar a mi ritmo, uno — inhalaba — dos—exhalaba. — Repitamos una vez más.

Duramos así unos segundos hasta que el doctor quedó satisfecho con los signos que daba el monitor. Me sonrió y se retiró de la habitación. Mis padres no tardaron en entrar a la habitación, mi mamá intentaba no llorar pero aún así sollozaba, tomé su mano y murmuraba que estaba bien.

—Mi niña, no quiero perderte a ti también — murmuraba mi mamá sollozando en mi mano.

—Tienes que ser fuerte cariño — me pedía mi papá besando mi frente — tenemos que serlo, intenta descansar un poco, estaremos aquí cuando despiertes.

Las enfermeras me habían puesto un calmante para el dolor e hizo que me durmiera.  Dormí horas, al menos así lo había sentido. Escuchaba murmullos  en la habitación, seguro eran las enfermeras con algún doctor viendo mi proceso con el medicamento, el cual no estaba haciendo absolutamente nada pero ellos no querían decir nada.

Cuando abrí mis ojos vi hacia la ventana era de noche, podía ver las estrellas ya que estábamos en un piso alto. Cuanto daría por estar acostada en la costa junto a Jul, abrazadas viendo el cielo estrellado. Sentía unas inmensas ganas de  llamarla.

—Julie, perdóname — murmure, queriendo estallar llorando.

—Perdóname tu a mi Ellie— Escuche su voz. Gire hacia la puerta y allí estaba ella.





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A solo 6 capítulos del Final

¿Alguien más quiere llorar conmigo?

Quiero llorar como una  Magdalena y  no detenerme, quizás es porque estoy  en mi semana de sensibilidad.

Les mandamos muchísimo besos, dejen sus comentarios 🥺 me harían muy feliz, y dejen su bella estrellita abajo.

Mi primer y único amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora