#Rubegetta Month

1.- Flechazo.

Sus miradas estaban conectadas, ninguno de los dos decía palabra alguna (pero no eran necesarias en ese momento), los espectadores podían notar a kilómetros que entre ellos dos habría algo y no necesariamente amistad.

—... ¿Que pasa aquí?, ¿Que tanto...?— pero claro, siempre tenía que haber alguien que no entendía lo que sucedía y ese era Lolito.

—Sshhhh...— silencio Luzu mientras le tapaba la boca con su mano.

Cuando regreso su mirada a las dos personas que se veían con intensidad ya no estaban, habían huido.

—Grande Lolito, la cagaste en grande— se burló el búho.

—No pasa nada que tarde o temprano ellos terminaran...— el de sudadera blanca no puso seguir debido a un grito que provenía del bosque —... ¿Tenemos que ir?— pregunto algo asqueado.

—Por supuesto que yes— dijo el de gorrito tomándo la mano de su novio.

—Yo iré arriba, si veo algo se los haré saber— las enormes alas de Fargan se abrieron y después desapareció entre las copas de los árboles.

—¿Vamos?— preguntó Luzu viendo al resto de espectadores.

Tres de ellos asintieron con la cabeza, Lolito seguía confundido pero fue arrastrado por su "niña" al bosque.

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—... ¿Que pasa aquí?, ¿Que tanto...?— pregunto Lolito lo más rápido que sus pulmones le permitieron.

La voz del alcalde hizo que su pequeña burbuja reventara haciendo que regresarán a la realidad. Se miraron con un enorme sonrojo en el rostro el cual no les importo y solo se sonrieron.

—Sshhhh...— silencio Luzu mientras le tapaba la boca al pelinaranja.

Rubius el más alto de los dos le tomo la mano al chico delante de él y lo jalo hasta que entraron al bosque que estaba a su lado.

—Grande Lolito, la cagaste en grande— escucharon al búho a lo lejos.

Los dos seguían metiéndose más en el bosque aún con las manos juntas, al fin de cuentas, aquello no les incomodaba, al contrario, era una sensación cálida.

Cundo creyeron que estaban lo suficientemente lejos para tener privacidad se detuvieron y se miraron una vez más, el ojimorado sentía un revoltijo en su estómago mientras que el ojiverde sentía que sus piernas le empezaban a flaquear, la distancia entre ellos fue disminuyendo de a poco...

Hasta que  Rubius cayó de lleno al pecho de Vegetta.

El pelinegro no sabía qué hacer, levanto levemente la mirada topandoce con un esqueleto el cual se acercaba de a poco, dirigió su mirada hacia la espalda del chico que estaba en su pecho y vio una flecha enterrada.

—¡AAAAAAAHHHHHHH!— el ojimorado solo pudo gritar, algo no muy común en el.

Cuando pudo reaccionar (gracias a que una flecha pasará rosando su rostro) acercó más al castaño a su cuerpo y se cubrió con su escudo mientras se recargaba en el tronco de un árbol cercano. Debido a su grito más monstruos supieron su ubicación y se dirigían a ellos.

«Mierda... Mierda... Mierda...»

Se repetía una y otra vez mentalmente, no sabía que hacer, no traía armas y no podía acceder al inventario de Rubius. Estaban muertos.

O eso creía.

Una flecha cayó justo en la cabeza del esqueleto (que estaba ahora a unos pocos centímetros de el) haciendo que cayera y sus huesos se separan. Más y más flechas iban cayendo en el cuarto del resto de monstruos, Vegetta solo veía hasta que Fargan aterrizó delante de él.