9.- Invierno.

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Los pequeños copos caían de forma lenta dando a entender que el invierno había llegado a Karmaland y la pareja no podía salir de la mansión debido a cierto oso.

—Chiqui... ¿Enserio no puedes salir?— el ojimorado abrazaba con una mano la cintura de su pareja mientras que con la otra acariciaba su cabello ahora blanco.

—Si...— se oyó apenas, el oso estaba recargado en el pecho contrario aferrado a su cuello mientras temblaba.

—¿Tienes frío?— Vegetta tomo su mentón para hacer que lo vea, se veía cansado, sus ojos estaban entrecerrados y parpadeando lentamente.

El oso solo asintió, el ojimorado se separó levantándose de la cama a lo que Rubius soltó un pequeño gruñido que el mayor solo ignoró, cuando regreso a la cama, traía consigo un cobertor aún más grueso que el que tenía la cama y con el tapo al menor.

—¿Mejor?— el ojimorado se sentó junto a él en la cama mientras acariciaba su espalda.

—... Algo— el híbrido estiró sus brazos al amante del morado y este entendió enseguida.

Tomo la cintura de su pareja con cuidado y lo movió hacia el dejando sus piernas a cada lado de las caderas propias con ya mano acariciaba su espalda y la otra reposaba en la cintura del ojiverde.

—Vege...— llamo el menor.

—¿Si?— se empezaba a quedar dormido.

—...Si me llegó a dormir no despertarte.— informo el híbrido.

—¿Es tu invernación?— había recargado su cabeza en la contraria.

—aja...— sus ojos se habían cerrado pero aún seguía algo despierto.

—En ese caso... Descansa y te veo dentro de una semana, chiqui— se despidió besando la cabeza del menor.

No hubo respuesta, Rubius ya había empezado su invernación y no despertaría por mucho tiempo, tiempo en el que Vegetta se encargará de acobijarlo bien para que no pasará frío en ningún solo momento.

#Rubegetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora