23.- Anillo(s).

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Un año... Mañana será un año desde que el castaño le pidió a Samuel ser su pareja... Y que mejor forma de celebrarlo que con una hermosa y deliciosa comida (por supuesto, no hecha por el) y un pequeño regalo de su parte.

—¡Samu! ¡Ahora regresó, voy a la mina!— grito desde la puerta antes de salir.

—Claro chiqui— se escuchó desde la planta de arriba.

—Vamos Coringa— dijo llamando al "pequeño" animal.

Una vez el can estaba a su lado, salió de la enorme mansión y camino hacia la puerta de piedra la cual tenía dos escáneres, uno para que cada uno de los habitantes de dicho hogar, fue un "regalo" del pelinegro cuando Rubén se mudó con el.

El castaño se acercó a su escáner y este hizo que la puerta piedra se abriera, dándole paso a Rubén, el cual emprendió camino hacia la mina.

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Sus blancas manos estaban llenas de ampollas las cuales impedían la correcta manipulación de su pico y apenas llevaba una hora ahí.

Hora en la que no encontró ninguno de los materiales que necesitaba.

Estaba por rendirse pero algo le decía que no lo hiciera, que resistiera, que aguantará por su Vegettita y así lo haría por una hora más si fuera necesario.

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—¿Por qué tarda tanto?— preguntó en voz alta a pesar de estar solo.

Estaba en la casa del árbol, esperando a Rubén el cual había salido de la casa... Desde ayer.

¿Estaba preocupado? Por supuesto que sí, pero esperaría un poco más. Se sentó en una de las sillas que estaban en la mesa, la cual, estaba en el centro del lugar. Soltando un suspiro, se masajeo la sien.

—¡Ding Dong!— logró escuchar.

Con una enorme sonrisa, se levantó de la silla y bajo corriendo del árbol, una vez al lado de la puerta se acercó al escáner y la puerta se abrió.

—Hey, Vege...— no pudo continuar debido a que cierto ojimorado lo abrazó por el cuello.

—¿¡Dónde estabas!?— grito aferrándose al cuerpo del más alto.

—Perdón, no encontré los materiales que necesitaba rápido y se me fue el día en la mina— dijo el castaño acariciando el cabello negro.

—¿¡Y para que necesitabas esos materiales!?— se separó de golpe, veía mal a su pareja y estaba de brazos cruzados pero los separó debido a que Coringa le pedía cariño el cual sin dudarlo se lo dió.

—Bueno... Pues, para esto— del bolsillo de su sudadera saco dos pequeños anillos de oro en los cuales estaban grabados sus nombres —feliz aniversario, nene— dijo colocándole una de las sortijas.

—Rubén... Son hermosos— dijo viendo el anillo en su dedo para después ver al chico que tenía delante el cual le enseñaba su mano, la cual ya traía el anillo propio.

El pelinegro tomo el rostro de Rubén entre sus y de forma delicada beso los rosados labios del menor.

—Te amo— susurro en los labios del ojiverde.

—Y yo a ti— dijo de igual forma para después volver a besarlo.
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Palabras: 484.

#Rubegetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora