8.- Confesión.

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La luna se estaba metiendo entre las montañas dejando a la vista el hermosos sol el cual empezaba a iluminar el pequeño pero próspero pueblo de Karmaland.

Pero eso, a cierto oso no le importó, así que solo siguió bebiendo mientras lloraba.

Cierta pelirroja estaba preocupada, conocía la razón del llanto de su mejor amigo y quería intervenir, quiera ayudarlo, quiera verlo feliz... Pero eso no era su decisión, así que solo tomo el celular y marco un número en específico.

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Las gotas de agua caían de una forma tanto relajante sobre su cuerpo que ni siquiera quería salir... Pero una rubia lo interrumpió.

-¡Vegetta!, Nieves está al teléfono, dice que quiere hablar contigo- aviso Akira del otro lado de la puerta.

-... ¡Ya voy!- algo disgustado salió de la ducha y se enrollo una toalla en la cintura, una vez afuera del baño, le arrebató el celular a su amiga -¿Que sucede, Nieves?- el pelinegro entro a su gran armario para buscar ropa.

-¿Ve-Vegetta?, Nece... Nece... Necesito que vengas a... A casa de Ru... Rubi... Osito- la lenta voz de la pelirroja estreso un poco al amante del morado.

-¿Para que?- dijo después de soltar un suspiro.

-N-No te puedo... Decir... Si se ente-entera que te marque...- se cortó y de fondo se escuchó un "¿Nieves?".

Vegetta enseguida supo que era el castaño el duelo de esa voz, pero se escuchaba diferente, se escuchaba más ronca y algo entrecortada, como si hubiera...

-M-Me tengo que... Ir, ven ra-rápido- la llamada se había cortado.

Cuando el ojimorado reacciono, tiró el celular a la cama y prosiguió a vestirse.

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Las lágrimas ya no salían de sus ojos pero los sollozos aún estaban ahí.

«¿Por qué tuve que nacer así?... ¿Acaso hice algo malo?»

Era muy raro que el de orbes verdes se cuestionara de esta forma, pero cuando lo hacía, vaya que dolía.

Escuchó como el timbre de la puerta principal era tocado, pero no presto atención y siguió bebiendo, lo que mejor sabía hacer en ese estado.

Pero unos fuertes brazos interrumpieron sus acciones.

Con un pequeño salto, se giró y logro visualizar unas hermosas galaxias moradas, las mismas que lo habían cautivado hace meses atrás, se quedó un rato observandolas... Hasta que recordó que ellas habían sido las culpables de su pena.

-¿Que haces aquí?- su voz sonaba firme.

-Nieves me marco diciendo que viniera... ¿Que sucede, Doblas?- el pelinegro se había incado delante del menor el cual estaba sentado en una silla plegable.

-Nada que sea de tu incumbencia- el castaño se levantó para después acercarse al balcón y recargarse en el.

-¿Entonces por qué estás bebiendo?... Solo lo haces cuando algo te pasa- Vegetta se había levantado del lugar pero no se había movido de el, su voz se oía suave y lenta... Algo que odiaba (amaba) el oso.

-... Vegetta... Yo...- ¿Lo haría? Por supuesto que no, podría estar muy borracho, pero todavía tenía sus sentidos al 100... bueno tal vez al 50 -... Necesito que te vayas- se giró solo un poco para ver al pelinegro.

-No lo haré- necio, se acercó al castaño y lo abrazó a su cintura causando un sonrojo al más alto- me quedare aquí hasta que me digas que sucede- recargo su barbilla en el hombro contrario.

El silencio había reinado pero no era ni incómodo ni nada de eso, al contrario, los dos chicos estaban tranquilos.

El híbrido se relajó un poco al sentir los fuertes brazos de Vegetta rodearlo, mientras que el ojimorado se tranquilizó al ver que Rubius no se había negado al tacto.

-Yo... Yo...- empezó a hablar el ojiverde, pero sus nervios y miedos eran mayores.

«Solo dilo... Al final, sí se va, no sería la primera vez, todos lo hacen.»

Sus miedos crecían y crecían, pero una linda voz los interrumpió.

-Anda, dilo- la suavidad de las palabras y el aire que chocaba en usa cuello hicieron que se estremesiera.

-Yo... Te amo Samuel- soltó para después soltar el aire que tenía contenido en sus pulmones.

El silencio regreso y ahora sí que era incómodo... Pero la risa del mayor lo destruyó.

Rubius entro en pánico ¿Se estaba burlando del?, En todos sus años de vida nadie lo había hecho, solo lo veían con asco y desprecio, y lo peor es que la burla dolía más.

-Creí que tenía que decirlo yo si tú no lo hacías pronto- el pelinegro había girado al castaño haciendo que estubieran de frente pero sus manos seguían en la cadera contraria.

-¿Qu-Que?- el oso no entendía nada, absolutamente nada.

-Que yo también te amo tontito- la radiante sonrisa que estaba en su rostro era preciosa.

-... ¿No es una broma?- tenía miedo ¿Que tal si solo se estaba burlando?

-¿Me crees capaz de hacerlo?- una de sus cejas se había arqueado.

-No, pero...- no pudo continuar debido a que los labios contrarios habían hecho contacto con los propios.

-¿Ahora me crees?- dijo una vez se separaron. El híbrido solo asintió atontado.

Después de todo, nunca tubo que sentir miedo, aunque debe admitir que nunca pensó que su confesión sería de esa manera.
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Palabras: 857

Hola Mis Gatit@s cómo están? Espero que bien uwu

¿Les gustó el one-shot? A mí si.

Al principio estaba más seca que el desierto, pero una vez empecé, no había nada que me pudiera parar xd.

Pero ya me voy que es tarde xd.

Sin otra cosa por decir, denle ⭐ y comenten que yo los leeré.

Los quiero.
Chau~💜

#Rubegetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora