6.- HeadCannon

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—¿Búnker?— preguntó el de orbes moradas.

—Listo— contesto el castaño cerrando la puerta de este.

—¿Comida?—Se sentó en el sofá teniendo su mirada sobre el contrario.

—Lista— el ojiverde camino hacia la cocina del de cabello negro.

—¿Familia?— el ojimorado estaba nervioso, aunque no lo pareciera.

—Los traeremos mañana antes del impacto... ¿Estás seguro que funcionara?— Rubius se había sentado al lado del pelinegro con una soda en su mano la cual dejo sobre la pequeña mesa, veía nervioso a este, ¿Que tal si este no funcionaba?¿Y si se les venía la construcción encima?¿Y si...

—Funcionara, solo tranquilizate— el ojimorado había notado el nerviosismo del contrario hací que lo atrajo hacia el dándole un abrazo.

—Vale...— pero eso no era su único temor... Si algo les sucedía, lo más mínimo, ellos dos no se podrían casar.

A pesar de que la boda hubiese cido algo clandestina, los dos la querían, se amaban y querían estar juntos, aunque estubieran engañando a sus mujeres.

El castaño se giró haciendo que su espalda quedará en el pecho del contrario, toma la mano de este y vio el dedo en el que en un futuro estaría el anillo dorado para después entrelazar sus manos, las acercó a su boca y beso el dedo. Vegetta sonrió ante la acción para después esconder su rostro en el cabello del oso.

—Te amo— El híbrido se acurrucó más.

—Y yo a ti— susurro el ojimorado.

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—¡Nieves! ¡Rápido, coño!— la voz del castaño estaba alterada.

La susodicha corría lo más que le permitieron sus piernas mientras traía a Coringa en brazos, una vez estando al lado del híbrido, este la ayudo a subir al cabello.

—Tienes que ir a la casa de Vegetta, recuérdalo, no te distraigas ni te desvies del camino, ¿Vale?— hablo lo más lento que podía a pesar de estar alterado.

Nieves solo asintió, tomo la cuerda del montaje y le indico al caballo avanzar. Una vez Rubius noto que su esposa ya estaba alejada de su hogar, entro a su cuarto de cofres y guardo todo lo que podría llegar a necesitar, salió y fue con Leli, su hija.

—¿Lista?— la joven giro su cabeza y corrió a abrazar a su padre.

—¿Estaremos bien?— la voz de la rubia se empezaba a quebrar indicando que estaba llorando.

—Lo estaremos, lo prometo— el mayor acarició con delicadeza su cabello— Tenemos que irnos, mamá ya se fue y solo faltamos nosotros y Juan Carlos— una vez afuera, se acercó al pequeño cerdo le amarro su correa.

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—Akira, ¿Puedes llevar esto al búnker?— el pelinegro le había entregado una caja llena de frutas a su esposa, claro que está no pesaba mucho.

—Claro— la rubia se retiró de la habitación y enseguida se escuchó como la puerta de piedra era golpeada.

Vegetta creyó que ra Rubius por lo cual bajo prácticamente corriendo, una vez la puerta se abrió, el pelinegro visualizo a la esposa de este junto a Tupack y Coringa, obviamente la dejo pasar.

—¿Y Rubius?— la preocupación se asomó en sus palabras, algo que Nieves noto.

—En... un rato... Vi-viene— la lentitud con la que hablaba la mujer en algún punto estresaba a Samuel.

#Rubegetta MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora