Capítulo 3. "El libro y la anciana roja"

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 Durante años se exhibió la historia de la Isla Rosada, mostrando un lado no tan positivo del lugar, exponiendo el inicio de la gran división de la isla. El gobierno, se vio afectado gracias a esta historia. Un relato de amor y odio que mostraba como una isla que una vez llegó con propósitos de edificar terminó destruyendo todo por intolerancia y diferencias ideológicas. La historia de la isla fue relatada por una persona muy cercana a los hechos, que presenció todo lo ocurrido, la anciana roja, apodada así por la exuberante cabellera que la caracterizaba, fue una mujer que nació consecuente a la gran guerra y la división de zona; su familia era parte importante de las Ruinas de la Zona Roja, siempre fugitivos y viviendo en los escombros de una antigua ciudad, un día esta chica logró adentrarse a el Área Roja y descubrió lo terrible que era el lugar y aunque poseían mejor estabilidad económica que las Ruinas, las condiciones eran mucho más horripilantes.

Martín, fue en busca de la anciana roja la cual vivía cerca de la costa. El objetivo era claro para el joven, necesitaba ese libro. Cuando llegó a la mansión de la anciana tuvo dificultades con la seguridad del lugar, pero, ser hijo del gobernador de la zona más poderosa de la isla tiene sus ventajas y una de estas es que el acceso suele ser ilimitado siempre y cuando no se trate del Gran Bosque o de la Zona Roja. Martín, logró conocer a la anciana roja, ella se encontraba sentada en una gran mesa con abundante comida, poseía unas gafas oscuras y un paño negro sobre su cabeza, la anciana accedió a hablar con el joven, pero, la petición de este no fue de agrado para ella. – Tengo noventaicinco años de edad, mis últimos días los quiero pasar en mi lujosa mansión, ver como mi vida se empieza a apagar y como la zona de los privilegiados se viene abajo, no necesito que el hijo del gobernador venga a darme órdenes o peticiones. – Decía molesta la anciana. – No es ninguna orden, necesito que me brinde información, se lo pido amablemente, necesito estudiar su libro. – Aclaraba Martín. – Me temo que eso será imposible, el libro está en un lugar lejano, lo escondí cuando tu padre ordenó quemar todas las copias existentes, pero, puedo resumirte la información que el libro posee, solo si prometes dos cosas, la primera no mencionarle nada a Fabio y la segunda, utilizar de manera positiva la historia que te voy resumir. –Mencionaba la anciana roja. – ¡De acuerdo! – Respondió Martín.

La anciana roja, comenzó a contarle su historia, de dónde provenía, lo pobre que fue y cómo fueron sus días siendo miembro de las Ruinas. – No fue fácil para mí contar lo que viví, éramos muchos, demasiadas personas de las Ruinas, pero, nos dividimos para salir en busca de cosas necesarias para sobrevivir, un día a mis catorce años me perdí en medio de una recolecta y llegué a el Área Roja, como sabes la relación de la Ruinas con el Área Roja no es la mejor, sin embargo, logré sobrevivir y fingí ser parte de ellos, no logré encontrar a mi familia de nuevo. Las Ruinas, tienen una regla, si te pierdes búscalos de nuevo porque ellos nunca lo harán. El Área Roja, no es un lugar seguro para un niño, es horripilante sus formas de castigo, mantienen encerradas a las mujeres mayores de dieciocho años en jaulas y solo son libres si estas son madres o niñas. Lo hacen porque ven a las mujeres como trofeos, cuando alguien roba o es considerado enemigo de la zona los clavan en grandes estacas, los desuellan vivos para terminar quemándolos. Existen plagas de ratas, piojos, cucarachas, no hay unidad; el lugar es un desastre, sin contar las condiciones extremas de pobreza que viven. En ese momento me di cuenta que las Ruinas eran por mucho una mejor población.

Los relatos de la anciana sobre la deplorable vida del Área Roja no parecían terminar. – Luego de ver todos estos sucesos no sabía dónde refugiarme hasta que conocí a Alfonso, un joven de quince años que realizaba expediciones en la zona. El chico, me defendió desde el primer momento que nos conocimos, me sentía refugiada. Alfonso, sabía utilizar armas y sabía protegerme, de esa manera comencé a enamorarme de él, de su hermosa sonrisa y de sus ojos azules, pasamos los dos días completos de la expedición juntos, fue maravilloso, viajamos por las antiguas ruinas de la zona, con el temor de encontrarnos a algún forastero del Área Roja en el lugar, pero no pasó así. La ciudad abandonada era enorme y aunque todo estaba destruido y desértico no dejaba de ser hermosa, no fuimos tan lejos, no podíamos perdernos, si eso pasaba nunca regresaríamos. Las Ruinas, son muy grandes y no aptas para cualquiera, si entras ahí durarás semanas en salir y si es que sobrevives a la población de la ciudad, o si te encuentras a algún "animal inusual". –Relataba la anciana. – ¿Animal inusual? – preguntó Martín. –Exacto, las Ruinas están muy lejanas del Área Roja y a la vez muy cercanas al Gran Bosque, si te adentras mucho en la zona podrás encontrar "Zulos, Lóbregos" y diversas bestias sumamente peligrosas, las Ruinas suelen matarlas y alimentarse de ellas, pero, algunas veces ocurre lo opuesto. – Añadió la anciana roja. – Finalmente, Alfonso y yo establecimos una conexión especial esos días y me ofreció irme del lugar con él a lo que claramente accedí, me escondió en su barco y huimos, pero, ahí no acaba la historia, no todo fue color de rosa, el padre de Alfonso se enteró de lo ocurrido y ordenó devolverme al lugar, pero, Alfonso se sacrificó y pidió que lo encarcelaran porque el error lo había cometido él, su padre se negó ,pero, el gobernador accedió a la petición y ordenó al padre de Alfonso darme lo necesario para tener una vida digna en el lugar, y así fue, Alfonso murió en prisión y su padre también lo hizo con los años y de esa manera logre vivir durante tanto tiempo en la Zona Blanca, he sido la única inmigrante del lugar. – Contaba la Anciana Roja.– ¿Cuándo comenzó el libro? – Añadió curioso Martín – Justo después. El libro, era un éxito, porque relataba todo esto que te acabo de contar más detalladamente, pero, años después con la aparición de Quimérico, todas las copias fueron quemadas y destruidas a causa de esto escondí la original y tu padre nunca la pudo encontrar, el libro estuvo durante mucho, el tiempo suficiente para que las personas conocieran de los horrores del lugar. – Concluía la anciana.

Martín, asombrado por la historia logró concluir parte de su reporte aunque nunca consiguió el libro rojo. Pudo alcanzar los relatos de la autora de este, Martín tenía la información necesaria para visitar la Zona Roja, sabía lo necesario, iban a ser solo dos días en el lugar y necesitaba que Fabio cambiara de opinión respecto a Quimérico, que detuviera el proceso y que mejor que su propio hijo para mostrarle lo horrible que puede llegar a ser la Zona Roja y lo injusto que puede ser Quimérico. El plan ya estaba listo, Martín le diría a su padre que se iría por tres días a visitar nuevas tierras del lugar, mientras aprovecharía el momento para escapar a la Zona Roja con su mejor amigo Francisco para la expedición. A solo un día del viaje, Martín, no podía dejar de sentirse entusiasmado por lo que le esperaba del otro lado, escribiría un reporte tan profundo sobre las vivencias del lugar, algo así como el libro rojo, solo que esta vez no sería quemado como lo fue este. El artículo que escribiría sería sublime, tan sublime que hasta su padre se conmovería por sus letras y palabras.

La Zona QuiméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora