El libro rojo cayó en el suelo. Martín parecía no entender, su rostro mostraba confusión y estrés. El chico se alejó en el pasillo, le pidió ayuda a Mateo y Esmeralda para curar al Lóbrego y estos accedieron.
- Creo que acamparemos con las Ruinas cerca de este edificio, cuando hayan acabado con la criatura pueden unirse al grupo de nuevo. - Explica tímidamente Esmeralda para después retirarse. Martín comenzó a curar a la bestia y esta quietamente movía su cabeza acariciando a Martín en forma de agradecimiento.
- ¿No es extraño? Hace unas semanas huíamos de una bestia como estas para intentar salvar nuestras vidas y ahora estás curando a una. - Dijo Mateo para intentar romper el hielo. Sin embargo, Martín no decía nada y solo se concentraba en curar a la bestia.
- ¡No ha sido culpa de nadie todo esto que ha pasado mucho menos mía! - Gritó molesto Mateo.
- No entiendes nada. No tienes idea como me siento, algo se ha destruido Mateo. Creo que he perdido el enfoque, mis valores... - Contestaba Martín.
El joven de cabello rojizo respiró profundo y se acercó a Martín abrazando su espalda.
- Todos tenemos miedo, todos hemos perdido el enfoque. Te entiendo, pero, tienes que tener esperanza, no la puedes perder, no puedes perder tu enfoque, porque si es así lo vas a perder todo. - Consolaba Mateo a su amigo. Martín se volteó y miró fijamente a Mateo.
- Me has dado fuerza para enfrentar esta parte de mi historia, sin ti sería un cadáver en algún edificio de esta ciudad. Si hay victoria para ambas zonas fue un trabajo en conjunto. No es contra ti Mateo, mi sentir no es contra los injustos, solo tengo mucho miedo, eso es todo. - Dijo Martín triste por lo que estaba sucediendo. Mateo, acercó sus labios a los de Martín y le dijo que siempre estarían juntos, que siempre lo iba a proteger, continuamente, Mateo sujetó el cuello de Martín y lo besó vehementemente. Martín solo sonrió tímido y abrazó al chico.
Las Ruinas se encontraban acampando en medio de dos edificios destruidos bajo una noche despejada.
- Verónica calentaba sus manos cerca de una fogata y no se comunicaba con ninguna persona de las Ruinas.
- Deberías comer algo. Nos falta camino aún para llegar al Área Roja. - Aconsejaba Donovan a la chica.
- Creo que no tengo mucha hambre. - Respondió ella.
- Pues tal vez si tengas ganas de tener esto. - Añadía Donovan mientras le daba una pistola a escondidas. Verónica solo sonrió al chico. Elías se colocó en el centro del campamento en ese momento.
- Tengo que comentarles algo muy importante, Helena necesito que vengas aquí al centro conmigo. Ya todos saben que Helena y yo estamos juntos desde que estamos en el ejército. Es el amor de mi vida por lo que quería aprovechar esta oportunidad donde todos estamos unidos para pedirle la enorme bendición de los espíritus para pasar el resto de nuestras vidas juntos. - Decía Elías con lágrimas en su rostro mientras veía a Helena.
- Sin duda alguna quiero pasar siempre a tu lado. - Respondía la chica mientras lo abrazaba y todo el ejército aplaudía. Verónica veía la escena con una sonrisa en su rostro mientras que Donovan contemplaba su sonrisa encariñado con esta.
Cuando el ejército se preparaba para dormir se observó entre los edificios salir a Martín y a Mateo con un lóbrego detrás siguiéndoles los pasos. Todos se quedaron asombrados por ver la inmensidad de la bestia, aunque ya Esmeralda les había advertido.
- Sé que es complicado, hasta hace poco no se habían visto espiritus de la bestia dentro del archipiélago, pero, si voy a dirigir esto, lo voy a hacer junto a este lóbrego. Aclaró Martín al grupo.
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La Zona Quimérica
MaceraEn una isla donde se divide a la población según su clase social. Se pretende crear un proyecto donde las personas puedan vivir la vida que siempre han anhelado por medio de un sueño eterno. Martín siendo un joven privilegiado de la zona más poderos...