Capítulo 10. "El Coloso Oscuro"

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El edificio comenzó a temblar, la familia estaba preocupaba por la situación así como los jóvenes, cuando de repente una enorme bestia entró por el lugar, una de gran tamaño, alta, oscura y con aspecto felino. Un lóbrego hacía temblar el lugar y al grupo

- ¡Martín, aléjate de esa cosa! - Gritaba Mateo con desespero. La bestia se lanzó sobre la familia arrancándole la cabeza al padre de una sola mordida. Martín y Mateo, se arrastraron hasta llegar debajo de una mesa, mientras el lóbrego asesinaba brutalmente a la familia, y un charco de sangre se expandía por el suelo manchando la ropa de Martín.

La bestia se movía por el interior del edificio dejando un rastro de sangre que chorreaba de su pelaje y bigotes. Martín y Mateo, se escondían debajo de la mesa, mientras la bestia devoraba los restos de la familia.

-¿Qué es eso?- Preguntaba Martín horrorizado por la escena que había presenciado.

- Es un lóbrego, una de las bestias más características del Gran Bosque, a este punto de las Ruinas comienzan a salir por la cercanía que tenemos al lugar, necesitamos escapar cuando la bestia se duerma.- Respondía Mateo alarmado por la situación.

Los jóvenes esperaron alrededor de cinco horas a que la bestia abandonara el lugar, sin embargo, esto no dio resultado. La bestia comenzó a dormirse después de unas horas. Mateo, agarró su lanza con una mano mientras que con la otra le sujetó el brazo a Martín y salieron corriendo silenciosamente del lugar.

Ambos corrían a lo largo de un pasillo en ruinas, en ese momento presenciaron cómo temblaba el lugar y vieron a lo lejos a la enorme bestia persiguiéndolos, y produciendo rugidos que rebotaban en las paredes y hacían vibrar el suelo. En un instante Mateo cayó en un agujero, que daba a una especie de sótano.

-¡Rojo!- Gritaba aterrado Martín.

- ¡Huye Pecas te encontraré en la salida trasera del edificio, pero, corre de la bestia! - Martín siguió el consejo y huyó lo más rápido posible del lugar. La bestia de gran tamaño lo perseguía, gruñía ferozmente y comenzaba a destruir la edificación con su paso, mientras le pisaba los talones a Martín.

- ¿Me escuchas?- Gritaba Mateo desde lo profundo del sótano.

- Casi no te escucho, pero, entiendo lo que dices. - Gritaba Martín agitado. La salida se encontraba próxima y se observaba un enorme precipicio en esta.

-Tienes que saltar Martín- A lo que este último respondió con un grito que hizo eco en todo lugar

-¡No! ¿Me quieres asesinar, Rojo?

- Mateo gritó seguidamente - ¡Salta! - Martín, únicamente cerró los ojos mientras sentía que el suelo se desprendía de sus pies y que el viento ingresaba rápidamente por sus pulmones. Mateo, desde el sótano que también llegaba hacia el precipicio, sujetó a Martín, mientras la bestia siguió cayendo precipicio abajo y el sonido de su caída sacudió tanto los suelos que las últimas columnas de la edificación se vinieron abajo.

Martín, mantenía los ojos fuertemente cerrados hasta que fue interrumpido por su compañero.

- Ya puedes abrir tus ojos y aflojar un poco las manos. - Dijo Mateo agitadamente. Martín con su cara blanca casi similar a una hoja de papel se lanzó sobre Mateo y le abrazó temblando.

- Entiendo, la sensación ¿Son aterradores cierto? - Decía Mateo para sobrellevar el momento incómodo. Martín solo podía responder titubeando.

- Esa cosa estuvo a punto de devorarme, siento que me hice encima. A lo lejos se escucharon algunos rugidos.

¡No puede ser! Esa cosa no murió. Comentó Martín asustado.

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