Capítulo 6. " Las Grandes Bestias"

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 El Gran Navegante, estaba siendo atacado desde lo más profundo del mar. Los hombres de expedición disparaban a lo lejos, pero, era imposible ver con exactitud que los atacaba. Francisco fue a buscar a Martín en el escondite, pero, abrir la puerta le resultó más complicado de lo que él pensó, luego de hacer suficiente fuerza para abrirla Martín pudo salir del lugar. Francisco y Martín, se dirigían al sector donde se encontraban los hombres de expedición batallando contra la criatura desconocida. La niebla era demasiado abundante para poder observar el peligro, pero Francisco y sus hombres sabían que lo único que podía generar tal ataque era una bestia marina, las más grandes y poderosas bestias que pueden rodear el Gran Bosque. Francisco activó escudos para poder proteger a la embarcación, pero, las gigantescas olas y el rugido potente y temible que ascendía de lo profundo del mar lo hacían temblar de miedo.

La bestia, parecía jugar con la embarcación ya que se movía lentamente alrededor de esta y la golpeaba con partes de su cuerpo. Los hombres de expedición sacaron sus mejores armas, todos ponían en riesgo su vida para poder defender a el Gran Navegante.– ¿Qué hacemos ahora? – Gritaban con desespero los hombres de expedición al no encontrar a la bestia. –Eleven sus armas, estamos siendo atacados por una bestia marina y no por cualquiera, por una muy peligrosa. – Respondía Francisco con temor. –Nunca hemos enfrentado una bestia de tal magnitud, batallaremos y moriremos si es necesario, nos defenderemos los unos a los otros y destruiremos a esa basura marina que nos quiere hundir. – Verónica, alentaba a los hombres de expedición. Martín, tomó un arma y fijó su vista en dirección al mar cuando de repente una inmensa "araña marina" o conocida por su nombre como Pexillom, ascendió de lo más profundo del mar mientras una extensa capa de niebla bordeaba su cuerpo. Francisco y los hombres de expedición dispararon repetidamente a la bestia, pero, esta era muy resistente al leve daño de que le provocaban.

Los hombres de expedición estaban aterrorizados cuando vieron por primera vez a la criatura y cuando esta caminaba por encima de ellos. Una enorme bestia con apariencia similar a una araña de color amarillo, sus rugidos sonaban fuertemente y eran increíblemente agudos. Los hombres continuaban disparando pero derribarla era casi que imposible. Francisco, cambió de plan y activó las armas lanza fuego de la embarcación para atacar a la bestia. – Su punto débil son las patas, he investigado sobre esto Francisco, lánzale fuego a las patas para derribarla. – Gritaba Martín a Francisco. Francisco obedeció a su amigo, y resultó un tanto satisfactorio, la bestia cedía ante el fuego proveniente de las máquinas especializadas de la embarcación y aunque la bestia se debilitaba no fue suficiente para derrotarla. El Pexillom, movió fuertemente una de sus enormes patas envueltas en fuego contra la embarcación y producto de este gran golpe, muchos hombres de la embarcación salieron disparados y cayeron al mar; unos cuantos cubiertos de fuego.

El Gran Navegante, perdía velocidad después del ataque y la bestia enfurecida perseguía a Francisco y a su equipo. Verónica, dirigía a los hombres de batalla para seguir atacando a la bestia, pero, esta se movía mucho más rápido que la embarcación hasta el punto de lograr alcanzarla. –Tenemos que huir, estamos cerca de la Zona Roja. – Decía Francisco angustiado. – No podemos hacer eso Francisco, moriremos al llegar, hay muchos riesgos y uno de ellos es llegar desarmados a la zona. – Alertaba Verónica con preocupación – ¡Debemos saltar o todos moriremos! – Ordenó Francisco. La bestia seguía golpeando la embarcación con fuerza y se adhería a esta para sumergirla en lo más profundo del mar, los soldados no dejaban de batallar con la bestia y muchos morían en el intento. La gran bestia, lanzaba sus patas puntiagudas en contra de la embarcación y en uno de estos intentos atravesó a Lucía y a otros hombres de expedición y posterior a esto los sumergió en el fondo del mar. Francisco, dio la orden a todos los soldados de saltar al mar ya que la embarcación estaba en pedazos. Martín, Francisco, Verónica, Mario y Josué, intentaron mantenerse unidos al saltar, por otro lado los hombres de expedición se lanzaron junto con ellos, pero, muchos fueron sumergidos junto con la bestia a lo más profundo del mar.

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