Capítulo 4. "Entrada y Salida"

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 Eran el gran día del escape, un veintidós del mes seis, en el cual Martín se entregaría a los brazos de la osadía y cumpliría aquello que juró hacer. Su sed de información y su curiosidad lo llevaron a decidir algo que jamás hubiera imaginado. La Zona Blanca, siempre fue un lugar maravilloso, lleno de hermosos escenarios, repleto de gente optimista y de lujos por doquier. Nadie nunca fue pobre en este lugar, lo que querían lo tenían, pero, según Martín esto precisamente enfermó a la zona, la llenó de personas vacías que con el tiempo dejaron el optimismo de lado y optaron por el egocentrismo. La Zona Blanca, se había convertido en un criadero de narcisistas, porque cuando un líder está seco es porque sus seguidores son arena propia del desierto más árido.

Martín, esa madrugada no logró dormir en absoluto, sabía lo riesgoso que iba a ser el viaje que emprendería ese día. Saldría con Francisco y su equipo a las cinco de la tarde, por lo que desde muy temprano estaba despierto alistando sus cosas, preparando lo necesario para el viaje e incluso adjuntó a su equipaje armas por si las cosas se salían de control. Martín, estaba dividido, una parte de él sabía la importancia del viaje para su vida y la zona; pero otra parte de él conocía los riesgos que esto significaba y lo mucho que podía cambiar su vida ir en contra de su familia, en contra del gobierno que lo alimentó desde niño y en contra de la zona que compartía y expresaba ciertas actitudes, pensamientos, conductas y valores que a él le desagradaban. Tenía que salir esa tarde por las enormes escaleras del edificio principal del gobierno, ver a su padre a los ojos y fingir como si realmente fuera a la casa de un amigo, para Martín mentirle a su padre no era tarea fácil siempre mantuvo una relación de respeto con Fabio, sin mentiras, sin preguntas, sin engaños, sin nada inapropiado. Ese día, Martín haría todo aquello que nunca se imaginó hacer, rompería todas las reglas y barreras que una vez se entrometieron en su vida para realizar sus proyectos.

El sol del mediodía comenzaba a hacer su aparición. Fabio conocía demasiado a su hijo, sabía que había algo que le incomodaba, sabía que podía estar envuelto en una aventura adolescente. Ese día lo vio salir muy temprano en dirección a la costa, le dijo que iría a admirar el mar con su mejor amigo Francisco, pero, esto no dejaba de ser una situación extraña. Su relación con Francisco venía deteriorándose con el tiempo y ahora simplemente eran buenos amigos de nuevo. Fabio y Martín, pensaban demasiado ese día, sus mentes se encontraban estacionadas en lugares distantes, no obstante, Fabio, no tenía el suficiente tiempo para pensar en su hijo, veinticuatro solicitudes nuevas llegaron ese día para ser parte de Quimérico, veinticuatro personas que habían decidido ir directamente hacía el mundo construido para los soñadores eternos.

Camino hacia la costa Martín no podía dejar de pensar en el viaje que realizaría. El sol, centelleaba brillante aquella tarde, las olas golpeaban la arena con furor. Francisco y su equipo se encontraban preparando al Gran Navegante, todo estaba casi listo faltaban cuatro horas para que Francisco, Martín y el equipo hicieran la expedición a la Zona Roja. Martín, llegó donde Francisco y le brindó ayuda necesaria para poder acelerar el viaje y salir lo mas antes posible. – Faltan cuatro horas o incluso menos para partir. Saldremos por el costado de la isla cerca del Gran Bosque, por lo general lo hacemos en la costa opuesta, pero, esta vez lo haremos en esta para evitar que tu padre y el gobierno nos detenga. – Francisco, describía con nerviosismo la estructura del plan. – Todo está listo, logré engañar a mi padre, Fabio y sus aliados jamás pensarían que estoy haciendo esto, no les pasa por la cabeza. – Añadía Martín. – Perfecto, es hora que conozcas a mi gente, ellos son los que nos acompañan siempre en las expediciones, Josué, Lucía, Mario y Verónica, son los líderes del Gran Navegante junto conmigo, todos los demás son hombres de expediciones que ayudan a hacer nuestro trabajo mejor. –Informaba Francisco a Martín – ¡El hijo del gobernador! Esto se va a poner muy bueno. – Decía Verónica en un tono sarcástico. –Necesito que en cuatro horas traigas todas tus pertenencias para así empezar nuestro viaje de entrada y salida a la Zona Roja. – Concluía Francisco.

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