Los pequeños brazos que con firmeza se aferraban un desgastado juguete de plástico temblaban sin control, sus dientecitos castañeaban, sus mejillas ya no las sentía, tampoco su nariz que goteaba, así como las lágrimas que no se sentían tan tibias como deberían ser.
Hace horas que su madre lo había dejado en aquel banco del enorme parque con la promesa de que volvería con comida si no se movía, pero la temperatura bajó, el hambre aumentó y su madre no apareció. Estaba asustado. Había estado sin su mamá antes fuera de casa, pero esta vez no sabía cómo regresar.
Su mamá no iba a aparecer, él lo sabía, no era un niño bueno y su mamá no le daría besos en la frente como en las películas que veía. Pero no quería estar ahí, con el frío congelando sus lágrimas, con el miedo latente de que alguien lo dañara porque, aunque lo intentara, nunca podía defenderse de los adultos.
—¿Es un niño? ¡Johnny, es un niño!
—¿Un niño? ¿A esta hora, de este lado del parque?
Al escuchar voces en la oscuridad intentó esconder su rostro entre las rodillas, el movimiento le causó dolor y su silencioso llanto se convirtió en sonoros sollozos.
—Hey... ¿Hola? ¿Pequeño, pequeña?
Cerró fuertemente los ojos al escuchar una voz grave demasiado cerca, el temblor en su cuerpo incrementando. Pero el hombre seguía ahí, y no estaba solo.
—Voy... Voy a acercarme, ¿de acuerdo, cariño? No te asustes. No te haré daño.
El llanto se hizo más intenso cuando sintió la presencia de la segunda persona, que tenía una voz suavecita, justo sobre él.
—¿Dónde están tus padres, solecito?
—Al demonio sus padres, se está congelando.
Justo después que el hombre de voz que daba miedo dijera eso sintió sobre su cuerpecito frío el peso de una prenda calentita que lo cubrió por completo.
—¿Se siente mejor, solecito?
Como el niño valiente que se decía así mismo que era se limpió las lágrimas con su manito sucia, pudiendo ver a un hombre arrodillado frente a él que se bajaba la bufanda dejando ver un rostro muy bonito que le recordó a un gato.
—Hola, bebé. ¿Estás perdido?
Muy lentamente negó con la cabeza. Él no estaba perdido, su mamá lo estaba.
—¿No? Es tarde y hace frío, ¿dónde están tus padres, cariño?
Nuevas lágrimas cayeron mientras se encogía de hombros.
Sentía que llevaba mucho, mucho tiempo esperando por su mamá en aquel parque en el que nunca había estado, él solo quería estar en su cama cubierto por una manta que lo protegiera de los peligros a los que ya no quería enfrentarse solo.
—¿Te... Te dejaron aquí, solecito?
—¡Pero qué mierda!
La voz que daba miedo gritó y él lloró ruidosamente porque se dio cuenta que pertenecía al hombre más alto que había conocido en su corta vida, sólo podía verle los ojos por el gorro y la bufanda que tenía puesto y eso le daba aún más miedo, parecía estar muy enojado.
—¡Shh! Lo asustas, tonto.
El niño intentó retener sus lágrimas, logrando que los hipidos lo hicieran saltar en su lugar. Su estómago gruñó con fuerza, reclamando alguna comida porque el día estaba terminando y él sólo había comido un trozo de pan duro que un perro callejero terminó por quitarle, y el señor gato frente a él tenía un olor muy dulce.
—Come esto, pequeño.
El hombre le tendió el churro bañado en chocolate que tenía en la mano, pero al ver que el niño estiró sus manos sucias decidió dárselo directamente en la boca.
—Llevémoslo a casa.
El hombre de repente se levantó, mirando directamente al gigante terrorífico.
—Cariño... Deberíamos-
—Llevarlo a casa, sí, eso haremos —volvió a ponerse de rodillas frente a él, tenía una sonrisa muy suave y ojos de media luna—. ¿Está bien si te llevamos a casa, bebé? Está calentito allá y hay mucha comida también.
Calentito y comida sonaba bien, y el hombre tenía unos ojos muy bonitos, no podía ser malo, ¿verdad?
Después de asentir, el hombre lo envolvió en la enorme chaqueta que le había dado calor antes y lo cargó en sus brazos, no le dejó de sonreír ni decirle que todo estaría bien o preguntarle si se sentía cómodo. El adulto lo tenía muy presionado a su cuerpo cálido, por lo que pensó que si no tuviera tanta hambre podría dormirse, pero antes de que pudiera el señor anunció que ya habían llegado a su destino.
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Sunshine | NCT/WAYV
FanfictionUna fría noche de noviembre, un niño abandonado y dos hombres con mucho amor para compartir. ↪Haechan de 5 años. ↪JonhTen.