Capítulo 19

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Tal como Kun dijo, Tern se aferró a la vida perfectamente estable de la pareja Suh, se aferró a que explícitamente no había nada que impidiera que dos hombres adoptaran a un niño y se aferró a los descuidos de la madre y a los cuidados de la pareja. El supuesto secuestro, aunque los oficiales intentaron usarlo en contra, no fue válido ya que la madre, sorpresivamente, tomó la responsabilidad, diciendo que su intención había sido esa desde un principio, como si ellos hubiesen sido cuidadores.

Tardó un poco más de lo que le hubiese gustado, pero aún estaba a tiempo, quería asegurarse de que Donghyuck pudiese pasar la navidad con ellos.

Faltando una semana para las fiestas, Tern había avanzado en el caso, destruyendo barreras, hasta el punto en que sólo debía presentar pruebas contundentes, las que incluían testimonios del círculo cercano de la pareja.

Aquello debió calmar a Ten, pero sólo le había provocado una nueva crisis. Él podía contar con los dedos las personas que sinceramente apoyaban la idea de ellos teniendo un hijo, y se reducían a sus hermanos y sus amigos cercanos, pero serían entrevistados compañeros de trabajo y vecinos. Temía que todo el trabajo de Tern se viera reducido a un fracaso, y ya no pudiera volver a ver a su rayo de sol nunca más.

Cuando Ten se enteró que la última persona en ser entrevistada sería la señora Lee sintió que el mundo se le caía. No hubo nada que Johnny pudiera decirle para calmar su ansiedad, las pocas horas de sueño que había logrado concebir los últimos días se convirtieron rápidamente en insomnio y angustia.

3:30 a.m. Un té de lavanda para Ten, un americano caliente para Johnny. Estaban sentados frente a frente, sus manos unidas en medio de la mesada, el tailandés miraba el agua de su té mientras su esposo lo miraba a él, las profundas orejas, su rostro pálido y sus ojos tristes.

—¿Y si no estamos destinados a ser sus padres? —Murmuró el más joven, sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Quizás... una familia va a adoptarlo y lo amará mucho...

—No vamos a rendirnos, amor —Johnny rodeó la isla y envolvió con su cuerpo a su pareja—. Estamos cansados, pero aún podemos soportar un poco más, por él, ¿sí? Tú dijiste que conocerlo fue más que una coincidencia, no lo olvides...

Todo el pequeño cuerpo de Ten tembló cuando comenzó a sollozar.

—Duele mucho —lloró—. Quiero abrazarlo, quiero escuchar su voz. ¿Cuánto más voy a soportar?

Esa noche se acurrucaron frente a la chimenea caliente con lágrimas frescas y muchos <<te amo>> como canción de cuna.

Johnny fue el primero en despertar, su cuerpo entero dolía, no sólo por el piso duro en el que había dormido ni porque su esposo lo había usado de colchón, sino porque sus músculos estaban tensos desde el segundo en que se le fue arrebatado su pequeño.

Alcanzó el teléfono móvil que vibraba molesto cerca de la cabeza de Ten, pese a que estaban en una posición incómoda no movería un sólo tendón para proteger el sueño de su amado.

Pero era Tern la que estaba del otro lado de la línea, lo primero que hizo fue pedirle a su cuñado que mantuviera la calma y la escuchara atentamente, aunque ella luchaba por conseguir mantener su voz fría y elegante era obvio lo agitada que se encontraba.

Cuando las palabras fueron dichas Johnny no contuvo el llanto, su teléfono se deslizó por su mano provocando un fuerte ruido que despertó a Ten, no lo notó, estaba demasiado hundido en sus emociones. El menor le rogó por una respuesta, su esposo lo miró directamente a los ojos e incapaz de ser él quien le diera la noticia apuntó al teléfono caído en el que la llamada con la abogada no se había cortado.

Con la mano temblando atendió la llamada, Tern respiraba agitada y le dio las mismas indicaciones que al otro hombre, la reacción de Ten no difirió mucho a la de Johnny y entonces la pareja se encontraba abrazada en el piso desgarrándose la garganta por el llanto y con una mezcla de emociones que no sabían cómo expresar correctamente.

Sunshine | NCT/WAYVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora