Capítulo 2

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Se sorprendió por lo grande que era la casa a la que había llegado, lo sentaron en un sillón muy blandito frente a una gran chimenea que rápidamente fue encendida por el señor gato. Todo estaba muy limpio y ordenado, nunca había visto una casa tan bonita en la vida real.

—Voy a preparar algo de comida —anunció el hombre muy alto sacándose el gorro que tenía puesto, dejando todo su cabello esparramado lo que le causó gracia al niño.

—Nosotros vamos a lavar esas manitos y carita sucias, ¿de acuerdo, solecito?

El hombre bajito lo tomó en brazos otra vez, aun envuelto en la chaqueta y lo llevó hasta un cuarto de baño enorme en el que todo era blanco, cuando el señor gato lo lavó todo quedó sucio, al darse cuenta de eso el niño se encogió en su lugar esperando los regaños en gritos, pero nada de eso sucedió, el hombre le sonrió preguntándole si aún tenía frío y qué le gustaría comer, a lo que no respondió.

De vuelta entre sus brazos, sin la chaqueta porque la casa estaba muy calentita, fue llevado a la cocina que también era enorme y olía delicioso, sintió su boca salivar desde antes de entrar y ver al señor gigante moviéndose de un lado al otro usando un delantal con puntos amarillos.

—¿Te gusta el chocolate, cariño?

En una taza con el dibujo de una vaca, el señor de ojos de media luna le sirvió chocolate caliente, sobre este flotaban nubes blancas y rosas, luego del primer sorbo que le supo a paraíso el señor gigante le dejó a un lado un plato con galletas de variadas formas.

Los adultos lo miraban en silencio con los ojos brillantes, disfrutando de las mejillas rellenas de comida del adorable niño.

—¡Oh! —El hombre más pequeño exclamó de repente— No le hemos dicho nuestros nombres.

Con la cara manchada, el niño los miró curioso.

—Yo soy Ten —sonrió— y este gigantón es Johnny, es un gigante bueno, te lo aseguro.

El hombre hizo una mueca extraña que hizo reír al pequeño, causando la risa de los adultos por lo tierno que les resultó.

—¿Tú cómo te llamas, solecito?

Pero siguió comiendo en completo silencio como si no los hubiese escuchado, a ellos no les importó, incluso le dieron un par de galletas más, la imagen del niño devorando todo a su paso como si no hubiese probado bocado en mucho tiempo —que seguro era el caso— les llenaba el alma.

—Deberíamos darle un baño —comentó Ten a su pareja.

Johnny asintió de acuerdo, las ropas del niño estaban sucias y desgastadas, su piel parecía tener tierra pegada y su cabello era una maraña de pelos.

—Voy a revisar la ropa de Mark mientras tú lo bañas.

Sunshine | NCT/WAYVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora