Capítulo 5

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—¿Por qué tengo que lavarme los dientes? —Preguntó el niño con toda la cara arrugada.

—Porque... —Ten se quedó callado, ya no sabía qué decirle, el niño había hecho oídos sordos a todos sus argumentos—. Johnny, ayúdame con esto.

El hombre miró a su afligido esposo y al pequeño haciendo berrinche mientras sostenía la carga de ropa recién lavada.

—Si no te lavas los dientes —comenzó, su voz grave y mirada seria— tus dientes se van a enojar y se irán, para siempre.

—¡No es cierto!

—Y sin dientes no podrás comer golosinas, te gustan las galletas, ¿verdad?

Johnny se alejó, dejando al niño preguntándose profundamente si eso era posible.

—¿Es verdad lo que dijo el señor gigante?

—Bueno... primero te dolerán mucho y... sí, se irán lejos, lejos y no podrás morder caramelos.

—¡No quiero que eso pase!

Cuando tuvo los dientes limpios y una nueva muda de ropa puesta, el rey gato le enseñó su gran castillo, fue recolectando varios juguetes que estaban abandonados durante el recorrido, cuando regresaron a la sala de estar se sentó en el suelo a jugar con ellos.

Estaba emocionado. Nunca había tenido muchos juguetes y los reyes del castillo le habían dicho que podía jugar con todos los que encontrara todo el tiempo que quisiera. A su alrededor tenía una pelota pequeña, un camión de bomberos a control remoto, animales de granja y también dinosaurios y muchos, muchos frascos de Play-Doh para moldear.

A unos metros de distancia de él, Ten no le quitaba la vista de encima encantado con la visión del niño riendo, Johnny frente a él se encargaba de preparar un almuerzo especialmente saludable.

—Dijo que tenía cinco años... —comentó Ten sorbiendo a ciegas el jugo de fresas—. Es muy delgado para su edad...

Johnny suspiró moviendo la mirada desde el niño jugando hasta su pareja.

—Lo noté...

—Tiene caries en los dientes... Y algunas heridas, no están infectadas, pero hay un par de cicatrices...

—Cariño, bebé, amor de mi vida...

—No es un niño de la calle, pero tampoco ha estado viviendo una vida decente, Johnny.

—Mira, entiendo tu punto. Te juro que sí, pero no podemos sólo...

—Necesita una familia... Dime, ¿nunca pensaste en nosotros y... una personita más?

—Bueno, está Mark...

—Como padres, no como padrinos... Johnny, si no quieres sólo dilo.

El alto se encontró por fin con la mirada miel de la persona a la que le prometió el universo entero para hacerlo feliz, vio la determinación y también el miedo.

—Te amo —soltó sin una razón, sólo porque lo sentía. Entonces suspiró—. Y sé que te encariñaste con el niño porque desde el nacimiento de Mark que quieres un hijo, lo sé porque también me siento así, pero estás siendo muy irracional justo ahora. Donghyuck tiene una familia-

—¡Que lo abandonó!

—Sí, y lo encontramos. Está a salvo ahora, pero no somos su familia.

El pecho se le oprimió cuando vio las lágrimas caer por las mejillas del tailandés.

—Tennie... No es tan simple como tomar a un niño en la calle y traerlo a casa.

—¡Yo lo sé! Pero- Pero... Pienso que nos necesita y... No creo que esto haya sido una coincidencia. ¿Crees que estoy loco, Johnny? Si te digo que siento que Donghyuck realmente pertenece aquí, con nosotros... ¿Estoy mal, amor?

Johnny abrió la boca, aunque ningún sonido salió. Desde la sala un chillón grito alertó a los adultos.

—¡Rey gato!

El pequeño soltó los juguetes que tenía en las manos y corrió tropezándose hasta llegar al cuerpo del hombre más bajo, para luego escalarlo hasta abrazarlo cómodamente.

—¿Por qué lloras? ¿Te duele la barriga? ¿Te hiciste una nana? ¡Los reyes no lloran!

Con el corazón pesado de sentimientos y emociones que no lograba identificar por completo, Ten rio apretando fuerte el pequeño cuerpo del infante. La alegría era la emoción que más prevalecía desde que tuvo a Donghyuck en sus brazos la noche anterior y eso era suficiente para él.

Y lo fue para Johnny también, quien vio la escena y el corazón se le estrujó. Entendía a Ten, por supuesto que sí, porque se sentía exactamente igual.

Sunshine | NCT/WAYVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora